Jamás imagine que la ópera Norma, una mujer, me pusiera el “vello de gallina”
Up & Baix - Por Dayana García Blas
lunes 09 de febrero de 2015, 09:52h
No salí llorando del Liceo por vergüenza, pero la ópera Norma, mi primer encuentro con el mundo de la lírica, lo merecía. Y es que tanto la trágica historia como la música de Vicenzo Bellini dejaron mis oídos y mis ojos más que complacidos.
Norma, la protagonista sacerdotisa, traiciona a los druidas teniendo dos hijos en secreto con el procónsul romano Pollione, quien después confiesa a Flavio que ama a una de las vírgenes pupilas de Norma, llamada Adalgisa. Un culebrón en toda regla, pero tratado con la mayor finura y delicadeza que uno puede imaginar.
El momento más álgido y el que me puso el “vello de gallina” literalmente hablando es cuando Norma canta la conocida aria Casta Diva que Jean Paul Gaultier utilizó como banda sonora del anuncio de su perfume “Classique”. Increíble episodio que no levantó el Liceo, pero si nos puso los ojos como platos. La sincronización con el acompañamiento musical y la escena teatral que interpretaron Norma y Adalgisa en su reconciliación más amorosa fue encantadora, así como el fluido sonido de sus voces florales que salían de sus gargantas y se compenetraban exquisitamente componiendo armonía.
La parte bonita nos emociona, pero la situación morbosa donde Norma se pelea con Adalgisa por quitarle a su “secreto” marido o bien cuando la gran sacerdotisa decide matar a sus dos hijos nos puso en vilo y hace que los 30 minutos de pausa se hagan interminables. La tensión de no saber qué pasará llega a tal punto que tu espalda acaba inclinándose hacia adelante como si fueras a entrar tú mismo en escena.
Mi debut como espectadora de la ópera empieza aquí, pero seguro que no acabará, porque aquel prejuicio que tenía sobre la lírica (será aburrido y no podré estar más de una hora quieta) me ha cambiado por completo, sobre todo, cuando llega un final inesperado donde Norma se sacrifica en la hoguera y bajan el telón. En este momento, tú te quedas con la boca abierta pensando ¿Ya está? Quiero ver más.
La ópera es emocionante y lo acabas entendiendo todo porque tienes unos subtítulos en catalán, castellano e inglés en el respaldo de la butaca, que te explican lo que cantan los artistas en italiano. Si quieres pasar una jornada relajada durante, un máximo de cuatro horitas de deleite personal, te recomiendo ir al Gran Teatre del Liceu “en pareja” para, entre acto y acto, revivir esos momentos amorosos en el salón de los espejos con tu marido, amigo especial o recién conocido que te hace “tilín, telón”.