Los ciudadanos, entre la política y el partidismo
martes 21 de abril de 2015, 16:09h
Falta prácticamente un mes para que se celebren las elecciones municipales. El 24 de mayo, por tanto, los ciudadanos tendremos una nueva oportunidad para elegir a quienes queremos que nos representen y gestionen nuestro dinero durante los próximos cuatro años.
Por primera vez en mucho tiempo, tal vez desde la Transición, el desencanto y la resignación parecen haber sido reemplazados por la esperanza y el compromiso. Me gustaría creer que todo este movimiento entre ciudadanía y política será para mejor, pero no lo tengo del todo claro. Y pongo algunos ejemplos.
Hace poco se ha presentado en sociedad una asociación llamada Impuls L’H, que se define de izquierdas, catalanista, progresista y de espíritu integrador. En definitiva, un espacio de “diálogo y encuentro de las fuerzas de izquierda” de L’Hospitalet de Llobregat con el fin de contribuir a la creación de una “democracia auténtica”. Me parece estupendo que la sociedad civil tenga inquietudes, se agrupe y trabaje por lo que considere valioso siempre que, como es el caso, no dañe a terceros. Dicho esto, he de reconocer que me inquieta un poco que la presidenta, Silvia Egea, y el vicepresidente, Joan Barrachina, aparezcan en las listas municipales de ERC y del PSC, respectivamente. Es verdad que figuran como independientes y que por comprometerse con unas siglas partidistas no pierden su condición de ciudadanos, pero parece bastante evidente que Impuls ha perdido fuelle como iniciativa cívica y se ha transformado en algo diferente.
Fenómeno Colau en L’Hospitalet
Más recientemente, hemos sabido que la marca de Ada Colau en la segunda ciudad más poblada de Catalunya, L’Hospitalet en Comú, no concurrirá a las municipales, tras abandonar la formación la CUP, Procés Constituent, Akelharre, Podemos y el hasta hace poco cabeza visible de ICV, Lluís Esteve. Por no hablar de los ciudadanos de a pie que se habían sumado al proyecto Más allá de que haya habido o no fraude en las primarias para elegir a los candidatos, se ha instalado la sospecha de que los partidos tradicionales como EUiA e ICV, que siguen en el proyecto a día de hoy junto con Pirates de Catalunya, han intentado apropiarse de la plataforma ciudadana para colocar a sus representantes entre los primeros de la lista electoral. En definitiva, otro proyecto ciudadano que fracasa al toparse con los partidos que, teóricamente, comparten sus ideas.
Una tercera variante de las complicadas relaciones entre ciudadanos y políticos son las iniciativas promovidas desde el gobierno municipal, como L’Hospitalet On y los diferentes consejos de la ciudad.
Está muy bien crear espacios donde se encuentren representantes y representados, pero ¿por qué no establecer mecanismos de participación más ágiles y transparentes dentro de las instituciones que ya existen, como puede ser el pleno municipal o la revisión de los presupuestos locales, en vez de crear nuevos espacios donde apenas se tiene poder para cambiar lo que no funciona? Al final, la clave de todo reside en la intención: ¿estas iniciativas surgen porque realmente se quiere escuchar la voz de la sociedad o más bien para domesticarla? O dicho de otro modo, ¿se busca el bien de la mayoría o el de unos pocos?, ¿el de la cosa pública o el interés privado de unos partidos? Como no podemos conocer las intenciones, háganme caso y vayan a los hechos. Que de palabras huecas como participación, diálogo, gobernanza o transparencia está el mundo lleno. Que el 24 de mayo no le tomen el pelo. III