El Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC), por primera vez desde su fundación (1978), ha ganado en votos y escaños en las últimas elecciones al Parlament de Catalunya celebradas este pasado 12 de mayo. O lo que es lo mismo, el PSC ha tardado 46 años en ganar completamente por vez primera unas elecciones catalanas. Medio siglo. Casi una vida. ¿Por qué la tardanza?
Durante estos cinco lustros, los socialistas han cosechado victorias rotundas, tanto en elecciones municipales como generales. Su mejor resultado lo consiguieron en 2008, en las generales que propiciaron la segunda presidencia de José Luis Rodriguez Zapatero. En esos comicios, el PSC sumó 1.689.911 votos en Catalunya, de ellos 216.034 en el Baix Llobregat. Pero nunca hasta ahora había conseguido ganar unas elecciones a la Generalitat.
¿Cómo puede ser? En este artículo, comparto con ustedes la pregunta y el que considero como el factor principal de la respuesta.
Dos ejes políticos: nacional y social
Históricamente, la política catalana ha pivotado sobre dos ejes: el nacional y el social. Jordi Pujol i Soley, desde su primera presidencia (1980), lideró el debate: competencias, financiación, agravios, balanzas fiscales… y consiguió focalizar el debate sobre el eje nacional, lo orientó hacia sus objetivos de “reconstrucción nacional”. Supo liderar en todo momento la dinámica política. Captó como nadie la atención mediática. Así fue hasta su renuncia en 2003. Durante todos esos años, el PSC subordinó su discurso al debate nacional, no acertó a marcar distancias con las iniciativas nacionalistas, no supo presentarse como la alternativa política que procuraría más justicia social. Quiso ser más nacionalista que los nacionalistas y, lógicamente, fracasó una y otra vez.
Raimon Obiols teorizó, impulsó y protagonizó esa política. Fue candidato socialista a la presidencia de la Generalitat en tres ocasiones (1984, 1988 y 1992) y en las tres perdió. En su discurso ante el congreso extraordinario del PSC, celebrado el 23 de noviembre de 1991, resumió su concepción política: “seré más duro con Madrid que no CiU en la defensa de los intereses de los catalanes”. Y lo dijo reivindicando el carácter nacionalista del PSC y la revuelta en Prats de Motlló del president Macià.
Un mar desconocido para los votantes
Mientras el Partit dels Socialistes de Catalunya navegaba por un mar desconocido para la mayoría de sus votantes, los sucesivos gobiernos de CiU presididos por Jordi Pujol se fijaron como objetivo gestionar y rentabilizar electoralmente las políticas sociales. Fue constante la voluntad convergente de que la acción de gobierno se percibiese en los barrios obreros en toda Catalunya: ADIGSA, Llei de Barris, polideportivos, centros de salud, oficinas de bienestar social…
En las elecciones de 1995, Quim Nadal aspiró a la presidencia de la Generalitat en representación del PSC. Sumó 34 diputados y 802.252 votos. Revalidó la presidencia Jordi Pujol, con 1.320.071 votos y 60 diputados.
Maragall remonta el declive
Pascual Maragall, el alcalde olímpico de Barcelona, pasó a ser el nuevo cabeza de cartel en 1999 y consiguió remontar parte del declive del PSC. Con casi un 60% de participación, Maragall consiguió 1.183.299 votos y 52 escaños. CiU con Jordi Pujol al frente (en las que serían sus últimas elecciones) consiguió 4.879 votos menos que el PSC pero 56 escaños, cuatro más que los socialistas, lo que sumado a los votos del PP (12), tras el famoso “pacto del Majestic”, le supuso a Jordi Pujol, la reedición de su presidencia.
Tras la renuncia de Jordi Pujol en 2003, Pascual Maragall consiguió sumar para el PSC 1.031.454 votos, 7.029 más de los que obtuvo CiU. Pero no fueron suficientes para ganar las elecciones: el PSC consiguió 42 diputados y Artur Más, nuevo líder de CiU, sumó 46. Con estos resultados, se pactó el primer tripartito en el Parlament: PSC, ERC e IU formaron gobierno, con Pascual Maragall como presidente. La propuesta de un nuevo estatuto para Cataluña fue el eje central del discurso del PSC en esos años.
