Evidentemente, la realidad informativa está marcada por la política y, en concreto, por el conflicto en Cataluña. No seré yo quien se posicione en este contencioso.
Evidentemente, la realidad informativa está marcada por la política y, en concreto, por el conflicto en Cataluña. No seré yo quien se posicione en este contencioso.
Hace escasos días pude conversar con unas personas que me expresaban su malestar. Lo que más me preocupó fue el tono y la agresividad con que me transmitían su indignación.
Es aquí donde quiero situarme y plantear unos puntos de reflexión que me he realizado y deseo compartir:
1.- Este clima de crispación, ¿a quién beneficia? Esta división manifiestamente visible, ¿dónde y cómo ha surgido? ¿Cómo se ha alimentado?
2.- Una sociedad, donde unos son los buenos y otros son los malos, donde unos son los justos y otros los injustos,… ¿puede construirse en igualdad y solidaridad?
3.- Los sentimientos mezclados con las ideologías políticas son un caldo de cultivo peligroso para cualquier clase de diálogo. Más aún, incapacitados para generar un clima de confianza y de sincera reconciliación.
4.- El perdón es ausente; ningún interlocutor esgrime esta posibilidad. Unos y otros, sin ser plenamente conscientes, están forjando una convivencia, incluso al interior de familias, que dista mucho de algo que parece obvio en cualquier relación humana: la fraternidad. ¿Cómo gestar esta nueva relación? ¿Desde la humildad o desde la soberbia? ¿Cómo hacer desparecer esta enemistad interesada y buscada por oscuros intereses?
5.- El diálogo sólo es posible desde posicionamientos constructivos, actitudes humildes y la consciencia de que el otro es una oportunidad y no un cruel enemigo. Sólo así, la convivencia defenderá el “Bien Común” y no los bienes particulares; sólo así, podremos mirarnos a los ojos sin ánimos de venganza y entendiendo que el “diferente” y “las diferencias” suman y mejoran nuestro bienestar colectivo.
“Y todo proviene de Dios, que nos reconcilió consigo por Cristo y nos confió el ministerio de la reconciliación.”
(II Corintios 5, 18)
¿Y no será esta falta de horizonte y perspectiva, la raíz y la causante de muchos conflictos, incluso el nuestro? III