El comienzo de año nuevo suele ser una excelente oportunidad para hacer balance de lo conseguido hasta la fecha y plantearse nuevas metas de cara al futuro. Por eso resulta oportuna la conferencia anual de la alcaldesa de L’Hospitalet, Núria Marín, quien este miércoles ha expuesto las prioridades de su gobierno para el futuro inmediato.
El primer paso para avanzar, qué duda cabe, consiste en atreverse a soñar. Por eso Marín se ha vanagloriado de haber situado a L’Hospitalet donde nadie lo imaginaba en 2012. Por eso el presentador del acto y director de La Vanguardia, Màrius Carol, ha señalado cómo la ciudad ha pasado de ser “la puerta de atrás de Barcelona a convertirse en la puerta de entrada”. Todo ello, según la alcaldesa, gracias a un modelo socioeconómico basado en generar riqueza para después redistribuirla entre los colectivos más necesitados; un sistema que ha criticado el portavoz del grupo municipal de ERC, Antoni García, pues puede dar lugar a una “ciudad de dos velocidades”. Concretando un poco más, la primera edil sueña con el soterramiento de las vías del tren y con que todo el mundo tenga las mismas oportunidades para “tirar para adelante y ser feliz”.
No hay nada malo en soñar, siempre que no se confundan los sueños con las ensoñaciones. Las competencias en infraestructuras, ha recordado el Partido Popular, no dependen de los ayuntamientos, así que el equipo de gobierno no puede atribuirse el mérito de que la línea 9 vaya a ponerse en marcha antes de la celebración del Mobile World Congress, en la cuarta semana de febrero, del mismo modo que no se responsabiliza del fracaso en el soterramiento de las vías. La felicidad, me temo, resulta una competencia mucho más esquiva, por lo que más vale callar antes que frustrar.
Tampoco resulta muy recomendable plantearse objetivos en los que el éxito dependa en exceso de lo que otras personas o instituciones puedan ofrecernos. Quizás por eso se ha hablado muy poquito del Clúster Biomédico, pues el soterramiento de la Granvía requiere de la aprobación de la Generalitat, y tal vez por eso se ha hecho hincapié en que se invertirán 30 millones de euros en el Distrito Cultural durante los próximos ocho años, con la ayuda de la Unión Europea o sin ella.
La distinción entre “competencias legales” y “competencias morales” huele bien, pero sabe raro, probablemente porque uno no debería prometer aquello que no puede cumplir, porque no está en su mano, por muchas ganas que tenga de llevarlo a cabo. El argumento de que los ayuntamientos son quienes mejor conocen la realidad del municipio y, por consiguiente, pueden diseñar las políticas más adecuadas, permite reclamarlo todo, hasta las competencias en seguridad, como ha solicitado la alcaldesa esta misma semana.
El autoengaño tampoco parece un buen compañero en la aventura de cambiar, primero porque no avanza uno mismo, segundo porque los demás comienzan a desconfiar. Que el Ayuntamiento sancionará a los bancos que no alquilen los aproximadamente 1.000 pisos que se hallan vacíos a un precio razonable es algo que propusieron el PSC-PM e ICV-EUiA en
una moción del pleno del 28 de enero de 2014. En su discurso, la alcaldesa se justificó aludiendo a la ausencia de un marco legal que ofreciera seguridad. Si se refiere a la Ley de Medidas Urgentes para Afrontar la Emergencia en el Ámbito de la Vivienda, aprobada en julio de 2015 por el Parlament, entonces (se) engañaron en 2014 o (se) han engañado durante los últimos meses. Y resulta bastante comprensible que la portavoz del grupo municipal de ICV-EUiA-Pirates, Ana González, haya declarado que el anuncio llega “un poco tarde”, se ha realizado “de cara a la galería” y, en definitiva, no se crea muchas cosas “hasta que no estén los pisos a disposición de la ciudadanía”. De hecho, González ha justificado la ausencia de todo su equipo en el acto de la alcaldesa por hallarse apoyando a los padres y trabajadores que ese mismo miércoles se concentraban delante del ambulatorio de los pajaritos para denunciar la ausencia de tres pediatras y la consiguiente pérdida de calidad del servicio.
Todo es importante: lo macro y lo microLa clave del éxito reside, por tanto, en conocerse, en aceptar lo que poseemos y lo que carecemos para avanzar desde ahí. Pisar la tierra, el humus, se llama humildad. En la conferencia de la máxima representante del municipio no se ha hablado de sanidad, uno de los “pactos estratégicos” con los que se inició la legislatura. Tampoco se ha hecho alusión al futuro de Can Trabal, como ha sugerido Antoni García; ni a las cuestiones que más preocupan a los vecinos, como la limpieza y el civismo, que ha comentado el portavoz de Convergència i Unió, Jordi Monrós.
Por el contrario, sí se ha hecho referencia al fomento de la participación ciudadana, con el inicio de un nuevo L’Hospitalet On centrado en los barrios. Ahora bien, no habría que confundir la participación con la transparencia, y viene al caso la moción que presentan el PP y Canviem L’H en el pleno de este martes, por la que instan al gobierno municipal a hacer accesible a todos los ciudadanos la “agenda única” donde figuran los acontecimientos más importantes del gobierno y demás entidades de la ciudad.
Y el tema estrella, a mi modesto entender, ha sido la educación. Núria Marín ha anunciado que los antiguos juzgados acogerán un centro formativo online, una escuela de negocios y un centro universitario. Y que los alumnos de cuarto de la ESO podrán contar con un profesor de inglés de refuerzo. Esto constituye, a mi juicio, lo más valioso de todo el discurso de la alcaldesa, pues habla de un tema importante con un cierto nivel de concreción. Porque equilibra lo macro y lo micro. Porque, si uno quiere cambiar verdaderamente, ha de aspirar a grandes sueños, pero asegurarse también de que estos se hallan enraizados en la realidad.