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Una nueva ola verde
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Una nueva ola verde

L'Hospitaleando

Por Eva Jiménez Gómez
lunes 01 de febrero de 2016, 09:30h
Recientes acontecimientos me llevan a pensar que estamos entrando en una fase de mayor consciencia sobre la importancia de cuidar la naturaleza y el medio ambiente que nos rodea.

Tal vez el “primer acuerdo universal” alcanzado en la Cumbre del Clima de París, celebrada hace un mes escaso, nos ha hecho ver que, ahora sí, apenas nos queda margen de maniobra para revertir el desgaste al que hemos sometido al planeta. Los gráficos difundidos por la oenegé Climate Central, y de los que El Llobregat se hace eco en su edición de papel de enero, hablan por sí solos. Si no conseguimos que la temperatura del planeta no suba más de dos grados respecto a las mediciones realizadas antes de la Revolución Industrial, en 2050 podríamos ver cómo el agua del mar sube hasta inundar gran parte del Parc Agrari, El Prat de Llobregat o el aeropuerto. Y el ingeniero Carles Riba advierte que, o en 2050 hemos consumado la transición energética hacia las renovables, o no habrá futuro para nadie.

Nuestros representantes políticos más cercanos también parecen bastante preocupados por el tema, pues justo en el pleno de la semana pasada se han presentado y aprobado hasta cinco mociones relacionadas con la ecología. Las más amplias de miras, las presentadas por Esquerra Republicana, que ha solicitado al gobierno municipal que asuma su responsabilidad en el cumplimiento de los acuerdos de París mediante la actualización del Plan de Acción de Energía Sostenible y su seguimiento y evaluación a través de un informe anual. ERC también ha pedido el apoyo del Consistorio contra el Plan Hidrológico de la Cuenca del Ebro, por entender que pone en peligro el ecosistema del Delta.

ICV-EUiA-Pirates, por su parte, también ha presentado otras dos mociones verdes. En la primera, además de hacer referencia a la cumbre de la capital francesa, mencionan los fraudes cometidos por algunos fabricantes de automóviles y denuncian la falta de transparencia en cuanto a la emisión de gases contaminantes. Es por ello que han pedido al gobierno municipal que revise y refuerce el Plan de Movilidad y el Plan Director de la Bicicleta, con el objetivo de minimizar los desplazamientos en vehículo privado y la consiguiente contaminación, entre otras cuestiones. En la segunda moción han instado al Ayuntamiento a prohibir de manera explícita a todas las personas y empresas que trabajen para L’Hospitalet el uso de glifosato, un componente que se utiliza para erradicar las ‘malas hierbas’ y que puede tener efectos cancerígenos,. Finalmente, pero no en último lugar, Ciudadanos ha pedido que se limpien las vías de los trenes y se reubiquen los semáforos próximos a las calles Terra Baix, Canigó y Vilafranca del barrio de Sant Josep, por falta de higiene y ruido de frenazos y arrancadas continuas, respectivamente.

La sociedad civil, o al menos la más organizada, tampoco se ha mostrado ajena a esta nueva sensibilidad que parece ir cobrando cada vez más fuerza. Así, este jueves se ha presentado el número 29 de la colección Quaderns d’Estudi, el primer monográfico promovido por el Centre d’Estudis de L’Hospitalet dedicado enteramente a la gestión del medio ambiente en la ciudad. El biólogo y meteorólogo, José Luis Casanova, ha explicado que L’Hospitalet también está sufriendo el cambio climático, y no sólo porque estemos viviendo uno de los inviernos más calurosos y menos lluviosos en décadas, sino porque en los últimos 15 años la temperatura media ha subido a 17,1 grados, la precipitación mediana anual ha descendido a 532 milímetros al año y ha ido en aumento el número de fenómenos meteorológicos extremos, como nevadas o inundaciones. El asunto resulta mucho más grave de lo que parece, pues un cambio significativo en estos indicadores conlleva importantes problemas de salud, la aparición de especies invasoras, un mayor uso de los servicios sociales, el agravamiento de la pobreza energética, etc., etc., etc.

Ahora bien, toda esta oleada ecológica parece ir en aumento, pero no resulta enteramente nueva. El periodista Jesús Vila lo ha recordado al narrar algunas de las reivindicaciones de los hospitalenses de finales de los siglos XIX y XX en pro de una mayor calidad de vida laboral y vecinal, al mismo tiempo que ha vaticinado la necesidad de no descuidarse en dicha tarea.

L’Hospitalet ON dejó el Consell de la Sostenibilitat en OFF

Y yo no puedo no preguntarme si no nos estaremos descuidando. O, expresado en clave política, ¿el paso de la Agenda Local 21 al modelo smart city (ciudad inteligente) ha supuesto una mejora significativa a la hora de afrontar los retos medioambientales? El interrogante no es mío, sino del geógrafo y asesor en medio ambiente, David Prieto, quien ha expuesto cómo, a finales del siglo XX, en medio de otra oleada sensible a las problemáticas medioambientales, el Ayuntamiento creó un Área de Medio Ambiente, puso en marcha la Agenda Local 21 y estableció un Consejo de la Sostenibilidad que va organizar fórums, planes de acción y un sistema de indicadores medioambientales que, a juicio de Prieto, estaban dando muy buenos resultados. “Y el relato iniciado en 1996 se rompe de repente con L’Hospitalet ON”, el proceso participativo promovido por el gobierno municipal para llevar a cabo la tercera transformación de la ciudad. Y los temas ecológicos quedan reducidos, según Prieto, a un papel subsidiario, a un grupo de trabajo dentro de una mesa sectorial sobre Desarrollo Económico y Ocupación.

Ah, con la economía hemos topado. Tan preocupados estamos por nuestro puesto de trabajo –y lo comprendo-, que nos hemos olvidado del aire que respiramos –y no lo justifico-. La economía es lo primero, todo lo demás viene después. Quedó bien claro en la conferencia de la alcaldesa: si hay que crear un metro regional, es por el desarrollo económico del Área Metropolitana de Barcelona y, en segundo lugar, para evitar la contaminación. Y por eso ni se habla de preservar la zona verde de Can Trabal, no vaya a fastidiar al empresariado. Tal vez por eso asistimos a un aluvión de medidas-parche, como la campaña para reducir el uso de bolsas de plástico en comercios y mercados; o como trasladar el pino de la Remunta, uno de los más antiguos de la ciudad según dicen, para que no acabe fagocitado por los bloques de cemento. Que está muy bien, oigan, pero que no van al grano. Y el caso es que esta historia me suena... ¿seremos capaces esta vez de salir a la calle para defender nuestra salud, la del planeta y la de las generaciones venideras? Mucho me temo que, como ha lamentado el profesor Genís Pascual, sigamos cargando el peso de la educación medioambiental sobre las espaldas de las escuelas.

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