Escribo este artículo horas antes de que en Sant Boi celebremos el Pleno municipal de febrero. Quedan menos de 100 días para las elecciones municipales y europeas.
Pero estos no serán los primeros comicios electorales que celebraremos en las próximas semanas.
El pasado 15 de febrero el Presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se veía obligado a convocar elecciones debido a que no podía aprobar en el Congreso de los Diputados la propuesta de presupuestos que tenía para España. Unos presupuestos que incrementaban de manera notable la inversión en educación, sanidad, atención a la dependencia, lucha contra la violencia machista... Unos presupuestos que situaban a los y las ciudadanas en el centro de la política. Unos presupuestos que, desgraciadamente, no han sido viables porque tanto los partidos independentistas (ERC y PDCAT) como los de derechas (PP y Ciudadanos), decidieron sumar sus votos para evitar que saliesen adelante y provocar, de este modo, el adelanto electoral.
No deja de ser paradójico que todas y cada una de estas fuerzas políticas basen su ideario y sus propuestas de los últimos tiempos única y exclusivamente en el amor a la patria (cada uno a la suya, por supuesto). Un amor que se inicia y finaliza en las banderas, que no en las personas. Puesto que si realmente se ocupasen y preocupasen por los y las ciudadanas, es decir, por las personas que viven, trabajan y luchan cada día de sus días en las ciudades, difícilmente podrían haberles negado unos presupuestos que iban a mejorar de manera significativa sus vidas cotidianas. Así pues, el próximo 28 de abril tendremos elecciones, justo un mes antes que las municipales. Unos comicios en los que frente a los que se enrocan en las diferencias para incrementar la confrontación, los y las socialistas continuaremos defendiendo una propuesta de España optimista, abierta, sin exclusiones, sin discriminaciones. Ese es nuestro único modelo de país. Ese es nuestro modelo territorial. Una España, una Cataluña, un Sant Boi en los que quepamos todos y todas.