Con la llegada de julio y con los ayuntamientos ya constituidos y comenzando a funcionar, es el turno de configurar los gobiernos de las entidades supramunicipales.
Consejo Comarcal, Área Metropolitana de Barcelona (AMB) y Diputación, por este orden según sus dominios territoriales, son instancias preciadas que los partidos se van a repartir en función de los resultados del 26 de mayo y de las negociaciones para configurar gobiernos municipales.
Que no coja a nadie por sorpresa la expresión ‘repartir’ o el hecho de que el destino de estas administraciones de segundo nivel dependa de los pactos a los que hayan llegado las formaciones en los municipios. Pese a lo acontecido en los últimos meses y años y a la infinidad de líneas rojas marcadas, se trata de dialogar, pactar y hacer política para avanzar. Y esto forma parte del ‘juego’.
En este sentido, en el Baix Llobregat los acuerdos cobran especial relevancia, puesto que el PSC ha recuperado aquí su brío pasado y ha conseguido una decena de mayorías absolutas. Pese a ello, en no pocos lugares los socialistas con mayoría han pactado e incluído a otras formaciones en el gobierno municipal, generalmente los comunes, como gesto indicador de que el rodillo -de momento- se quedará este mandato en la caja de herramientas.
Cornellà, Sant Boi o Sant Joan Despí son algunos ejemplos de esto que comentamos. Acuerdos a priori no necesarios para garantizar la gobernanza pero que sirven para inaugurar un mandato en el que la consigna parece ser “diálogo” y “respeto”, como expresó Antonio Balmón durante su discurso de investidura como alcalde en Cornellà.
¿Gestos para la galería o voluntad de consenso?
Ahora bien, estos pactos de que hablamos, en el fondo -y que nadie se nos escandalice de nuevo-, no son estrictamente necesarios y, su ruptura, no generaría más que titulares en prensa y acusaciones cruzadas. Y punto. Ninguna repercusión política o, mejor dicho, práctica: El partido con mayoría absoluta seguiría dictando el día a día sin su malogrado socio.
Por eso, dicha mano extendida a la oposición podría quedar en un brindis al sol. De aquí la importancia de convencer después de haber vencido en las urnas, y evitar, como algún político ha dicho en ‘petit comité’, que estos 4 años sean unas “vacaciones”.
Todavía es pronto, aunque ya ha habido algún tic ‘rodillesco’ que intranquiliza al personal, o debería hacerlo. En L’Hospitalet, gran parte de los plenos pasarán a celebrarse por la mañana, en horario de oficina, como en Barcelona. De esta manera, se dribla una reivindicación histórica de las entidades y vecinos para que se hicieran por la tarde y así fomentar la participación. Desde el consistorio sostienen que se trata de una medida de “conciliación” laboral y familiar, y sí, se puede aceptar pulpo como animal de compañía, pero resulta difícil no acordarse de aquella máxima del despotismo ilustrado de “todo para el pueblo, pero sin el pueblo”. Sobre todo, si no está presente a la hora de la toma de decisiones. III
Si (
No(
