Después de la apatía de principios de año, durante la cual hemos estado driblando nuestras resoluciones de Año Nuevo como buenamente hemos podido, llega el momento de tomar decisiones de verdad.
Al menos para algunas familias, que en este mes de marzo tienen que decidir dónde matricularán a sus hijos. Y, en otros casos, hacia dónde encaminarán a los que están ya creciditos y con la Secundaria a punto de finalizar.
Por todo ello, marzo es el mes en el que la educación -con permiso de septiembre- copa grandes titulares en la prensa. Tanto para lo bueno como para lo malo. Para muestra de lo segundo, ahí está L’Hospitalet y la masificación que aqueja a sus aulas. En febrero CCOO, FAPAC y El Casalet denunciaron que 23 colegios de Primaria y 12 de Secundaria de la ciudad funcionan por encima del 100% de su capacidad, y pidieron a la Generalitat recursos para edificar nuevos centros y reformar otros, y así adaptarse a las circunstancias de la presión demográfica que ejerce la llegada de vecinos de Barcelona -que huyen de los altos precios de la vivienda- sobre la segunda ciudad del país.
Pero también hay noticias positivas, como es la apuesta cada vez más clara de la sociedad por la Formación Profesional (FP). Este año el Saló de l’Ensenyament dará bombo a este itinerario formativo poco popular, pero con unas tasas de ocupabilidad que son la envidia de los estudios universitarios. Y es que los graduados en FP tienen una tasa de paro cuatro veces inferior a la media.
Sin embargo, las empresas reclaman que se las tenga más en cuenta a la hora de reformular estos estudios. De hecho, en este número AEBALL y PIMEC se ponen a disposición de las administraciones para mostrarles las necesidades de sus asociados, las empresas del territorio. Y es que, según avisan, hay una falta alarmante de oficiales y técnicos en la comarca. De hecho, lamentan que la figura del aprendiz está desapareciendo y que, si no se pone remedio, muchos negocios tendrán que bajar la persiana al no estar asegurado el relevo generacional.
En este sentido, ponen de manifiesto la necesidad de dar un impulso a la FP dual, aquella que compatibiliza los estudios, es decir, la parte teórica, con la práctica, trabajando y aprendiendo in situ en las mismas empresas. Una manera de coger experiencia, tal como destacan las asociaciones empresariales de la comarca, y a la vez un apoyo a los propios alumnos, que pueden ver así si les convence o no la profesión que han elegido, independientemente de si después acceden a grados superiores o estudios universitarios en caso afirmativo.
Por otro lado, urge buscar una solución que ponga debidamente en marcha el Centro de Formación Profesional en Automoción de Martorell, de nuevo paralizado tras quedar desierto el concurso de licitación en noviembre.