Los agricultores reclaman “una regulación administrativa” y que se valore de verdad “el producto de proximidad autóctono”. El sector agrícola advierte de competencia desleal en el etiquetado tanto en compras al por mayor como en tiendas locales especializadas.
Últimamente se ha puesto de moda el “real food”, el consumo ecológico y un estilo de vida más sostenible y respetuoso con el medioambiente. Pero, ¿realmente el consumidor sabe lo que compra o acaba cayendo en trampas del márketing? Los payeses del Parc Agrari del Baix Llobregat lo tienen clarísimo y su respuesta es contundente: se engaña al consumidor con los productos de proximidad kilómetro 0. Y ellos son los grandes perjudicados.
El ejemplo de la alcachofa de El Prat
Xavi Oliva, agricultor del Delta del Llobregat y propietario del negocio El Rebost del Pagès, afirma que “desde hace dos años está entrado en el mercado barcelonés mucha alcachofa cultivada en el sur de España falsamente etiquetada como alcachofa de El Prat”. ¿Cómo consiguen estos productos la etiqueta de proximidad? Muy fácil. Tal y como nos relata Germán Domínguez, de la Unió de Pagesos del Baix Llobregat, es frecuente que se importe el producto de otras zonas, se envase en el municipio “y con eso ya afirman que son productos de km0”.
Agustín Serrano, de la Cooperativa Agrícola de El Prat, explica que “es necesaria una regulación que proteja a los payeses y al producto que ellos cultivan”. La administración pública es la encargada de evitar falsedades y asegurar un control estricto en el certificado de km0. “Los políticos presumen mucho del producto de proximidad, pero no hacen nada para ayudarnos” nos avisa Xavi. La marca km0 es un éxito de ventas y a veces se utiliza como estrategia de márketing desde las tiendas de alimentación que ofrecen productos de cosecha propia sin ser real ya que, según Germán, “el único que hace cosecha propia es el mismo pagés”.
Y es que la situación llega a ser insostenible. Para los payeses, competir con productos de otros orígenes no es fácil ni justo porque “es más caro producir aquí” afirma Xavi. Los compradores también salen mal parados, ya que el precio de estos productos suele ser más caro que aquellos que no son de proximidad. Además, se ha de tener en cuenta las necesidades económicas del campo y la inversión en infraestructuras.
Afectación del covid-19 y otras dificultades
Para dificultar más los problemas de la agricultura del Delta del Llobregat, nos asola una pandemia mundial sanitaria con restricciones de movilidad y la crisis económica que la acompaña. Debido al covid-19 se ha tenido que limitar la gama de productos que ofrecen los payeses del Delta del Llobregat, aunque por suerte ningún campo o negocio ha cerrado sus puertas todavía. “Ahora mismo tenemos miedo por el futuro, no somos capaces de planificar nada” afirma Agustín Serrano.
No sólo la situación del coronavirus complica las cosas de los cultivos, y es que las consecuencias del cambio climático pueden ser devastadoras para los campos. Este año ha costado mucho más el cultivo de la alcachofa debido a las altas temperaturas del verano y a las intensas lluvias de más de 80 litros por metro cuadrado. La repercusión en la producción es notable, Xavi reconoce con tristeza que “estamos al 50% de la capacidad productiva”.
Entre la competencia desleal, el cambio climático, los torrenciales de lluvia que inundan los campos y unas infraestructuras deficientes, la situación es bien complicada para la payesía del Baix Llobregat. No hay ayudas para las pérdidas de producción ni facilidades a los agricultores locales para la venta de sus productos. Agustín augura que “si los políticos se responsabilizan pronto será la muerte del pagès del Baix”. Y también del incomparable parque agrario del Delta del Llobregat que abastece de producto fresco a la gran despensa metropolitana. III