Hace escasas semanas hubo un acontecimiento que paso desapercibido para muchos medios de comunicación. La visita del Papa Francisco a Siria no fue considerada de interés general, se limitaron a espacios puramente anecdóticos.
Siria fue un país que sufrió una barbarie, tanto en la muerte de miles de personas como en la división y expulsión de muchas familias. Se vieron escenas de extrema violencia por parte de los terroristas islámicos, escenas que fueron ofrecidas con cuenta gotas en los informativos. El delito de estas personas es que eran cristianas y de una clase social pobre.
Esta breve presentación es para subrayar el enorme mensaje que transmitió el Papa a los creyentes de cualquier religión y a todas aquellas personas de “buena voluntad” que valoran la voz profética en defensa de la paz y la reconciliación. En un país que está en reconstrucción, el mensaje del Papa Francisco es un acto de valentía y de defensa de todo aquello que ataca la convivencia y genera odios irracionales. Pues bien, está visita y sus mensajes han sido recogidos por los medios de comunicación de forma tacaña y poco generosa. No tienen una afectación directa en las audiencias e ingresos por publicidad.
Todo lo contrario ha sucedido con la aparición mediática del video de la hija de una famosa cantante, su nombre es Rocío. La exposición de su fracaso matrimonial, con escenas muy lacrimógenas, con denuncias por agresiones, con un desgarrador testimonio de dolor,… Dicho video ha proporcionado unas audiencias récord, unos cuantiosos ingresos publicitarios y hasta un debate político. En esta noticia doméstica, este medio no ha escatimado tiempo y medios para vender su producto. Es curioso la diferencia de trato entre una noticia con un mensaje positivo y enriquecedor, y otra que fomenta los posicionamientos de crispación, división y juicios paralelos. Los políticos haciendo alarde de oportunismo, se apuntaron a las audiencias que generó este video, para así vender sus ideologías y su visión justiciera.
Todo ello es un síntoma de los valores que priman en la sociedad y que algunos medios de comunicación ofrecen como ofertas de consumo. Mientras los valores de la reconciliación, del perdón y de la reconstrucción moral son menospreciados y rebajados a la mínima expresión, otros valores, sin embargo, son explotados y ofrecidos de forma muy generosa: crispación, división, enfrentamiento, justicialismo, venganza, etc. ¿Podemos cambiar estas inercias? III