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La oposición al PSC rinde homenaje a Francesc Casbas

La oposición al PSC rinde homenaje a Francesc Casbas

Por Joan Carles Valero
jueves 12 de noviembre de 2015, 05:35h
En vísperas de cumplir 40 años de ejercicio del periodismo, la noticia de que toda la oposición de L’Hospitalet se ha puesto de acuerdo para aprobar una moción conjunta para “reformular” los medios de comunicación de la ciudad, me ha ocasionado una analepsis o “flashback” y me ha transportado repentinamente hacia mis orígenes profesionales.

Que la alcaldesa Núria Marín (PSC) se haya topado con la primera gran demostración de fuerza de la oposición tras las elecciones de mayo, materializada en el ariete de la información, se antoja premonitorio del papel que juega y va a jugar el periodismo en la actual etapa, dominada por lo que se denomina “nueva política”. Una nueva forma de relación de los poderes públicos con la ciudadanía a la que, necesariamente, un “nuevo periodismo” adquirirá mayor relevancia, siempre que sea servil solo con la sociedad a la que se dirige.

Arthur Miller dijo que un buen medio de comunicación es una sociedad hablándose a sí misma y no el monólogo al que nos tiene acostumbrados la mayoría de las publicaciones municipales pagadas con el dinero de todos. Igual ocurre en los medios públicos de la Generalitat, con TV3 y Catalunya Ràdio de paradigma. Porque en esto no hay diferencia entre derechas e izquierdas, ni entre independentistas y constitucionalistas porque se trata de uno de los pecados originales del poder.

Con 11 de los 27 concejales que integran el Ayuntamiento, la alcaldesa Marín ha gobernado hasta ahora en solitario con relativa tranquilidad por la dificultad que entraña que partidos tan dispares como Ciudadanos, ICV, PP, ERC, Guanyem, CiU y CUP llegaran a ponerse de acuerdo. Pero esa oposición tan heterogénea se ha conjurado por primera vez en los primeros compases de la legislatura. Sentar las bases de la reapertura de Radio L’Hospitalet, destituir la dirección del Diario de L’Hospitalet que el Ayuntamiento buzonea a todos los ciudadanos para que se convierta en un medio de comunicación y no una publicación exclusivamente del gobierno, son algunos de los sapos que ha tenido que tragar el hegemónico PSC en la segunda ciudad de Cataluña en favor de una mayor transparencia.

Nacer en L’Hospitalet marca
Nacer en L’Hospitalet de Llobregat es una cosa que marcaba mucho en 1958. Porque ni era una ciudad ni un barrio: era un lugar que ha ido creciendo a base de la gente que, siglo a siglo, ha hecho Cataluña. Y por ser una zona de aluvión, históricamente no ha sido el lugar elegido para vivir entre los que tenían todo desde la cuna, sino de los que se lo han tenido que ganar a base de esfuerzo, tesón, sacrificios y fuerza de voluntad. Si nacer en L’Hospitalet marca, haber elegido una profesión que no es el oficio más antiguo del mundo, pero casi es igual, marca aún más. Es un oficio en el que vendes a diario una parte de ti, generalmente por un precio de miseria y casi siempre sin sentir ningún placer. En la mayoría de los casos, salvo agradables excepciones, al servicio permanente de los proxenetas que determinan lo que debes hacer y cómo lo debes hacer, sin contar contigo para casi nada.

Resulta sorprendente, pese a todo, mi resistencia. Porque un periodista, si nace en L’Hospitalet, no lo tendrá nunca fácil. Los orígenes marcan también en la propia ciudad: los sentimientos influyen y las vivencias tatúan su sombra abrumadora sobre la conciencia, tanto la propia como la ajena. El gesto de la oposición de L’Hospitalet me ha parecido un homenaje póstumo a Francesc Casbas, que murió hace cinco años y con quien fundé en 1979 la primera Radio de L’Hospitalet en colaboración con Damià García Priu (el hermano pequeño de los gestores del Casino de la ciudad) y el dj Narcis Enriquez.

El origen de Radio L’Hospitalet como onda libre, porque así es como se denominaban en 1979 las emisoras pioneras de la FM, fue a partir de la emisora que construyó Casbas en su casa del barrio Centre y desde la que emitíamos 6 horas diarias, incluyendo un informativo. No recibimos ni una peseta de subvención porque nunca la pedimos, ni emitíamos ni un segundo de publicidad porque así nos lo planteamos. Lo nuestro era hacer realidad el sueño de crear un medio de comunicación para nuestra ciudad y para ello tuvimos que poner dinero de nuestros bolsillos, además de nuestro empeño y trabjao.

Compra de la emisora en Milán
Al tratarse de un emisor artesanal de escasa potencia, la señal llegaba con dificultades a algunas calles de L’Hospitalet, aunque se propagaba fácilmente hasta las costas del Garraf. Para solucionarlo, viajamos a Milán (Italia) y, previo pago de casi 100.000 pesetas, pasamos en el maletero del coche por la frontera un emisor convencional desmontado como si fuesen componentes electrónicos y así evitar el control aduanero. Con ese equipo logramos emitir a toda el área metropolitana de Barcelona con una programación de 10 horas diarias. A nosotros se unieron una joven Mercedes Luz, estudiante de Periodismo que llegó acompañada de su madre y que hoy es la delegada de Efe en Navarra; Francesc Perearnau, hoy subdirector de Mundo Deportivo), Kronia y un largo etcétera de consagrados profesionales.

La noche del 5 de enero de 1980 la recuerdo con especial cariño, ya que la emisora, pilotada por ese puñado de soñadores, logró recoger y repartir juguetes a más de 300 niños cuyas familias carecían de recursos económicos. Julián Crespo nos cedió el local de su lavandería en La Florida para realizar aquel programa especial, y luego, seguimos en una habitación de su hogar, desde donde emitimos hasta que la Policía Nacional irrumpió con una orden de precintado. El entonces ministro de Transportes y Comunicaciones, Salvador Sánchez-Terán, me abrió un expediente sancionador por emitir sin licencia, a pesar de que la tramitamos. Fue entonces cuando el pleno del Ayuntamiento de L’Hospitalet, presidido por el alcalde Juan Ignacio Pujana, declaró a nuestra entidad de interés público y puso a nuestra disposición los servicios jurídicos municipales para defender la causa de una emisora de radio en la segunda ciudad de Cataluña.

El apoyo municipal fue más allá y nos cedieron el Palacete de Can Buxeres para instalar nuestros estudios hasta que en la primavera de 1980, los asaltaron con nocturnidad y nos robaron todos los equipos. Curiosamente, Salvador Pàmies, radioaficionado y propietario de una armería que se acercó a nosotros al comienzo de nuestra aventura, emprendió a partir de aquel momento un floreciente negocio de venta de emisoras de radio a los ayuntamientos catalanes y de otros puntos de España. Casbas, tan buena persona como excelente técnico, siempre mascullaba que “nuestra” emisora acabó como radio municipal de un municipio del Maresme. Nunca lo pudimos comprobar. III

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