José Luis Morlanes nació en Pozuelo de Calatrava (Ciudad Real) en 1963, pero a los cinco años llegó a Cornellà y ahí sigue. Empezó a militar en la UGT en 1977 y en el PSC en 1978, el año de su constitución. Su trayectoria política difiere de la de cualquier alcalde o concejal que haya habido en el Baix Llobregat, porque pasó de la esfera pública a la privada sin reparos y ahí sigue, ahora al frente de una empresa de energías renovables.
En esa dilatada trayectoria ha sido secretario general de la UGT del Baix Llobregat (1990-1998), presidente del Consell Comarcal (1998-2003), teniente de alcalde de urbanismo de Cornellà (1999-2003), pero también vicepresidente económico del RCD Espanyol y vicepresidente de la empresa La Seda. “He pasado por varias secciones de los periódicos y eso es poco habitual: laboral, política, economía y deportes. Esa es mi suerte”, asegura.
De trato afable y campechano, Morlanes concreta la entrevista para EL LLOBREGAT después de hacer y deshacer la cita en varias ocasiones en una misma mañana. No pasa más de una semana sin que esté embarcando para viajar a una punta y otra del mundo en la expansión de su empresa. Propone hacer un tentempié cuando acabe de firmar en una notaría de Barcelona, antes de partir. “Nadie puede estar en política toda la vida y ser
eficiente, porque para eso hace falta aceptar cosas en las que no crees. Es mejor disfrutar unos años sirviendo a la comunidad. A partir de ahí hay gente que vive mirando para atrás, a mí me interesa lo que queda por hacer”, asegura sin rodeos, antes de empezar a repasar su trayectoria por orden cronológico.
“Yo me hice adulto en la UGT y tengo un recuerdo feliz de esa etapa. El sindicato venía de ser muy marginal en la comarca y Josep Maria Rañé lideró un esfuerzo por hacer de la UGT una fuerza central en el Baix Llobregat, al punto de que concluimos ganándole las elecciones sindicales a Comisiones Obreras por primera vez en la historia en 1990”, relata Morlanes, aunque CCOO cuestiona esa afirmación y recuerda que se pueden consultar las actas oficiales.
La reconversión industrial que vivió la comarca a mediados de la década de 1980, dice, significó la última gran transformación de la comarca. “El Baix Llobregat dejó atrás sectores que habían perdido sentido en el mundo y fruto del acuerdo de reindustrialización del Gobierno socialista se inició una nueva etapa, que nos trajo cosas como la Seat en Martorell, inaugurada en 1986. La comarca pasó de ser una zona suburbial con una implantación industrial a ser una de las zonas económicas más equilibradas de España, donde ha florecido un sector terciario y eso explica que el Baix Llobregat lidere el PIB por habitante en Cataluña”.
Miles de trabajadores perdieron su empleo, pero Morlanes considera que, visto con perspectiva, el haber final es más que positivo. “Para que nazca lo nuevo tiene que morir lo viejo, no hay alternativa. Aquello fue durísimo y recuerdo que alcanzamos el 30% de paro en la comarca en 1984. Yo entonces era un joven secretario de acción sindical de la UGT que tenía dos y tres expedientes de regulación de empleo por semana. Se cerraron empresas importantes como la Bru o la Corberó, pero también decenas de pequeñas y medianas empresas. Fueron años tremendos”. La lección positiva que, en su opinión, se derivó de aquella época, fue el pacto de un proyecto de comarca, “liderado por la izquierda, especialmente por el PSC, pero al que se sumaron organizaciones empresariales conservadora, incluso en algunos momentos Convergència”.
Presidente comarcal
Después de su etapa en el sindicato, Morlanes presidió el Consell Comarcal del Baix Llobregat de 1998 a 2003, aunque diversas fuentes socialistas explican que el candidato al cargo era Antonio Balmón, entonces concejal de Cornellà. “No sé si eso era así. Yo no era candidato a nada, solo decidí que mis años en la UGT habían llegado a su fin y así lo hice saber. José Montilla me sugirió si estaba interesado en asumir la presidencia del Consell Comarcal y me pareció una forma distinta de seguir trabajando en lo mismo, que era transformar el Baix Llobregat”, explica Morlanes, siempre diplomático en las respuestas y poco dado a reabrir heridas con nadie. “Asumí la presidencia del Consell Comarcal sin oposición y no tengo conocimiento de que eso fuera en detrimento de Antonio Balmón, que siempre me apoyó muchísimo”.
Esa etapa se solapa con su época de teniente alcalde urbanismo en Cornellà de 1999 a 2003, unos años en los que nacieron proyectos como El Corte Inglés, el plan de ascensores de Sant Ildefons o el Word Trade Centre. “Aquello significaba sustituir una empresa contaminante con 200 empleados, como era la Pirelli, por un parque empresarial que emplea a más de dos mil personas. Y de paso impedimos que se instalara una central de camiones que hubiera generado muy poca riqueza en el territorio y muchos problemas. Cornellà pasó de ser una ciudad dormitorio a una ciudad en la que cada día entran a trabajar muchas más personas de las que salen”.
Niega las comisiones
Aún hoy corre una leyenda urbana que atribuye a Morlanes ser beneficiario del cobro de comisiones por el impulso de esos grandes proyectos urbanísticos. Él lo niega con rotundidad. “Nunca tuve una denuncia de nadie y lo que sé es que todos los proyectos que tiramos adelante lograron la unanimidad política. Siempre se pueden decir tonterías, que es la herramienta que utilizan los incapaces. He visto revistillas de gente muy incapaz que no ha transformado nada en su vida diciendo cosas como las que dices, pero la gente seria jamás ha cuestionado la honorabilidad de lo que hemos hecho en Cornellà”.
