La noche del 16 de junio de 1816, en un caserón suizo llamado Villa Diodati, cuatro de los grandes autores del romanticismo británico se retaron a escribir historias de terror.
El desafío llevaría a Mary Shelley a concebir Frankenstein. Pero de aquella velada también surgiría El vampiro, de John William Polidori, la historia que inauguraba la modernización del mito del no muerto y que daría lugar a una tradición de la que forman parte Drácula, Entrevista con el vampiro o El misterio de Salem’s Lot.
La figura del depredador que nos seduce antes de hundir sus colmillos en nuestra carótida para beber nuestra sangre forma ya parte del imaginario colectivo de Occidente. En Carnaval, cuando las rúas de los colegios desfilan por las calles de la Florida o Pubilla Casas, raro es el año que no veo algún niño engominado, con una larga capa negra y unos fieros colmillos de plástico. Además de novelas, tenemos numerosas series de televisión (como la divertidísima Lo que hacemos en las sombras) y películas (recuerdo las colas en los cines de Gran Vía 2 cuando se estrenó el desenlace de esa cosa titulada Crepúsculo). Y, por supuesto, tenemos cómics de vampiros.
Una de las mejores obras de este subgénero es Rapaces, escrita por el belga Jean Dufaux e ilustrada por Enrico Marini, de la que Norma Editorial acaba de publicar una lujosa edición integral. Una ocasión estupenda para que los amantes del noveno arte se acerquen a un cómic notabilísimo, pero también para que los aficionados a las películas y novelas de vampiros le den una oportunidad al arte en viñetas.
Rapaces es un álbum que entra por los ojos. Basta con hojear el tomo para darse cuenta de que el trabajo de lápices y acuarelas de Marini es excepcional. La capacidad del artista italiano para imprimir dinamismo y expresividad a sus ilustraciones, para narrar con imágenes, y para construir atmósferas a partir del color se despliega en este tomo de forma exuberante, comenzando por el elegante vampiro de la portada, que logra hacernos sentir amenazados, que somos su indefensa presa, a pesar de que está en actitud de reposo.
El talento gráfico de Marini se pone al servicio de un noir en el que seguimos a la agente de policía Vicky Lenore en la investigación de una serie de asesinatos en los que se repiten dos elementos: las víctimas poseen un quiste bajo la oreja y en cada escenario del crimen aparece una pintada que reza “Vuestro reino ha terminado”. Los responsables son dos vampiros –se desvela en las primeras páginas, no enloquezcan todavía los sensibles al spoiler– que tratan de vengarse de la aristocracia no muerta de Nueva York por haber matado a su padre. Con estos mimbres, Dufaux y Marini urden una narración trepidante, en la que incluso pueden apreciarse vetas de pensamiento filosófico y político más allá del puro entretenimiento.