La señora Aurora entra al Hostal de la Plaça rauda a saludar a su nieto. Lleva puesto un gorro de lluvia y una afable y perfecta sonrisa. Su desparpajo desconcierta: “Has dormit bé, nena?”. “Sí” —apresuro a contestar—. Las habitaciones son sencillas y funcionales. Pero poseen ese confort hogareño que, en estos tiempos de simulacros y falsificaciones, atrapa. El lujo -que decía aquel afamado interiorista- está en los detalles. “No deus haver dormit sola, eh? És molt trist dormir sola”, añade. Hace ya unos años que se jubiló, pero la señora Aurora viene a menudo a pasar revista. Es la fonda familiar de cocina tradicional que fundó su abuela en el centro de Cabrils y que acaba de cumplir 75 años.
Corría 1943. La post Guerra Civil era dura. A Doloretes y a Josep les pareció que montar una pequeña fonda de comidas en la casa pairal familiar del siglo XVII en medio del pueblo de Cabrils era buena idea. El negocio se fue ampliando, y se convirtió en sempiterna referencia del Maresme. Hasta ahora.
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