Y para insistir en su tesis, apela a un hecho incuestionable. “Si algo ha quedado claro en España en los últimos años es que el que ha metido mano en la caja lo paga, tarde o temprano. Una de las cosas notables del PSC en Cornellà es que después de 30 años no ha habido ni un solo escándalo de corrupción”.
- Durante su etapa como vicepresidente de La Seda sí que estuvo imputado por el presunto desvío de 2,5 millones de euros de una empresa de la que era administrador.
- ¿Y eso qué tiene que ver? Estuve imputado y desimputado. Es que es más importante ser desimputado, porque es un acto racional después de una comprobación. Si a ti mañana alguien te acusa de ser consejero de una empresa de la que no lo has sido nunca y de vender un activo que no se ha vendido ¿te preocuparía? Lamentablemente aquí estas cosas duran cinco años, para llegar a la conclusión que se podía haber llegado mirando el registro de la propiedad y el registro mercantil, que es lo que yo aporté.
El salto a lo privado
Su marcha del Consell Comarcal no fue voluntaria, reconoce. “José Zaragoza [dirigente del PSC comarcal y catalán] me informó de que el partido había decidido poner una mujer al frente y le dije que entonces lo teníamos mal, porque yo no era mujer. Salí de la calle de Nicaragua y me fui a trabajar La Seda. Agradezco aquella decisión porque después de lo público he visto la diversidad de lo privado. Yo no me veía en la política toda la vida. Al estar fuera te das cuenta de lo grande que es el mundo”.
Su etapa en La Seda tuvo dos etapas. Durante 2003 y 2004 le tocó “asumir accidentalmente la dirección general por los problemas que hay en las grandes compañías entre los accionistas”. En 2004 se marchó para asumir la consejería delegada del Espanyol, pero en 2009 regresó a La Seda para hacerse cargo de la presidencia y afrontar “una crisis enorme, en la que asumí una reestructuración, busqué unos accionistas y en el 2013 la dejé”. De esa última etapa data su imputación judicial y posterior exculpación.
“Ser una persona pública y tener inconvenientes es bastante usual”, asegura, y añade que gestionó uno de los períodos de mayor inversión pública y privada de Cornellà, con casi 500 millones de euros. “De aquel planeamiento urbanístico nadie puede decir ninguna crítica, excepto tonterías. Eso me llena de orgullo, porque uno se puede equivocar en política, pero nunca meter la mano en la caja”. A partir de ahí, asegura que “asumió riesgos”, como instalar los ascensores de Sant Ildefons en la acera, que es espacio público. “Pero ¿quién iba a discutir que la ciudad no fuera solidaria con las personas que no podían subir la compra a su casa?”, se pregunta. O las expropiaciones en la carretera de Esplugues para que llegara el tranvía. También evoca la red de guarderías que se hizo en Cornellà o las residencias para gente mayor, pero si de algo está ufano es de la construcción del campo del Espanyol.
Todo empezó en almuerzo con el director del Wolrd Trade Centre, en el que Morlanes le pidió apoyo económico para el deporte local y aquél le recordó que ese equipo de futbol de primera división quería irse del estadio de Montjuïc.
“Yo tenía una espinita que era la entrada a Cornellà por la zona de El Prat, donde había una gravera horrible y era un antiguo vertedero. Al final hicimos un consenso amplísimo y el día del convenio firmamos siete administraciones de casi todos los partidos que había en Cataluña”. En el planeamiento se tenía que decidir la ubicación del campo y al final salió beneficiada su ciudad. “Yo era teniente de alcalde de Cornellà y pusimos el 52% en Cornellà y el 48% en El Prat, y la entrada institucional está en Cornellà”. Tras eso vino el centro comercial Splau “y una zona deportiva de la superficie de una anilla olímpica con el estadio de atletismo, la Federación Española de Tenis, el parque deportivo del Cornellà, el campo del Espanyol y el campo del Cornellà”.
Cambio de aires
“Salí de La Seda a mediados del 2013 porque no estaba de acuerdo con el accionista mayoritario y después se vio que llevaron la empresa a concurso”, recuerda. A partir de entonces pasó a ocuparse de una empresa de energías renovables que había empezado en 2007 con otra sociedad de Extremadura dedicada a la construcción de plantas fotovoltaicas. Ahora tienen 140 plantas y presencia en 20 países. “El otro día estaba en Méjico, la semana que viene me voy a Alemania y en junio estaré en Vietnam. A mí me gusta lo que como y por eso disfruto. Me gustaba lo que comía cuando estaba en la UGT, me encantó lo que comía cuando estaba en Cornellà y me gusta lo que como trabajando en mi empresa. Solo dejaré de ser del PSC y de la UGT por defunción de unos o de otros”.
-¿Se puede ser socialista dedicándose a ganar dinero desde la empresa privada?
-Totalmente. Sabía que me ibas a preguntar eso. Yo he comprado dos empresas en concurso de acreedores que iban a cerrar y ahora mantienen 200 empleos. La idea de justicia que uno asume cuando es militante socialista no entra en colisión con una visión social de la empresa. El otro día me decía mi hijo que los mileuristas son hoy en día unos privilegiados, pero nosotros no tenemos ningún trabajador que cobre menos de 1.500. Mi principal función es preservar la empresa porque es la base del bienestar de todos los que estamos allí. A lo mejor hace 30 años hubiera dicho que era incompatible, pero ahora no. III