Convertir los 186 kilómetros del cauce del río Llobregat en un producto turístico para que se pueda transitar a pie, bicicleta o caballo, desde Castellar de N’Hug, en plena Sierra del Cadí, hasta el mar en El Prat, es el proyecto que acaricia Marc Castells, alcalde de Igualada y vicepresidente segundo de la Diputación de Barcelona al frente del área de Desenvolupament Econòmic. En dos años y tras 20 millones de inversión, Cataluña podrá ofrecer su primera Vía Blava. En el Baix Llobregat el reto consiste en no morir de éxito.
El Llobregat es un río que transformó Cataluña en el pasado y que ahora volverá a hacerlo, pero esta vez con una apuesta por otro tipo de industria: la turística a partir de convertir el GR o gran ruta 270 en un camino practicable y atractivo para los turistas que vienen a Barcelona. La conselleria de Territori i Sostenibilitat que dirige Josep Rull y la Diputación de Barcelona están redactando un plan director de los ríos como primer paso de la planificación del proyecto estrella que la institución provincial ejecutará en la presente legislatura: convertir el cauce del río Llobregat en un producto turístico para ofertar a los mercados internacionales. El alcalde de Igualada, Marc Castells, de orígenes industriales, apuesta decididamente por el turismo como motor de desarrollo económico de las comarcas que atraviesa el Llobregat y sus afluentes Cardener i Anoia, a lo largo de sus 186 kilómetros de cauce. Lo reconoció en una reciente jornada del Cercle d’Infraestructures que preside Pere Macías, donde avanzó el proyecto de la que será primera Vía Blava de Cataluña, emulando la experiencia de las Vías Verdes que han transformado las vías de ferrocarriles en desuso en pistas de biciturismo o senderismo.
En el plazo de un año, Castells prevé que la planificación del plan director de los ríos esté lista, de forma que en el año 2017 se puedan emprender los trabajos de ejecución de las fases que convertirán el cauce del río, desde su nacimiento a más de 1.200 metros de altitud, en las fuentes del Llobregat, en Castellar de N’Hug, hasta Martorell. Porque desde esa ciudad hasta el mar, ya existe un parque fluvial merced a diferentes actuaciones que ya han hecho posible la recuperación de la ribera a su paso por los distintos municipios de nuestra comarca. En este punto, Castells reconoció que el reto será evitar que el parque fluvial se convierta en una rambla de gente corriendo y a pie mientras sortean las bicicletas a toda velocidad. Un extremo que ya ocurre los fines de semana.
Espíritu de la Mancomunitat
Veinte millones de euros invertirá la Diputación de Barcelona en hacer practicable a pie, bicicleta o caballo la ruta desde Castellar de N’Hug hasta El Prat. El proyecto bebe del mismo espíritu de la Mancomunitat que hace ahora cien años emprendió una frenética actividad para garantizar que a todos los municipios de la provincia de Barcelona llegaba el teléfono, una biblioteca y una carretera para acceder. A juicio de Castells, el objetivo es “poner una nueva infraestructura al servicio del país”.
Una infraestructura natural que se enmarca en los compromisos por un mundo más sostenible y la Carta Mundial del Turismo, que subraya la necesidad de apoyarse en la conservación y biodiversidad, ya que un entorno medioambiental sano es un recurso que pone en valor el territorio donde se encuentra. Con el proyecto de Via Blava, la Diputación persigue la certificación Biosfer para toda la provincia al recuperar la vía de comunicación que históricamente fue el río en un camino vivo y dinámico que permita poner en contacto los distintos municipios que cruza su cauce.
Desarrollo económico
El Llobregat volverá a ser un camino reconocible para sus vecinos y para los visitantes. Sus atractivos superan 150 ofertas turísticas de distinta índole: desde las industrias textiles modernistas a puntos de interés religioso, parques naturales, museos, etcétera. Los principales objetivos del proyecto son la recuperación ambiental del cauce mediante la restauración de la flora y fauna de ribera para que el Llobregat se reconvierta en un patrimonio social, cultural y turístico sostenible. La cohesión del territorio que atraviesa el río, que recuperado “coserá” los municipios, lo convierten en un proyecto de país, según subrayó Castells.
Potenciar el desarrollo económico, sobre todo de las comarcas aguas arriba, es otro de los objetivos del proyecto Via Blava, ya que la creación y promoción de esta marca turística alentará oportunidades de negocio a lo largo del cauce: desde empresas de alquiler de bicicletas a restaurantes, hoteles, guías y todo tipo de actividades asociadas al uso y disfrute de la naturaleza. Todo ello en colaboración con los municipios y empresas como Ferrocarriles de la Generalitat, que ya disponen de productos como el servicio de transporte a Catalunya en Miniatura en Torrelles o la Colonia Güell en Santa Coloma de Cervelló. De hecho, la empresa pública que dirige Enric Ticó, ya dispone de un tren turístico en las fuentes del Llobregat. No en vano, el Llobregat ya fue utilizado en tiempos de los romanos como Vía Augusta. Solo hay que procurar que los fines de semana no se convierta en una autopista y que las rieras sean consideradas también una parte del río y, por lo tanto, del parque fluvial y de la futura marca Via Blava.III