Al igual que en Europa, en la comarca falta una visión que entusiasme. Pero como en el Viejo Continente, el trabajo y el comercio anima y potencia la integración comarcal, que es metropolitana, porque los ciudadanos circulamos libremente por los municipios de nuestra conurbación para trabajar, estudiar y disfrutar de nuestro ocio, tan libremente como nos permiten los todavía escasos transportes públicos y los constantes colapsos de tráfico. De ahí que haya que repensar tanto las instituciones europeas como las metropolitanas. Porque lo de arriba es igual a lo de abajo y sufre la misma crisis de legitimidad ciudadana.
Hemos superado la crisis económica, aunque la recuperación no alcanza a todos de la misma manera y no está consolidada. Pero la divergencia económica está subestimada, tanto en Europa como en nuestras poblaciones, donde las diferencias se amplían hasta convertirse en brechas. El combate de esta divergencia es, a mi juicio, el objetivo más importante de la cooperación supramunicial en nuestro ámbito territorial, que es la comarca y el área metropolitana.
Analicemos la divergencia dentro de la comarca. De promedio, hemos salido de la crisis, pero ¿cómo? Veamos los resultados de un estudio de la consultora AIS Group que analiza el riesgo de pobreza. L’Hospitalet es el municipio catalán de más de 50.000 habitantes, junto a Santa Coloma de Gramanet, con un mayor índice de “pobreza anclada”, el 21,5% de su población, lo que supone un 3,32% respecto a la tasa de pobreza en 2015. Según el mismo estudio, los municipios de nuestra comarca que registran ahora mayor tasa de pobreza anclada, además de L’Hospitalet, son: El Prat con 20,4%, Cornellà con 19,4%, Sant Boi con 18,8%, Castelldefels con un 17,9% y Viladecans con el 17,3%.
La tasa de población en riesgo de pobreza se calcula en base a los ingresos medios de los hogares declarados en la encuesta de condiciones de vida, de modo que si las rentas familiares en promedio caen, el umbral de pobreza será más bajo, y aislando otros posibles efectos, reflejaría que hay menos familias en situación de riesgo. La pobreza anclada, en cambio, observa las variaciones en la tasa de pobreza de la población dejando fijo el umbral de pobreza de un año determinado, en este caso en 2009, cuando los rigores de la crisis no eran todavía tan crudos, actualizándolo con la variación del IPC de los años del periodo que se quiere analizar.
En 2009, la renta media española fue de 30.045 euros por hogar, según el Instituto Nacional de Estadística, y la tasa de población en riesgo de pobreza era del 20,4%. Seis años después, los ingresos medios de las familias cayeron un 15,2% hasta los 26.092. El Prat es el municipio que registra una mayor diferencia (5,55%) entre la tasa de población en riesgo de pobreza en 2015 (14,9%) y la tasa de pobreza anclada al umbral de 2009 (20,4%).
Crisis de identidad
Al igual que Europa, la comarca y el área metropolitana han entrado en una crisis de identidad como consecuencia de la crisis económica, política, institucional y de legitimidad frente a los ciudadanos. Unas crisis en buena parte derivadas del debate soberanista. Al igual que Europa, el área metropolitana es un fenomenal socio, porque es el lugar de Cataluña donde las posibilidades de prosperidad son mayores.
Eso no tendríamos que olvidarlo. La gran recesión ha tenido un impacto brutal, tanto en el Viejo Continente como en nuestro territorio. Eso, asociado a la crisis institucional y política, cuyo reflejo es la aparición de los populismos y el retorno de los nacionalismos insolidarios, nos lleva al cuestionamiento de la legitimidad, que no es diferente del cuestionamiento que los movimientos populistas hacen frente a determinados parlamentos y ayuntamientos al afirmar que no les representan y se erigen en contrapoder. Necesitamos renovar el relato. Tenemos que volver a hablar mucho de Europa y del área metropolitana de Barcelona, de cómo se define el futuro del urbanismo y de lo conseguido. Hablar claro, sin eufemismos, pero expresando ambiciones de que en ambas escalas queremos ser relevantes en el mundo.
El área metropolitana la integran municipios pequeños y los que todavía no saben que son pequeños en el ámbito global. Por eso es importante reforzar el proyecto político. Y para construir un relato de futuro es necesaria la unión política, fiscal y presupuestaria, también en el plano metropolitano.
Eje Barcelona-Llobregat
Está claro que es la hora de Alemania (Barcelona), pero necesita a Francia (L’Hospitalet) y a los españoles (Baix Llobregat) y a los italianos (Vallès) y al resto del continente y de la metrópoli. El eje franco-alemán es importante, al igual que para nuestro territorio el eje barcelonés-hospitalense con la familia del Llobregat detrás, porque ambos ejes están basados en el equilibrio de las simetrías.
La convergencia de los ingresos per cápita y en general de la economía, es uno de los objetivos de la Unión Europea. Al igual que se plantea doblar el presupuesto europeo, que ahora es de un escaso 1% del PIB, el área metropolitana de Barcelona debería aumentar su presupuesto para generar más empleo, riqueza y bienestar.
Hace unos días, Emmanuel Macron propuso para Europa un parlamento de la eurozona, un presupuesto central y un superministro de economía y finanzas. Yo proclamo que el pleno del Área Metropolitana de Barcelona (AMB) sea un verdadero gobierno, que el presupuesto de este organismo se duplique y que su presidente/a ejerza de alcalde de los alcaldes de nuestra conurbación, con especial vigilancia al planteamiento urbanístico. Un presidente/a que no necesariamente sea el alcalde o alcaldesa de Barcelona. Y como en Europa, también necesitamos una responsabilidad central de la deuda de nuestros municipios.
No abogo por la pérdida de la autonomía municipal, sino por una unión fiscal descentralizada, en la que la responsabilidad del endeudamiento corresponda a los gobiernos municipales, pero con reglas y vigilancia metropolitana. Para nada defiendo mutualizar la deuda, porque eso es como si a un amigo que pasa dificultades le das tu tarjeta de crédito sin aplicarle ningún control. El lanzamiento de bonos metropolitanos y la rendición de cuentas municipales serían herramientas que solucionarían la financiación de los retos más importantes que nuestro territorio tiene, principalmente en materia de transportes y de vivienda de alquiler a precios accesibles.
Ese camino de solidaridad intermunicipal vale la pena recorrerlo. Con el relato bien construido, contribuiría, además, al fortalecimiento del sentimiento de pertenencia a un territorio más amplio que el del propio municipio, de forma que nos aproximaríamos a la realidad vital de los ciudadanos que vivimos, trabajamos y nos relacionamos en el ámbito metropolitano.