Una exposición del archivo municipal de L’Hospitalet descubre al público los tesoros documentales más antiguos de la ciudad. Pergaminos del siglo XVI revelan las primeras referencias a la ermita de Bellvitge, el barrio de Collblanc y las iglesias del Centre y de Santa Eulàlia
Diciembre es un mes muy proclive a sacarle jugo, así que El Llobregat propone al lector una actividad para desarrollar cualquier tarde de estas próximas semanas aprovechando la ilusión que despierta el albor del año nuevo que está a punto de nacer y ese deseo innato en muchos de aprender y conocer rebuscando en los vestigios de nuestras raíces. La sugerencia invita a visitar l’Arxiu Municipal de L’Hospitalet y pasar un rato disfrutando de una exposición que rescata la documentación más antigua que conserva la ciudad. Mientras celebramos el nacimiento de Jesucristo, qué mejor que conmemorar también los primeros pasos de la segunda ciudad de Cataluña manuscritos en antiquísimos pergaminos.
El último mes del año es vital y despierto y también logístico porque nos obliga a activar la agenda familiar, organizar comidas y cenas; hacer la lista de propósitos para el año nuevo… Nos insta a mirar al futuro mientras paseamos desafiando al frío. Y a la vez, aunque encendamos las luces largas de la vida, diciembre nos invita a hacer inventario del pasado. Por esta razón, El Llobregat plantea a los lectores de todo el Baix Llobregat, pero especialmente de l’Hospitalet, llamar a la puerta de l’Arxiu Municipal y disfrutar de una actividad divulgativa sobre lo que un día fue esta ciudad metropolitana. Conocer el pasado de l’Hospitalet mientras preparamos el Año Nuevo.
Pergamins de L'Hospitalet
Hasta el 16 de febrero, l’Arxiu Municipal presenta la muestra Pergamins de L’Hospitalet. La nissaga Llunell-España i els documents més antics de la ciutat. Lo hace en colaboración con el Museu de L’Hospitalet y puede admirarse en la Casa España de la ciudad. ¿Qué encontrarán allí los visitantes? Pues una muestra con más de veinte documentos, nueve de ellos originales. Se trata de ocho pergaminos y un noveno documento en papel. Edictos, estamentos, contratos de compraventa… esos veinte trozos manuscritos conservan las primeras referencias públicas de la existencia de L’Hospitalet. En ellos se mencionan lugares como la ermita de Bellvitge, el barrio de Collblanc y las iglesias del Centre y de Santa Eulàlia.
“La vista oscila entre los 45 minutos y la hora”, explica el técnico Oriol Valls, quien revela algunos de los tesoros que desvela l’Arxiu: “En esta muestra los visitantes podrán ver los dos documentos más antiguos sobre L’Hospitalet que conserva l’Arxiu Municipal. Son dos documentos que datan del 1505 y 1507. Y además se han expuesto dos documentos prestados, aún más antiguos que los citados anteriormente”. Éstos son un pergamino del año 908 cedido por la Biblioteca Episcopal de Vic; y un libro de 1.408, también en pergamino, propiedad del archivo parroquial de Santa Eulalia de Mérida.
La primera mención
El documento del siglo X contiene la primera mención escrita de la ciudad. Se trata de una compraventa de una casa y unas tierras ‘a la vila Provençana’. La fecha exacta del certificado: el 4 de septiembre del año 908. “Tenemos la imagen colectiva de una ciudad moderna, pero con esta exposición ofrecemos otra parte de la historia de L’Hospitalet”, reconoce el técnico.
Y la visita cumple a la perfección este cometido. L’Hospitalet bullicioso, denso, trepidante que se deriva de su reciente pasado industrial y ahora enclavado en el sector servicios contrasta con la estampa de villa agrícola que conoceremos cuando pisemos la sala de Casa España que acoge la muestra. En 1.900 L’Hospitalet tenía apenas 5.000 habitantes y 20 años después la gran Barcelona se zampó el 40% de su territorio, prácticamente todo el barrio conocido como La Marina. La capital birló a la segunda ciudad de Cataluña su salida al mar para construir un puerto franco (la actual Zona Franca).
Desarrollismo e industralización
Tres décadas después, a partir de los años 50 del siglo XX, en este municipio del Barcelonés (pero que comulga con el Baix Llobregat) explotó el desarrollismo, la industrialización más reciente, la transformación urbanística de barrios enteros como consecuencia de la llegada de ciudadanos procedentes de otros puntos de España. Lo mismo que ocurrió en el resto del tejido metropolitano, Y ya a partir de los 70, y con la llegada de los ayuntamientos democráticos, la ciudad se encarriló y se ordenó para ofrecer servicios públicos y un entorno de ciudad; no únicamente de municipio dormitorio. Una espiral de cambios vertiginosos que contrasta con la aparente inmovilidad durante siglos en el antiguo Hospitalet. De ese pasado agrícola y estamental con la omnipresencia de la saga de los Llunell-España da cuenta la exposición Pergamins de L’Hospitalet.
