En el bar del Parlament es barato pero los políticos no lo prefieren. El 27 de julio debieron almorzar retrasados, por una nueva treta “desconectora” entre la CUP y Junts pel Sí sorpresiva, con consultas a letrados y códigos en directo, sin épica, cinismo y quejas de la oposición.
La Sra. Forcadell gritó sus “mantras” y facilitó la nueva etapa “alegal o ilegal”. Si en el 9-N se probó con Escocia, y ahora se tienta con Quebec, casi siempre se ha pensado en la “DUI” de Kosovo, pero con las formas suaves del “grupo Praga” que ya nos propuso el divorcio a la checa o a la belga. Con diversa geografía y un deseo: Independencia unilateral paso a paso, sin violencia. También se aprobó el embrión de la Seguridad Social separada. En la tribuna aplausos sin emoción. Y eso fue todo; luego un lobista del “cannabis” explicó las ventajas del producto y fue el más aplaudido del hemiciclo.
En una pausa, el diputado de C’s Espinosa, en el ascensor, nos comentó una docena de “momentos históricos” del dúo Puigdemont-Mas, y eso sin gobernar apenas. Nos administran el 60% de los impuestos y arruinados estamos.
Hay un color, el naranja, que visten los brahmanes en la India, asociado al sol y la vitalidad; en Holanda es el real color nacional y partidos nuevos -C’s- lo adoptaron en sus logos.
También se creó la mascota del “Naranjito” mote que se le aplicaba a Rivera a veces. Ahora al salir del Parlament, uno sorbe un brik de naranjada y se dice que en sesiones como la de hoy, nos falta vitamina C y que, si se produce una marea anaranjada, estos desafíos y líos remitirán y que las naranjas que se pudren en todo el Levante por su bajo precio, serán revalorizadas y puestas de moda, hasta en el bar del Parlament.
Tal vez la naranjada que participa en tantos combinados, acabará siendo el ingrediente ideal vía C’s para salir de la inacción política y evitarnos nuevas elecciones. Recuerden, la naranja vino de la India y se adaptó aquí, qué no será capaz de lograr todavía. III