La patronal del Foment, la más antigua de Europa (1775), ha velado siempre por los intereses industriales catalanes, incluso cuando Figuerola (1869) y Prim -también catalanes- trataron de limitar su proteccionismo.
Más adelante, Cambó influyó para que se trasladarán a su actual sede -cerca de su casa- un magno edificio en la Vía Layetana, epicentro de tantas manifestaciones y allí siguen ahora bien preocupados por el actual deterioro político-social catalán y su coste económico; tras comprobar el fracaso de la actual clase política para buscar una salida al desajuste fiscal y la parálisis institucional del gobierno regional, sin ejecutivo aún… Y todo ello pese a las mediaciones y declaraciones de Fomento que tanto en Madrid como sobre todo en Barcelona, no son tenidas en cuenta.
Así pues, en el acto del 5 Abril en su Sala Magna, y debajo de los murales con figuras musculadas, el liberal “Club Tocqueville” nos convocó: no era sobre Aynn Rand y su complot patronal; sino para entrevistar al hispanista inglés sir John Elliott (87 años) de Oxford, especialista en la Cataluña moderna, a cargo del hospitalense historiador y rector de la Universitat de Lleida, Roberto Fernández, y de la profesora de Derecho Público de Esade, Elia Marzal.
Las presentaciones de rigor corrieron a cargo del presidente de Fomento, Gay de Montellá, y de los intelectuales Valentí Puig, un liberal de solera y obra, y del catedrático Gil Pujol, discípulo de Elliott.
Entre el nutrido público había muchos coincidentes en actos unionistas: Cañas, Ferrán, Fernández Teixidó, Espadaler… saludos, ánimos y expectación. ¿Qué saldría del acto?
Porque éste debía servir para “muscular” el sentido de pertenencia al Estado actual y mejorar el actual “statu quo”, pero también reanimar el argumentario de razones históricas frente al renacido sentimiento independista.
Elliott, un inglés alto y delgado, bilingüe a ratos, -en perfecto castellano y catalán-, recordó sus dos años en Barcelona (1950) y su reconocimiento al gran historiador Vicens-Vives, un renovador y desmitificador de la historiografía hispana.
El inglés recordó de su primer estudio sobre “La rebelión de los catalanes (1640)” -el mal cálculo del Conde-Duque de Olivares en aplicar los impuestos de la guerra de Flandes-, y la revuelta de las clases populares, aún fieles al rey. Tras ello una semana de República libre y desunida para pactar al poco con Francia un peor yugo hasta 1652 con vuelta a España.
Reconoció que tal vez Cataluña esté enferma de pasado y que cada nación se lo construye selectivamente; también abordó el fenómeno del “presentismo”, sin método científico que corrompe el estudio histórico. Alabó el historiador a los Habsburgo (objeto de su estudio) y su monarquía paccionada de tan larga vida en el Este europeo, y que en España se acabó en 1700.
España un estado unido antiguo y pactado, entre Castilla y Aragón, con fueros y respetadas peculiaridades antiguas. ¿Esto nos valdría para hoy? Fomento ha defendido este enfoque a veces.
Estableció una historia comparada entre Escocia-Cataluña, objeto de su próximo libro, reconociendo escasas similitudes, pero muy coincidentes en su desilusión europea y en la larga crisis económica con reacción emotiva y populista.
Elliott, rehuyó compromisos y consejos, sí comentó la falta de diálogo y talla política de los dirigentes actuales de Madrid y Barcelona. El acto acabó con la promesa de nuevas convocatorias; el liberal francés Tocqueville visitó USA (1831) y quedó fascinado por la democracia bien real de sus 24 estados unidos.
Tal vez todos estaremos encantados en unos Estados Unidos de Europa, pero tras el “Brexit” hay dudas, y de momento habrá que potenciar el intelecto para crear un programa, pactarlo y divulgarlo, también para nuestro sempiterno problema catalán; seguro que Fomento y el club “Tocqueville” seguirán intentándolo. III