Sucede cada cierto tiempo que la publicación de un libro o el estreno de una película devuelve a la conversación las historias que tuvieron lugar alrededor del surgimiento del black metal. A principios de la década pasada fue el novelista Javier Calvo quien invitó a los lectores a mirar hacia la península escandinava con Suomelinna (Alpha Decay, 2011). Hace siete años, algunas salas de cine con cierto gusto por el cine alternativo proyectaron Lord of Chaos (2018), del director sueco Jonas Åkerlund. Y este mes es el artista murciano Magius quien vuelve a insuflar vida a los truculentos sucesos que rodearon el surgimiento de este particular subgénero de música extrema con la publicación del cómic Black Metal (Autsaider Cómics, 2025).
La historia sobre los orígenes del black metal en Noruega a principios de la década de los noventa se ha convertido en un lugar común entre los amantes del género. Sin embargo, los hechos que rodearon el desarrollo temprano de este estilo están lejos de verse agotados desde un punto de vista creativo. En su largometraje, Åkerlund proponía una aproximación —un tanto maniquea, todo sea dicho— que trataba el asunto como una especie de descenso a los infiernos e intento trucando de redención de uno de sus protagonistas, Øystein Aarseth, más conocido por el sobrenombre de Euronymous. Me viene a la cabeza también una novela que edité hace unos años, Post-mortem (Base, 2018), en la que Ricard Millàs usaba como inspiración el imaginario del black metal para armar una especie de thriller sobrenatural. En la novela gráfica de Magius, el autor adopta irónicamente un tono de cuento y dibuja a los protagonistas como críos con la idea de comunicar visualmente el narcisismo y la inmadurez de unos niños bien que, protegidos por sus padres y por la socialdemocracia, se lanzaron a componer música y cometer crímenes. Seguro que en los próximos años asistiremos a nuevas aproximaciones creativas. Y es que las implicaciones éticas, religiosas, psicológicas, sociales, políticas… de los distintos crímenes que rodearon el desarrollo del género son complejos.
El infierno en un sótano de Oslo
Aunque para explicar los orígenes del black metal hay que remontarse un poco más atrás, a bandas como los británicos Venom o los suizos Hellhammer que prepararon el terreno, el género eclosionó en el sótano de la pequeña tienda de discos de Oslo que regentaba Aarseth. El número 56 de la calle Schweigaards se convirtió en el punto de reunión de jóvenes interesados en las expresiones más extremas de la música metal. El propio Euronymous había fundado con dieciséis años una banda, Mayhem, con la que se había propuesto lograr una expresión musical más oscura, agresiva y misántropa. Deathcrush (1987), su primer EP, fue descrito como un disco que contenía “los riffs más brutales de la historia, que únicamente serán apreciados por almas perdidas”.

Parte de la violencia que se desprende de las grabaciones de Deathcrush procede de la voz de Sven Erik Kristiansen, conocido como Maniac, que impactó en la escena debido a lo extremo de sus actuaciones en directo, en las que se hacía cortes en los brazos, en ocasiones, tantos y tan profundos, que terminaba hospitalizado. “Cuando me di cuenta de que el hecho de que me cortase se había convertido en un fenómeno y hacía que la gente viniese a vernos, no pude dejar de hacerlo”, explicaba en una entrevista publicada en el portal Blabbermouth.net.
En 1988, Kristiansen fue sustituido por el vocalista sueco Per Yngve Ohlin, que adoptó el tristemente profético apodo de Dead. La voz de Ohlin es considerada una de las más definitorias del black metal, a pesar de que se conservan pocas grabaciones. En una expresión de su fascinación obsesiva por la muerte, Dead fue uno de los músicos que contribuyó a popularizar el corpse paint (un estilo de maquillaje que busca conferir un aspecto cadavérico) entre las bandas de black metal . Con todo, más que por sus aptitudes creativas, pasaría a la historia por los hechos que rodearon su muerte. Ohlin, que padecía una severa depresión que nunca llegó a tratarse, se suicidó en abril de 1991 descerrajándose un tiro en la sien. El cuerpo fue encontrado por su compañero Aarseth, que antes de telefonear a las autoridades, tomó una fotografía del cadáver que años más tarde la banda utilizó para la portada del disco Dawn of the Black Hearts (1995).
Paganismo, satanismo y quema de iglesias
Si el black metal sonaba crudo y cortante, sus letras a menudo expresaban una tremenda rabia, sentimientos misantrópicos, desconsuelo. La espiritualidad constituyó también uno de los centros de interés de algunas de aquellas bandas. Aarseth escribía versos sobre los misterios de Satanás y rituales que se llevaban a cabo en la oscuridad, leyendo ensalmos de libros encuadernados con piel humana; la voz del cantante de Darkthrone, se rompía rememorando un “invierno pagano”.
En 1992 algunos de estos jóvenes decidieron llevar su militancia anticristiana un paso más allá e iniciaron una campaña de quema de iglesias y vandalización de cementerios. Entre 1992 y 1998, se registraron una cincuentena de incendios provocados en templos cristianos de toda Noruega. Aarseth junto con el nuevo bajista de su grupo, Varg Vikernes, llegaron a planear hacer arder la catedral de Nidaros coincidiendo con el lanzamiento del disco De Mysteriis dom Sathanas (1993), lo que no llegó a suceder.
Desprecio visceral del cristianismo
Los músicos del black metal noruego de los noventa convergían en su desprecio visceral del cristianismo, ya fuese por motivos espirituales o nacionalistas —o por aburrimiento—. Pero justamente sus diferencias ideológicas fueron resquebrajando la cohesión del movimiento, hasta hacerlo implosionar con el asesinato de Aarseth el 10 de agosto de 1995. Aarseth sentía fascinación por líderes comunistas como Enver Hoxha y era practicante de una forma teísta del satanismo. Vikerness era hijo de una familia adinerada de Bergen, filonazi, racista y odinista practicante. Además de sus diferencias ideológicas, ambos venían sosteniendo una pugna por el liderazgo del movimiento y disputas por los beneficios generados por el grupo, por lo que Vikernes decidió presentarse en casa de Aarseth y apuñalarlo al menos hasta en veintitrés ocasiones.
La noticia conmocionó a la sociedad noruega y la obligó a mirar a una realidad desagradable. Un muchacho era enterrado con tan solo veinticinco años. Otro, de veinte, era condenado a la máxima pena de prisión contemplada por su código penal. Por entonces se fue forjando también la leyenda en torno aquellas bandas y el sonido del black metalcomenzó a expandirse desde Noruega al resto del mundo, tanto que constituye hoy una de las principales exportaciones culturales del país. III