Es maravilloso lo que puede lograr un ser humano. Un profesor de Filosofía llamado Enrique Mesa ha puesto en marcha una campaña para que el Ministerio de Educación y el Congreso de los Diputados modifiquen la ley impulsada por el exministro José Ignacio Wert y que Ética vuelva a ser una asignatura común en la Enseñanza Secundaria Obligatoria; e Historia de la Filosofía, obligatoria en 2º de Bachillerato.
Estoy segura de que Salvemos la Filosofía conseguirá las 150.000 firmas que solicita a través de la plataforma Change.org.
Otro ejemplo es Gervasio Sánchez, un fotoperiodista que lleva un cuarto de siglo fotografiando las grandes tragedias de la humanidad en América Latina, África y Europa del Este. “Para que en el futuro no se pueda dudar del pasado”, figura en la muestra que puede contemplarse en el Centro de Arte Tecla Sala de L’Hospitalet de Llobregat hasta el 7 de febrero. Para que veamos lo que ha ocurrido mientras mirábamos para otro lado y para que no vuelva a repetirse, añado yo.
¿Qué está pasando para que un Gobierno crea que los estudiantes no necesitan estudiar Ética durante la enseñanza obligatoria? ¿Qué está sucediendo para que un periodista las pase canutas para realizar un trabajo que nos ayuda a comprender otras vidas y valorar la que tenemos?
Algunos me dirán que hay mucha gente buena y que se realizan grandes obras, como acoger refugiados de Siria, recoger donativos para el pueblo saharaui después de las inundaciones u organizar semanas solidarias como la que ha celebrado L’H a finales de octubre. Es cierto, y bravo, bravísimo, por el Ayuntamiento, las entidades y los ciudadanos que son capaces de dedicar parte de su dinero y su tiempo a ayudar a las personas que se encuentran en peor situación que ellos.
No obstante, tengo la impresión de que todo esto, aun siendo mucho, resulta insuficiente. Porque muchas instituciones, entidades y empresas no juegan limpio, y están rompiendo y corrompiendo las relaciones de confianza entre las personas. Porque, ¿de qué sirve enseñar Ética si el lugar donde se enseña y la sociedad en que se vive se rigen por los valores del dinero, el poder y el amiguismo? ¿De qué sirve documentar o aliviar la miseria humana si después seguimos nuestra vida como si no pasara nada?
Y, sin embargo, hay que hacerlo y seguir haciéndolo. Porque no sabemos cómo se enciende la chispa que prende y contagia los corazones. Porque una sociedad sin Filosofía, Ética ni Humanidades es una sociedad que ha renunciado a enseñar hasta dónde es capaz de llegar el ser humano. Porque una sociedad sin humanidad constituye un agregado compuesto de seres insensibles, vacíos y muertos. III