Segundo tripartito con Montilla
En 2006, ya con Montilla encabezando el PSC, los socialistas descendieron hasta los 796.173 votos y consiguieron 37 diputados. CiU sumó 139.583 votos más que los socialistas y 48 diputados. Un segundo tripartito permitió que José Montilla se mantuviera en la presidencia.
Tras el espejismo que supuso para los socialistas los dos tripartitos, lo constatable es que el PSC continuaba perdiendo apoyo electoral en las elecciones autonómicas.
Nada fácil para Pere Navarro
En 2012, el candidato socialista fue Pere Navarro Morera, alcalde de Terrassa, que había sido elegido en 2011 como primer secretario del PSC. Nada le fue fácil. No lo fue su llegada a la primera secretaría del PSC. Aún con el respaldo de más del 70% de los congresistas, tuvo que superar la oposición de los obiolistas de Nou Cicle que, presentaron como candidato alternativo a Joan Ignasi Elena, con el objetivo de que el PSC predicase más nacionalismo. Ya designado candidato socialista a la Generalitat, las dificultades continuaron. Los medios de comunicación en general, lo trataron con desconsideración.
Pere Navarro consiguió 524.707 votos y 20 diputados. CiU ganó las elecciones con 1.116.259 votos y 50 diputados. En la calle, el clima político se había radicalizado. Él mismo sufrió una agresión física y, en el Parlament, destacados diputados del sector obiolista (Joan Ignasi Elena, Àngel Ros, Marina Geli, Rocío Martínez-Sampere y Núria Ventura) rompieron la disciplina de voto del PSC.
Dividido, acomplejado e indeciso
Elección tras elección, un PSC dividido, acomplejado e indeciso sobre su posicion nacionalista, no acertó a distinguirse proponiendo una mejor alternativa social. El deterioro electoral del partido socialista en Catalunya se aceleró con la aparición en 2005 de Ciudadanos.
En 2017, Miquel Iceta, bien considerado por el obiolismo desde su juventud, político con oficio, sin tropa, pero superviviente en todas las guerras internas del Partit dels Socialistes de Catalunya, sustituyó a Pere Navarro en la dirección del partido y como candidato socialista a la presidencia de la Generalitat. Se congració con los diputados obiolistas que habían sido sancionados por indisciplina en las votaciones del Parlament. En esas elecciones, Ciudadanos, con Inés Arrimadas al frente, consiguió 1.109.732 votos y 36 diputados. El PSC tocó fondo: 606.659 votos y 17 diputados. Ese año, los socialistas obtuvieron en el Baix Llobregat 95.048 votos.
Subordinación e indiferencia
Paradojas de la Historia: la subordinación del PSC al discurso nacionalista provocó durante décadas la indiferencia de buena parte de sus votantes. Esta situación se alteró a partir de 2018 como consecuencia de la hiperventilación nacionalista que supuso el “Procés”. CiU nunca tuvo que justificar su catalanidad, le venía de serie. La preocupación en CiU durante 23 años fue gobernar mejorando la vida de los catalanes. (Y lo hizo con nota, a la vista de sus resultados electorales y por comparación con todo lo vivido después en Cataluña). CiU nunca se declaró independentista. La liquidación de CiU, por acoso y derribo, provocó que de sus restos surgiera un movimiento independentista liderado por Carles Puigdemont. El debate nacional se simplificó, se exacerbó, quedó fuera de control. Ya no era cuestión de matices: se requería un referéndum de independencia exprés. La independencia, ya. Sí o no.
Al maximizar el discurso nacionalista, Puigdemont ayudó inconscientemente al PSC a salir del atolladero en el que embarrancó durante los 23 años de presidencia de Jordi Pujol. El PSC, colocado ante la disyuntiva de independencia sí o no, se vio obligado a optar por el “No”. Se alineó con la legalidad constitucional. Lo que le obligó a “cerrar la carpeta nacional”.
Error estratégico de Puigdemont
Excluir a los socialistas de la ecuación nacional fue un gravísimo error estratégico de Puigdemont, un error que Jordi Pujol no creo que hubiese cometido nunca.
A partir de 2012, las posibilidades de un gobierno socialista en el Estado o en Cataluña se veían como algo lejano. Por el contrario, el “Procés” movilizaba millones de personas. A la vista de este panorama, veteranos dirigentes del sector nacionalista del PSC (que años atrás habian desempeñado la alta representación del partido e importantes cuotas de gestión publica en Madrid o Catalunya) vieron la manera de continuar su carrera política: abandonando el PSC y apoyando opciones independentistas (Ernest Maragall, Nadal, Mascarell, Elena, entre otros).
