Reanimar
viernes 19 de febrero de 2021, 13:42h
Seguro que muchos actos públicos -lo vimos en elecciones-, dejan casi de serlo por el recelo al contagio y también por la anomia social que nos invade por el COVID. El día 24 de enero a las 12h en Sant Boi, en la Plaza Mercé Rodoreda, se celebró un recordatorio a las 5 víctimas locales del genocidio nazi.
Frente a la placa (2003) con los ediles, la alcaldesa y dos representantes de la “Amical Mauthausen”; se leyó un breve manifiesto condenatorio y en poco de más de 20 minutos el acto concluyó con la ofrenda de una vela y rosa por cada uno de los intervinientes. Por supuesto, dos cámaras filmaron el acto.
Más allá del protocolo y ahondando en el escaso eco que tienen esos actos; en general podemos considerar que de los 9.161 deportados y 3.539 supervivientes, ya se nos murió el último superviviente en 2020. Es un tema de memoria histórica, en un país que tuvo su guerra civil y placas de víctimas, ahora en una revisión tal vez conjunta.
Pero si la transmisión oral directa de lo acontecido ya no es posible; si quedan los mantenedores del testimonio de los hechos, que desde hace tiempo, está en manos de profesores de historia de la Junta y por supuesto de parientes en diversos grados, simpatizantes e instituciones que subvencionan la “Amical”.
Y es gracias al profesor de historia Benito Bermejo, que en 2005 se desenmascaró a Enric Marco, presidente de la entidad e impostor en cuanto a su estancia en un campo de concentración. Marco según el libro sobre él, de Javier Cercas “El impostor” (2014) nació en el psiquiátrico de Sant Boi, donde su madre ingresó. Tras oscuras vivencias que el libro detalla, el historiador Bermejo le forzó a dimitir cuando iba a hablar en un acto conmemorativo en Auschwichz. Tras el escándalo, Marco ex secretario de la CNT, pretendió justificarse -“Mentí porque me escuchaban más y así mi divulgación era más eficaz”- en la asociación muy resentida tuvo sus defensores. Hoy, tras un film en 2009 y el libro de grabaciones de Cercas, a sus 99 años en Girona, no tiene arrepentimiento; aunque devolvió la medalla Sant Jordi. Es sin duda un sociópata. Aunque se exigen por parte de la diezmada comunidad judía unos requisitos estrictos para ser considerados víctimas del Holocausto.
Podría plantearse para asegurarse la condena de las futuras generaciones, el abrir el espectro de víctimas en homenaje recordatorio, al menos en la convocatoria de los actos locales venideros, a la comunidad gitana, -hay una activista en la lista PSC- y también a las asociaciones con enfermos mentales, y de niños con minusvalías; puesto que todos, sufrieron el exterminio, en base a criterios raciales y eugenésicos.
Interesa el evocar estos hechos porque una sociedad moderna y avanzada -la alemana-, consintió el mayor genocidio industrial de la historia; por ello que la “Amical” y las autoridades locales amplíen sus invitaciones en una ciudad que acoge y trata la enfermedad mental y ayuda a la infancia con déficits psicofísicos. Los nazis los hubieran diezmado por el “AktionT4”, conviene pues reanimar el acto y ampliar la convocatoria.