Esta semana, casi de forma obligatoria el personaje de la semana debe estar dedicado al “policía violento” en honor y homenaje al gran trabajo que lleva a cabo el actor Roberto Álamo, como un policía violento, un policía pasado de revoluciones, en el excelente thriller de Rodrigo Sorogoyen “Que Dios nos perdone”.
La violencia en el cine es un plato que se sirve de muchas maneras, frío, tibio, caliente y ardiendo, pero cuando la violencia viene de la policía, de los llamados cuerpos de seguridad, entonces es mucho más complicado saber cómo se ha servido el citado plato de la violencia. Son muchas las películas con policías violentos, bien sean policías en solitario, el más emblemático y quizás uno de los primeros sería Harry Callahan, el popular personaje interpretado por Clint Eastwood en la serie de “Harry, el sucio”, durante los años 70 y 80; bien sean policías en parejas, las famosas buddy movies policiacas de Hollywood, donde uno es el policía pacífico, dialogante y sosegado y el otro es el policía violento, sobresaturado de acción y de testosterona, en la línea de los dos protagonistas de “Que Dios nos perdone” (Velarde-Antonio de la Torre-tranquilo y reflexivo, y Alfaro-Roberto Álamo-violento e impulsivo) y que en el cine de Hollywood tiene su mejor representación en los dos protagonistas de la saga de “Arma letal” (Mel Gibson, el violento y resolutivo Martin Riggs, y Danny Glover, el tranquilo y prudente Roger Murtaugh).
Cómo en la vida misma (por escribirlo con el dolor de la violencia diaria que se produce en Estados Unidos por parte de los cuerpos de la policía), el cine ha proyectado esa violencia de muchas formas y en muchas películas. ¿Quién no recuerda al violento Harvey Keitel de “El teniente corrupto” (1992), de Abel Ferrara, o al duro e impetuoso Russell Crowe de “L.A Confidential” (1997), de Curtis Hanson?
En el cine español, el violento y desencadenado policía Alfaro de “Que Dios nos perdone” ya tiene un antecedente quizás más violento y perdido, como fue Santos Trinidad (otro trabajo memorable de José Coronado), en la película “No habrá paz para los malvados” (2011), de Enrique Urbizu, otro de los grandes thrillers del cine español de los últimos años.
Lo cierto es que la violencia de algún que otro policía siempre ha tenido en el cine una proyección muy especial, por lo que la lista que cada uno de nosotros puede hacer es muy larga y, evidentemente, muy discutible. Y en cierta medida, hay que ir con cuidado con el tema porque en muchos casos, la mayoría diría yo, el policía violento no es más que una víctima del mundo criminal y violento en el que debe moverse y que entra a formar parte indeleble de su vida.
Pero quede aquí este controvertido personaje de la semana, insisto en homenaje a un gran Roberto Álamo, que se merece éste y otros muchos homenajes.
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