El programa Incorpora de la Obra Social “la Caixa” facilitó el año pasado 17.544 puestos de trabajo. Maite, Andrea, Juanjo, Diana, Sasha y Juan, seis casos de éxito en la inserción laboral de personas vulnerables
¿Qué hacen una joven madre soltera, un ex adicto y una ecuatoriana recién divorciada con dos hijos a su cargo para encontrar trabajo? Afortunadamente, las segundas oportunidades existen y son más necesarias que nunca en el actual y complicado escenario económico y social. El programa Incorpora de la Obra Social “la Caixa” ofrece vías de inserción laboral a personas vulnerables o con baja empleabilidad. Una de las entidades que participa en este proyecto es la Fundación Formación y Trabajo (FiT), donde se realizan acciones formativas transformadoras, ya que cambian vidas y mejoran la autoestima de quienes se ven desamparados.
Durante tres meses, los alumnos siguen un curso formativo de entre 250 y 300 horas que les enseña un oficio y les prepara para la vida laboral. Para facilitar ese objetivo, FiT cuenta en sus instalaciones de Barcelona con talleres de recogida de ropa, de reparación de zapatos y bolsos, lavandería, zona de restauración y hostelería, además de aulas habilitadas para cursos de carnicería y de camareros de sala y una extensa relación de actividades para enseñar un oficio. De este modo, las personas en riesgo de exclusión social puedan desarrollar competencias transversales, como saber gestionar su tiempo, elaborar el currículo o trabajar en equipo. Todo ello a partir del empoderamiento personal, de recuperar una autoestima en muchas ocasiones perdida por la mala suerte.
Ser madre soltera y trabajar
Maite Castellet, ex alumna del programa Incorpora en la categoría de camarera de sala, tenía dificultades para encontrar trabajo por ser madre soltera. Muchas empresas no la contrataban por “incompatibilidades horarias y falta de experiencia”. La joven luchadora de 24 años de edad es educadora infantil y reconoce haberlo pasado mal cuando “vas a muchas entrevistas y no te sale nada”. No obstante, “mi filosofía es levantarme siempre con una sonrisa, porque así encaras mejor el mundo”. Gracias a su positividad y a la formación recibida en Incorpora, Maite tiene un trabajo estable para la temporada de verano.
La heroína barcelonesa destaca la labor de los profesores de la entidad social porque la han ayudado a valorarse más como persona, a conocer sus puntos fuertes y sus debilidades para mejorarlas y a no ponerse nerviosa en las entrevistas. “Aquí te enseñan la vida, la verdad de trabajar y lo que cuesta”, enfatiza. La camarera subraya la importancia de tener una actitud proactiva, moverse y seguir este curso de formación, aunque no haya trabajo, para “no consumirse como una flor”. Las oportunidades llegan para todo el mundo. En el caso de Maite, el 30 de abril acabó su formación Incorpora y el 7 de mayo ya estaba trabajando en un bar. “Salí con el contrato en la mano”, recuerda sonriente.
Más integración laboral
En 2014, el programa de integración laboral facilitó 17.544 puestos de trabajo, 3.614 más que en 2013. Además, la Obra Social “la Caixa” mantiene 123 puntos de formación Incorpora en toda España para desarrollar 369 acciones formativas. Andrea Validiviezo, ex alumna del programa, es un caso de éxito laboral, gracias a su perseverancia y actitud luchadora.
La de Andrea es la historia de una madre coraje. Ecuatoriana y con dos hijos, de 15 y 16 años, atraviesa en estos momentos un proceso de divorcio. Con 46 años de edad, Validiviezo asegura que la limpieza nunca fue su profesión, porque “soy técnica de diseño de interiores”. Pero como extranjera “ya se sabe que uno ha de empezar de cero”. Tras 13 años de residencia en España, la Fundación Surt, dedicada a la inserción laboral de mujeres, le derivó al Servicio de Empleo de Cataluña (SOC) y, de ahí, a la Fundación Formación y Trabajo para que siguiera un curso formativo subvencionado.
