Oriol Paulo escribió el guión de “Los ojos de Julia” que me pareció francamente deficiente, sin embargo en “El cuerpo” logró algo difícil, generar tensión y suspense en sus dos facetas, la de guionista y la de director.
Su guión para “Secuestro” intenta emular al clásico thriller estadounidense y el resultado es satisfactorio. Eso sí, hay algunos elementos incoherentes en su desarrollo que afectan especialmente a la protagonista principal. Los giros inesperados funcionan y el resultado es mejor de lo esperado. Intenta mover todo para que nada sea lo que parece, tarea nada sencilla. De un film de este género y tan alambicado es mejor contar lo mínimo posible de la trama.
La directora es Mar Targarona (Barcelona, 1953), habitual productora con su compañía Rodar y Rodar. Este es su segundo film en este campo, el primero fue “Mor vida meva”, de 1996. Mar estudió Arte dramático en Barcelona, en Estrasburgo y con Lee Strasberg. Formó parte de Dagoll Dagom, compañía teatral de altos vuelos, con vocación vanguardista. También ha ejercido como directora en dos serie de televisión, en algunos de sus capítulos, “Ull per ull” y “Abuela de verano”.
Una de las claves del éxito de “Secuestro” está en su reparto que encabezan Blanca Portillo y Antonio Dechent, pero en el que están también Vicente Romero, José Coronado, Miguel Ángel Jenner, Macarena Gómez, Nausicaa Bonín, Andrés Herrera, Josep María Pou, Ramón Fontseré, Raquel Pérez, Mercé Montalá y muy especialmente el niño Marc Domenech que hace un trabajo espectacular, cercano a lo magistral, como hijo de la protagonista. Gran parte del mérito hay que atribuírselo a Pep Armengol, director de cásting, que ha sabido encontrar a una joya como Marc, y también a Laura Jou, coach de actores. Ambos han realizado un trabajo impecable. Hay que recordar que Laura es la directora de “No me quites”, uno de los mejores cortos españoles de los últimos años.
“Secuestro” es un film que logra su objetivo principal. Generar tensión y entretener. Nos presenta a Patricia, una abogada que ve su vida trastornada cuando su hijo Víctor desaparece del colegio. Cuando el niño asegura a la policía que un hombre ha intentado secuestrarlo y lo reconoce en una rueda de identificación. Pero como las pruebas no son definitivas, el sospechoso queda en libertad. Temerosa de que algo pueda pasarle a su hijo, Patricia decide quebrantar sus principios y tomarse la justicia por su mano, lo que acabará teniendo consecuencias imprevisibles.
La película tiene un final imprevisible, bien trabajado. Quizá algunos secundarios están solo perfilados, pero el conjunto funciona. Lo que no acaba de tener empaque es la denuncia de la corrupción, le falta profundidad.
Como retrato de la pérdida de la inocencia funciona fluidamente.
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