Si una época del año se vive en España con especial fervor y devoción esa es la Semana Santa y en este 2024 cae en este mes de marzo que acaba de empezar.
En prácticamente todos los puntos de la geografía hispana se celebran infinidad de celebraciones de tipo religioso que incluso atraen a miles de turistas –como las procesiones de Sevilla y muchas ciudades andaluzas y castellanas. Aunque tampoco hay que irse tan lejos. Aquí en el Baix Llobregat se escenifican dos dramas sacros teatralizados de proyección internacional que rivalizan entre sí en calidad y entrega: la Passió d’Esparreguera y la Passió d’Olesa. Eso sin olvidar el mérito de los costaleros y penitentes de Castelldefels, Begues, Sant Boi, Cornellà, Sant Feliu,.Sant Vicenç dels Horts, Sant Esteve Sesrovires, Castellví de Rosanes, El Prat... y a los de la cofradía 15+1 de L’Hospitalet que llenan las calles de la segunda ciuudad de Cataluña de tronos, pasos, imágenes y saetas.
Hay otros más elementos de nuestra cultura vinculados a la Semana Santa que atraen incluso a los católicos no practicantes o a los laicos y seglares, como la bendición de las palmas y palmones en Domingo de Ramos. O la mona de pascua, una fiesta de la repostería y el chocolate, de la que no se escapan ni los menos creyentes y que ya no se vincula con la religión, sino más bien con la figura simbólica de los padrinos o, simplemente, con la gastronomía, el buen yantar y el mejor libar. Pero da la sensación que esta semana o diez días de vacaciones (para quienes los tienen) a mitad de camino entre las de Navidad y las esperadísimas de verano, cada vez tiene un carácter más lúdico -festivo y menos cristiano. Incluso hay quien directamente las denomina “Vacaciones de Primavera” siguiendo el modelo francés o estadounidense.
Polémica en Sevilla
Y claro una celebración de este calibre nunca está exenta de polémicas. Una de las últimas, la suscitada por el cartel de la Semana Santa 2024 de Sevilla –diseñado por el artista local Salustiano García, por encargo del Consejo de Hermandades y Cofradías de la capital andaluza- que ha hecho que los sectores más conservadores se llevaran las manos a la cabeza, acusando a la obra de buscar directamente “la provocación” y de estar excesivamente “sexualizada”.
Tampoco se pueden que pasar por alto los incidentes (aunque afortunadamente sean muy esporádicos) provocados al paso de las procesiones por personas de otras confesiones o por detractores, como ocurrió en El Vendrell el año 2022 y que se saldaron con cinco detenidos.
En una sociedad cada vez más sensible y rendida a no ofender, ni aunque sea de forma involuntaria, a cualquier colectivo por minoritario que sea la religiosidad de la Semana Santa se pone más en entredicho, con sus detractores de un lado y sus acérrimos defensores del otro. Con estos antecedentes: ¿Es posible que de un tiempo a esta parte se estén perdiendo las tradiciones más puras de la Semana Santa? ¿Son días de religión o de asueto? ¿Deben los medios de comunicación públicos retransmitir los actos multitudinarios de estos días aunque España sea un Estado aconfesional? ¿Tiene sentido enfrascarse en polémicas estériles por un simple cartel, por un torso varonil desnudo? El debate está servido.