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Lapsus

Lapsus

Por Lluis M Estruch
viernes 05 de junio de 2020, 04:00h
Lino no encuentra mascarilla y guantes, tampoco las gafas; le viene ocurriendo y es motivo de reproche por Eva su mujer, son –lapsus-, fallos de memoria inmediata.

Al prepararse para ir al quiosco, ha recordado al niño de 10 años que compraba el diario en un bar y se lo leía entero; ahora el quiosco cercano anuncia su cierre, y a Lino ya no le importa.
Es un jubilado reciente de una gran empresa, -que siempre ganó más,- consumía más, viajaba más, se ennoviaba y que aún joven se casó, compró vivienda y pagó la enseñanza de dos hijas universitarias ya expatriadas.

Renunció a credos e ideologías y llegó a un personal vitalismo agnóstico. Así pues cuando primero su padre tras estar en un caro geriátrico, murió en el hospital de falló cardiaco, lo considero con pena y calma. A su vez la muerte de su madre tras años de tránsito de geriátricos y hospitales, y donde se le aplicó morfina paliativa: le afectó mucho más.

Lino tuvo achaques y líos que le mermaron. Esto le llevó a pensar en su propio final con estoicismo; no haría testamento vital, que todo ocurriera de manera natural o cruel -naces solo y mueres solo-, para qué forzar el proceso. El cianuro como los nazis, precipitarse al Metro, ¡oh no! sino el deseo vital del cineasta Berlanga a su hijo, “…si estoy en coma, no me desenchuféis de la máquina…” Lino lo encontró todo –contento- ordenó sus recortes de prensa sobre su tema: de renacidos y muertos en vida, los vueltos del sopor a la vida, ante la sorpresa de expertos. Recordó a una obsesa por aprobar la eutanasia y la tía rica con dudas sobre incinerarse o crioperservarse en frío; de pie evocó al amigo en coma por años y sus dos mujeres disputando sobre si desenchufarlo o no.

Llovía y ya en la calle disfrutó por un momento del chirimiri sobre su calva y más alerta, se encaminó al quiosco, sus dedos hicieron un gesto “que os den… yo no soy de la generación covid-19, yo seré un superviviente de la pandemia china; tengo dinero y ganas de vivir ¡Viviré!”. Llegó al quiosco, hizo los mínimos gestos y acto seguido abrió por las “Necrológicas” sumando y restando con interés. Ictus y lapsus se pueden tener, son desgastes asumibles, -pensó-, pero no por ello desear el ingreso en un geriátrico GULAG o el “EXITUS” que es como los médicos dan de baja a los muertos en sus archivos. III

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