No me resulta fácil escribir este artículo, ya que estoy más habituada a escribir sobre curiosidades históricas con un tono ameno y distendido. Pero en este insólito momento histórico que estamos viviendo, como historiadora, me siento en la necesidad de hablar sobre ello. A mitad de febrero hablé en la radio sobre el popular refrán “Año bisiesto, año siniestro” y no podía imaginar lo que éste 2020 nos deparaba.
No tengo intención de repetir toda aquella información que ya escuchamos o leemos a diario, más bien quisiera que mi artículo sea una especie de testimonio en primera persona de lo que está sucediendo. Explicar a través de mis ojos y mis palabras cómo vi al mundo pausarse, que no pararse. Cómo aprendimos a cambiar nuestra forma de vivir, e incluso de morir.
Si esto fuera un cuento, sería una pesadilla y diríamos que todo comenzó en China a inicios del año 2020. Qué fácil se veía todo cuando la enfermedad quedaba tan lejana y eran otras ciudades las que vaciaban sus calles. Nos sorprendía ver las ciudades del gigante asiático totalmente vacías. Nos llamaba la atención ver a todos con mascarillas. Nos asustaba ver como aumentaban cada día las cifras de contagiados y fallecidos, y no entendíamos cómo podían soportar estar encerrados en casa sin permiso para salir.
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