Sustituir al PSC en el área metropolitana
ERC proclamó su objetivo de sustituir al PSC como primera fuerza de la izquierda en el área metropolitana de Barcelona. Así las cosas, no fueron pocos los analistas políticos que vaticinaron la desaparición del PSC. Los hechos acreditan que ocurrió justo lo contrario.
Salvador Illa, que había llegado a la secretaría de organización del PSC en 2021 de la mano de Miquel Iceta, se hizo cargo de la primera secretaría del partido y encabezó la candidatura socialista a las elecciones del Parlament. Fue recibido con duras críticas por entidades, partidos y comunicadores independentistas que lo percibieron como el Anticristo: ministro socialista en Madrid, opuesto al “Procés” desde el primer día.
Illa gana a la primera
Y mira por donde, en su primera concurrencia electoral con Salvador Illa, el PSC ganó las elecciones a la Generalitat: 654.766 votos, 33 diputados (los mismos que ERC, que sumó 49.185 votos menos que los socialistas). Ciudadanos pasó de 36 diputados a seis. No obstante, una mayoría independentista en el Parlament dio la presidencia a Pere Aragones.
Tras la previsible y desproporcionada represión que siguió a la declaración de independencia del Parlament de Catalunya (2017) y sustituido el gobierno de Mariano Rajoy por el de Pedro Sánchez, a partir de 2021, el Gobierno del Estado concedió indultos y tramitó una amnistía para resolver el entuerto en el que desembocó el “Procés”. Nada nuevo bajo el Sol. Ya el 21 de febrero de 1936, una amnistía otorgada por el Gobierno de la República, tras el triunfo electoral del Frente Popular, permitió que saliera de la cárcel, entre otros tres mil presos, el depuesto President de la Generalitat, Lluis Companys, condenado a treinta años de cárcel por haber declarado la independencia de Catalunya en 1934.
Gestión de las políticas sociales
Tras hacerse cargo de la primera secretaría del PSC en 2021, Salvador Illa centró las propuestas del PSC en la gestión de las políticas sociales: unir y servir, servir para gobernar, gobernar los problemas que afectan a la gente. Es decir, en los últimos cuatro años el PSC centró su discurso en el eje social.
El PSC, excluido por los independentistas del debate nacional, dejó de lado las dudas hamletianas sobre la naturaleza de Cataluña y fijó su postura: negociar un nuevo modelo de financiación para Catalunya, una condonación parcial de la deuda de la Generalitat, desplegar el Consorci Tributari de Catalunya. Es decir, fortalecer la autonomía. Y establecido esto, centró su discurso en cuestiones sociales.
Tres menos que Pujol en 1980
En las pasadas elecciones al Parlament de Catalunya (12M), el PSC sumó 882.584 votos, de ellos 127.854 en el Baix Llobregat. En toda Catalunya obtuvo 42 diputados, tres menos de los que el Muy Honorable President Jordi Pujol i Soley consiguió en 1980. Por primera vez, el PSC ha ganado las elecciones al Parlament de Catalunya, en votos y en escaños. Ciudadanos ha desaparecido del arco parlamentario catalán.
Hoy (martes 11 de junio) el BOE publica la Ley de Amnistía, que entra en vigor. Ayer (10 de junio) se constituyó la mesa del Parlament de Catalunya, con representación de ERC, PSC y Junts, que consiguieron acordar esa composición. Josep Rull es el nuevo presidente del Parlament: un político formado y capaz y al que los años de cárcel no amargaron su bondad natural. Cuando habla continua transmitiendo ponderación y sosiego. Lo ocurrido en estos dos días son magníficas noticias para Catalunya.
Gobernar con acierto y progreso social
Como recientemente afirmaba Jaume Guardiola, presidente del Cercle d´Economía, “la sociedad catalana quiere ahora gestión de gobierno”. Tras diez años de utopía independentista, y 46 desde su fundación, el PSC tiene la posibilidad de gobernar prestando un buen servicio a la sociedad catalana: gobernar con acierto la Generalitat de Catalunya procurando progreso social, que es lo que el votante socialista siempre esperó del PSC.
Xavier Pérez Llorca
Editor de El llobregat