Como si de un Western se tratase, los vecinos de Castelldefels ven como cada día las calles de su ciudad se han teletransportado al oeste americano, donde impera la ley del más fuerte.
Hemos cambiado los pistoleros que armados hasta los dientes asaltaban las caravanas y sembraban el pánico entre los habitantes de las ciudades, por otro tipo de personas que se dedican a realizar tropelías sin respeto hacia el resto de vecinos ni hacia el espacio público. Todo ello gracias a un gobierno municipal entretenido en sus peleas y disputas internas y sin un proyecto claro en común de ciudad. Un gobierno multipartito entre socialistas, podemitas y separatistas y unos cuantos socios más que nada tienen en común entre ellos más que el reparto del poder y las sillas del gobierno.
Por un lado, nos encontramos con los “típicos” ladrones de coches, ventanilla rota y asalto a todo lo que pueda tener valor que esté dentro del vehículo. A éstos, se les suman los sinvergüenzas que se dedican casi de manera sistemática a romper retrovisores o rayar vehículos, una práctica que se ha extendido desde los barrios de la playa, pasando por la zona de Can Bou y detrás de la estación de tren, terminando por el centro y los barrios de montaña.
También sufrimos a aquellos que se apoderan del espacio público sin ninguna consideración. Botellones descontrolados, incívicos que cada semana vienen de fuera o recorren la “ruta de los elefantes” entre el pueblo y la zona de ocio en la playa dejando todo un reguero de botellas, latas, vasos, vomiteras y orines, por no hablar del ruido y las molestias que rompen el descanso vecinal en plena noche.
Mientras tanto, la falta de las necesarias patrullas de policía local o de mossos no hacen más que evidenciar una falta de modelo de seguridad adecuado a un municipio de más de 65.000 habitantes. Castelldefels no necesita más agentes de policía en los despachos haciendo trabajos administrativos, sino lo que necesita es que cuanto antes se destinen más efectivos a cubrir nuestras calles, recuperar la figura del policía de proximidad, y que desde el gobierno municipal se deje trabajar tranquilos a los profesionales. Un cuerpo que deje al margen las directrices políticas enfocadas siempre a recaudar por sanciones, cuando de lo que se trata es de poder ayudar más a nuestros habitantes y protegerlos.
Los vecinos de Castelldefels queremos una ciudad segura, una ciudad que salga de la penumbra de muchas calles mal iluminadas, paraíso de aquellos incívicos que rompen la convivencia. Una ciudad que deje de estar sucia, mal cuidada. Está claro que conseguirlo es cosa de todos, pero algunos tienen ahora la responsabilidad y la obligación de esforzarse en que volvamos a ser una ciudad sentirse orgulloso. III