Muertes de segunda categoría
miércoles 18 de marzo de 2015, 01:26h
Las imágenes de la “barbarie” terrorista en Irak, Siria, Nigeria, Libia … siguen reproduciéndose de forma alarmante. Estos asesinos utilizan la muerte de inocentes como si de una campaña publicitaria se tratara.
Las muertes de miles de cristianos en manos de estos asesinos comienzan a ser noticia diaria. ¡Qué fácil es matar a personas que no pueden, ni quieren implantar la venganza! Si a esto añadimos la indiferencia de los países e instituciones del mundo rico y poderoso, las consecuencias sólo tiene un nombre “aniquilamiento”. La respuesta del mundo occidental fue clamorosa y unánime ante el atentado a los periodistas franceses: manifestaciones públicas e institucionales, privadas y mediáticas, “YO SOY CHARLIE”.
Ante los atentados de la población civil, de un “credo” muy determinado, las respuestas han sido políticamente cobardes, es decir, algún minuto en los informativos con nota de agencia. Tanto incomoda a los políticos o medios de comunicación que una condena tan contundente como fue la de los periodistas. Alguno se puede imaginar unas manifestaciones públicas que dijeran: “YO SOY UN CRISTIANO”. Es evidente que el trato refleja una sociedad acomplejada y víctima de sus propios complejos de inferioridad. Los muertos no son los mismos sean de una ideología o sean de un “credo” cristiano. Los miles de muertos de estos países (hombres, mujeres y niños) no despiertan la misma consideración que los muertos de nuestros vecinos.
Mientras el mundo no levante una sola voz de repulsa y condena a cualquier atentado terrorista, estos mismos asesinos seguirán masacrando a las poblaciones más débiles. Cuando vimos a ese grupo de hombres que iban caminando por la orilla de la playa hacia el “martirio” por su fe (estos sí que tienen garantizado el cielo, moleste a quien moleste), iban rezando y en una actitud de paz sorprendente; en sus labios se leía: ¡Jesús ayúdame!
No construyamos una sociedad anestesiada e indiferente ante el sufrimiento de tantos inocentes. Mañana podemos ser nosotros. III