A Andrea su edad le resultaba un impedimento laboral, por lo que optó por no ponerla en el currículo. Su perseverancia y las recomendaciones de la entidad social hicieron mella en la directora de una empresa de camareras de pisos. En la actualidad, tiene un trabajo de tres meses en una empresa de limpieza que la envía a locales comerciales, apartamentos turísticos y domicilios. Confiesa que tantos destinos resultan “amenos”, pero no deja de ser “un trabajo duro y contra el reloj”, aspecto este último para el que le entrenaron en la Fundación.
Doble superación
La técnica del programa Incorpora en Formación y Trabajo, Cristina Saltó, describe que el trabajo de prospección que hace entre las empresas tiene el objetivo “de captar ofertas de trabajo que se ajusten lo mejor posible a las persona que atendemos”. De esta forma, se les pueden ofrecer oportunidades laborales. Destaca que las empresas están muy abiertas a colaborar, pero hay un problema de desajuste entre lo que solicitan las compañías y las personas que atendemos que, por lo general, presentan “problemáticas sociales añadidas”.
Juanjo Martínez, de 43 años, pasó del mundo comercial a la cocina gracias primero a Proyecto Hombre, que le ayudó con el “problema de adiciones que tenía”. Esa organización le acompañó durante un proceso en el que estaba “mal conmigo mismo, desmotivado y me encontraba fatal”. Después de dos años, Juanjo se dio cuenta de que la labor de comercial no encajaba con su personalidad, ya que “yo era muy perfeccionista y me exigía muchísimo”. De modo que, cuando no alcanzaba los resultados, “no sabía gestionar mi frustración y acababa en mi adicción”.
La superación personal y profesional de Juanjo le ha aclarado las ideas para verse como un cocinero de verdad. El programa Incorpora le ha aportado una formación transversal y le ha permitido conocer cómo está el mercado laboral. La ilusión de Juanjo es sencilla: “Encontrar un trabajo en el que me sienta cómodo, independientemente del dinero y el horario”. Para lograrlo, está siendo muy metódico en la búsqueda, porque “el que siembra, recoge”.
Optimismo en la búsqueda
Cristina Saltó añade que las empresas grandes manifiestan interés en colaborar en el marco de sus programas de responsabilidad social corporativa, mientras las pequeñas suelen “llamarnos más por una necesidad de personal”. Diana Tapia, del programa Incorpora, tiene 22 años y un hijo y ahora sigue el curso de camarera de sala.
La joven ecuatoriana vive con su familia, pero aspira a tener su propio piso. Cuando “me quedé embarazada estuve muy baja de ánimos” por los pagos y los gastos que se sumaban al tener un bebé, pero ahora “soy optimista”. Con la ayuda de los técnicos y tutores del programa Incorpora de la Obra Social “la Caixa”, Diana ha superado su timidez con los clientes y ahora espera impaciente “mis prácticas en un restaurante”. La formación como auxiliar de camarera ofrece muchas posibilidades, ya que en España “hay mucho trabajo de esta especialidad”. También, valora mucho “las clases de inglés” que promueven los voluntarios de la Fundación.
“Sin voluntarios no podríamos ofrecer toda la diversidad de actividades que tenemos”, remarca Mar Sabrià, técnica de las acciones formativas del programa Incorpora en la Fundación Formación y Trabajo. Los colaboradores altruistas imparten clases de ofimática, inglés, comunicación no verbal, etcétera. Una labor de apoyo a los técnicos que resulta “imprescindible”.
Sasha Kean, originaria de Moscú, es alumna del programa Incorpora y le apasionan los idiomas. Reconoce que el curso le ha permitido una inmersión total en nuestro idioma “al tener que estudiar castellano todo el tiempo”. A Sasha le encanta aprender y servir a los clientes. Juan Castells, de 52 años, conoció el programa Incorpora a través de la Fundación Mambré. Después de tener una vida laboral variada, ha querido “reciclarse” en el mundo de la restauración y la entidad le ha dado la oportunidad. Juan ha empezado sus prácticas en un restaurante de lujo, y su actitud actual es “súper positiva y con muchas ganas de trabajar”. III