“Las reproducciones de los documentos expuestos son paneles que en algunos casos pueden llegar a los dos metros de altura. Los textos se han traducido al catalán o castellano y de así los visitantes pueden comparar con comodidad el original, algunos escritos en latín, y la traducción correspondiente”. Un código QR proporciona al visitante la posibilidad de ampliar la información que recoge cada documento. Se trata de facilitar el paseo divulgativo que el visitante hará por la sala y restar dificultad a la lectura de los documentos. “En los pergaminos manuscritos, la dificultad es aún mayor para una lectura profunda. En el caso de los documentos en papel, que aunque antiguos fueron imprimidos, la dificultad es menor ya que la letra es precisamente de imprenta, no manuscrita”, explica Oriol Valls.
Donación de la Casa España
Aparte de los dos documentos prestados al Arxiu Municipal, el resto del fondo documental expuesto forma parte del patrimonio bibliográfico España-Muntadas cedido al consistorio por el último heredero de la familia que habitó durante siglos la Casa España. Fue en el año 1969 cuando este último propietario hizo donación de la documentación familiar y de antiguos propietarios. Ellos fueron los Llunell, que se emparentaron después con los Molines para acabar desembocando en la rama de los España. Pero, ¿quiénes fueron todos ellos?
El investigador Albert Hill pronunció recientemente la conferencia “Descobreix la història de la família España”. La aristocrática casa fue construida por los Llunell en la segunda mitad del siglo XVI, pero el momento culminante en la historia del señorial edificio llegará con Baltasar España. Para Albert Hill, él es el “gran patriarca” de las diferentes genealogías que nadaron en la historia hasta adoptar el apellido España. Aunque la familia España, de origen humilde, parte de Lebrija, en Sevilla, el padre de Baltasar llegó a L’Hospitalet a través de su matrimonio con una Molines, la familia entonces propietaria de la actual casa España.
El patrimonio del heredero
El heredero del matrimonio, Baltasar de España y Molines, se haría cargo de un espectacular patrimonio acumulado durante generaciones y sería también testigo de décadas convulsas. Un ejemplo: el adolescente Baltasar vivió la invasión napoleónica en el momento que las tropas francesas se desplegaron por el Baix Llobregat y L’Hospitalet; vivió y sufrió dos guerras carlistas y los bombardeos sobre Barcelona. Decidió exiliarse finalmente a Montpellier y desde allí dirigir su negocio de distribución del vino que se cosechaba en las numerosas fincas agrícolas que poseía por toda la comarca del Baix Llobregat.
De hecho, la familia España mantuvo a lo largo de las generaciones una intensa relación con la comarca. Hill ha constatado a través de sus trabajos la vinculación de la saga con municipios del Baix como Sant Joan Despí o Esplugues a través de las posesiones y masías que se repartían por este territorio. Precisamente, la presentación de uno de sus últimos trabajos en forma de libro, “El carrer Baltasar de España de Sant Joan Despí” pivotó la charla que realizó el pasado mes de noviembre en Casa España. La historia de la familia se enroca como una enredadera por la casa que se abre ahora al público para mostrar los tesoros documentales del linaje. “La evolución de la familia va en paralelo a los cambios históricos y el uso de la Casa España, también”, explica el investigador Albert Hill. Si en los tiempos de poderío de Baltasar casa España compartía con otras ‘masíes’ de su propiedad la función de almacén o zona de producción de grano o vino; la misma casa se convirtió en el hogar de su hijo José María, que aunque nacido en Francia, decidió volver a casa junto a su mujer.
Evolución en paralelo
L’Hospitalet se convirtió en la residencia de la nueva generación España y la casa fue entonces referencia de la vida social de la época. Si Baltasar había consolidado su fortuna en l’Hospitalet agrario; su hijo afianzó la influencia de la familia en la política y otros España lo harían después en la industria y el sector inmobiliario durante los siglos XIX y XX. En este sentido, la evolución de la casa España es paralela a los cambios económicos, sociales y políticos que se sucedieron década tras década y siglo tras siglo hasta hacer desaparecer el Hospitalet estamental que contrasta con el orgullosamente democrático de hoy. Lo dicho: si el lector quiere reencontrarse con la histaria de la segunda ciudad de Cataluña solo tiene que pasarse una tarde de esta Navidad por Casa España. El Archivo de la ciudad también organiza visitas guiadas. III