Durante años, se jugó al tenis en el manicomio masculino de Sant Boi y, en sus pistas de roja tierra batida, muchos se iniciaron en un deporte que entonces tenía un aura aristocrática. Sin embargo, la llegada de la antipsiquiatría del triestino Franco Basaglia franqueó los muros de estas instituciones hasta entonces cerradas, salvo a sus empleados.
Los nuevos tratamientos y la socialización creciente de los “locos”, ya entonces enfermos psiquiátricos, mejoraron la frecuentación de las pistas. Con el tiempo se creó intramuros el club tenis Sant Boi, hoy ya fuera del recinto.
Muchos recordamos un conjunto de aire hiperboloide y extraño de donde los internos nos lanzaban las pelotas perdidas, así como los bancos de azulejos, donde esperábamos nuestro turno.
Su estado no era ya óptimo pero tenían una belleza visual que en el año 2002 empezó a valorarse y lo que el rumor interno y los escasos registros atribuían a experimentos de laborterapia de autistas, dirigidos por algún mañoso maestro de obras, se ha ido ampliando y depurando con nuevas informaciones y se ha llegado a este punto tan interesante de la casi certeza de ser tres edificaciones de una primera obra de un arquitecto llamado Antonio Gaudí que hacía parada de tartana, en ocasiones, cuando dirigía las obras de la Colonia Güell, hoy ya patrimonio mundial Unesco.
Sabemos que un pabellón modernista en el psiquiátrico desapareció y que la disposición de un valioso jardín se modificó, sin muchas consideraciones. Hoy el arquitecto Agulló es un paladín del tema y en diversos congresos gaudinianos ha defendido la autoría de la capilla interior y bancos anexos.
Hay escépticos y la cátedra Gaudí parece deseosa de acabar el registro de obras. Más allá de toda la erudición, lo cierto es que en nuestro hospital psiquiátrico existe un conjunto del que las guías locales y carteles no hablan.
Y muchos expertos tienen ya la premonición de un Gaudí en Sant Boi porque sus resaltes caprichosos y azulejos tienen lo que hay que tener: hermosura. Y ésta mueve al turismo cultural, -bienvenido sea-, porque a la vecina cripta Gaudí los japoneses y otros peregrinan, ¿les dejarán entrar a nuestro hospital de S. Juan de Dios?
Deberá crearse la más mínima acogida y servicio de guías -para este maná- por el que tantas ciudades suspiran.
Y no olvidemos el conjunto en Marianao de la torre del Sagrado Corazón y el palacio del marqués de Marianao, sede de un ex negrero y hoy de una Fundación. III