“Aqua patitur dominus unius potestate non Catalauniae”- ( Cataluña, no permitas el control del agua a un único dueño).
Este ya es el sentir y clamor popular para muchos catalanes que notan que la privatización del agua, un monopolio natural, les encarece su recibo sin que la calidad vaya a la par en un proceso de mezclas difícil de controlar.
Mientras tanto el confuso escenario político favorece las ventas de instrumentos de control (ATLL) a bajo precio que luego los jueces invalidan y obligan a indemnizar a Acciona; su rival, Agbar, es a su vez encausada por Aqualia por constituir la compañía mixta EMSSA sin concurso público, y cuya sentencia definitiva en el Supremo está pendiente. Un buen embrollo -todos contra todos-, que el débil Ejecutivo regional ha enredado hasta lo ¿imposible?.
Calma, que todo puede complicarse más aún cuando la Administración del tema se enfrenta a los señores del agua actuales, por importancia: Agbar de la multinacional francesa Suez, Acciona del grupo sevillano y la Aqualia de Slim y unos australianos, entre otros.
“Yo abro el grifo y sale agua”, dicen muchos cerrando el tema a discusión. Sin embargo, la falta de control del agua nos esta llevando a un abusivo dominio de los operadores privados, a los cuales, hasta las sentencias contrarias, no llevan a negociar y acatar, sino a resistirse a ultranza.
Pero quedan nuevas áreas donde en concreto Agbar quiere penetrar; tras su cuestionado dominio de los 23 ayuntamientos barceloneses con 3 millones de consumidores, pretende controlar el agua en alta, (ATLL) sustituyendo a Acciona. Domina ya el agua subterránea del Delta Llobregat en CUADLL y ahora su director anuncia un plan a 10 años vista de unos iniciales 50 millones para entrar en el dominio de los regadíos, donde ya participan en el Canal de Navarra y en el polémico canal Segarra-Garrigues, y en 10 sociedades de regantes de Almería, Murcia, y con ganas de adquirir y modernizar a más sociedades de riego.
Tienen dinero y paciencia para aumentar su 20% actual de ingresos del agro.
Muchas sociedades de regantes están ciertamente anticuadas y se resisten a invertir en mejorar.
Parecen regirse algunas por el consuetudinario derecho de aguas del Tribunal de las Aguas de Valencia del tiempo islámico.
Nuestro “Canal Dreta Llobregat” data del 1896 y sus 578 propietarios gozan de 1,5 m3/seg. de agua que no suelen gastar, en riegos por ¡inundación! -para sorpresa de agricultores galos de visita-. Así, su sistema de canales y acequias precisa de una inversión que el Tripartito ya intento abordar con 13 millones de fondos FEDER. Las discusiones arruinaron la iniciativa, que se siguió con otra más modesta de renovación de los canales internos, sin lograrse.
Hoy el Parque Agrario y sus regadíos desconocen los sistemas de riego modernos en su mayor parte, y por ello las pugnas con AGBAR por el control del caudal subterráneo tienen un incierto resultado final, al persistir en su conservador enfoque sin más. Una sociedad hermética, el Canal Dreta, trata de llamar ahora la atención sobre su problemática exclusión legal del grupo CUADLL. Hay resistencias a corto plazo y luchas a largo plazo, y suelen ganar las últimas.
Un liberal debe aceptar que ciertos sectores deben ser controlados y el dominio francés de Agbar del agua catalana es excesivo, de ahí el latinajo inicial. III