El pasado mes de mayo, el Periódico de Cataluña entrevistaba a Antonio Balmón. Los que leyeran el artículo sin conocer al edil del PSC, podrían pensar que su gestión es casi modélica. Nada más lejos de la verdad.
Más allá de las supuestas realizaciones y éxitos de su equipo de gobierno, Balmón capitanea en Cornellá un PSC desnortado, sectario en ciertos posicionamientos y controlador en el peor sentido del término. Un PSC que aspira a mantener su influencia social mediante unas prácticas de gobierno que son el epítome de la política más vieja y casposa: nombramientos a dedo que podrían realizarse mediante licitación de plaza pública, falta de pluralidad y bidireccionalidad en los medios de comunicación municipales, una emisora de radio que ni siquiera conoce su número de oyentes, rechazo de las propuestas del “síndic” de la ciudad cuando se concretan en mociones, hacer trabajar a la Guardia Urbana en condiciones ilegales que atentan a su seguridad personal y a la dignidad laboral o confundir la laicidad con el laicismo en clara vulneración de la libertad que debe asistir a la ciudadanía en su participación en la vida pública. Suma y sigue, porque la lista es larga.
Acosado en la AMB por el intento de ERC y Barcelona en Comú de recuperar la gestión pública del agua (impagable su ausencia en la inauguración de la exposición H20 y la celebración del día mundial del agua en Cornellá), así como por los intentos de Manuel Bustos, ex alcalde de Sabadell, de colocar a dedo a través de Balmón a socialistas de carnet -el famoso caso Mercurio-. Ya se sabe, Antonio firmaba sin leer.
Balmón también juega al despiste en la senda suicida que los separatistas pretenden hacer recorrer a los catalanes. Lejos de Balmón recoger el sentir mayoritario de la ciudadanía de Cornellá, incluidos sus votantes, que se sienten tan españoles como catalanes. Silencio frente a los actos ilegales del Parlament de Catalunya. Silencio frente a los incumplimientos de una ley de inmersión lingüística que apoyó en Cornellá mientras mantenía de facto el monolingüismo en las dependencias públicas. Balmón desvía la mirada cuando sus compañeros de partido se integran en la Asociación de municipios por la independencia (AMI), lo mismo que ignora iniciativas como la del alcalde de Viladecans, condenando las ilegalidades de los secesionistas. A Balmón le incomodan sus siglas. Quizá por ello eran casi inapreciables en la propaganda que utilizó en las últimas elecciones municipales. Frente a los socialistas… Balmonistas. Una excusa para justificar un cesarismo clientelar que actúa como refugio para los que a estas alturas ni siquiera se atreven a defender los desvaríos, bandazos y traiciones al electorado del socialismo catalán.
Todo sea por Cornellá, por el de ellos, no el de todos, por el de siempre, no el renovado. Todo sea por la defensa de su particular ínsula Barataria, con el inestimable apoyo de su nuevo Sancho Panza, Arnau Funes - EUiA Cornellà- (por alguien había que sustituir a Joaquín Fernández). Es la doble cara del señor alcalde. III