‘Up & Baix’, la única sección de experiencias ‘lifestyle’ que escapa de toda atadura territorial
miércoles 22 de julio de 2015, 07:05h
Trasladar esta sección de su natural hábitat del diario digital www.elllobregat.com al papel, suponía un reto. Había que bajar a los infiernos del infrabaix o subir al techo Europa para expresar el sentido de este rincón de experiencias de una periodista del Baix en incursiones de lo más Up.
Y para empezar a lo grande, nada mejor que la Gran Ruta Suiza, que se emprende y acaba en el aeropuerto de Zúrich, la ciudad de las iglesias protestantes, pero donde prevalecen los católicos. El lago parece la rambla de Barcelona; sus habitantes beben cervezas al sol frente al reloj de San Pedro, cuya esfera hace 8,7 metros de diámetro. Mientras, las abuelas limpian las calles para mantener la imagen sostenible de la bella Suiza, que se conjuga con las 1.200 fuentes de agua potable diseminadas por los rincones de la ciudad del chocolate Lindt. El viaducto, la zona industrial metálica, los tilos, la antigua strehf-gasse y la moderna Bahnof, el edificio de 126 metros llamado Schiffbou, el brunch en el barco de vapor, todos los tesoros se esconden por encima y debajo de las nubes.
Pero el cielo se vuelve galán cuando estás a más de 3.500 metros de altitud, en el top of Europe, la atracción más visitada de Suiza, que se encuentra en Jungfraujoch. La leyenda narra que la montaña Mönch (monje) protege al Jungfrau (doncella) del Eiger (ogro). El viaje de ida y vuelta cuesta unos 200 euros, lo equivalente a “un riñón”, pero no está pagado escuchar el silencio de la naturaleza. Desde Interlaken se cogen tres trenes hasta llegar a la cima; el último es especial porque se antoja el popular “tren de la bruja”. Y es que pasas por un túnel que se construyó gracias al dinero de los ingleses. Es el único camino para acceder al top, al sedoso glaciar, al ascensor más rápido que en 6,3 segundos sube 108 metros hasta el sol de las nubes que se sitúa sobre varios peldaños de nieve, avalanchas, niebla y el mal tiempo. Arriba, todo suena a calma, hace frío y el mareo está casi asegurado por la falta de oxígeno. Y abajo, todo es verde, el color de una población agrícola con esperanzas de prosperar ya que los jóvenes han de formarse en la ciudad.
Descendiendo de las nubes, recuerdas el tren de cremallera que sube hasta Harder Klum, donde te espera una vaca floreada en el mirador. La emoción por continuar el aventurero viaje te lleva a soñar con la fondue de Gruyeres, mientras te despierta una vaca a las 5 de la madrugada, ¡qué ternura la del animal! La Gran Ruta pasa por Friburgo, la ciudad de los cuentos de hadas con 18 hoyos repartidos para jugar al golf y emblemáticos puentes para crear arte. Si vas en carnaval siempre puedes disfrazarte y te dejarán entrar a las bodegas de las casas para invitarte a una copa, o bien si vas a pasear podrás ver el amoroso escudo que un esposo regalo a su señora el día de su boda, una insignia que representa la palabra y que tú mismo deberás descubrir. De vuelta a las nubes, con Swiss Air, me quedo con las ganas de seguir saltando en las praderas como Heidi y seguir soñando. Del Up de Europa, de vuelta al Baix. III