El único museo permanente del territorio catalán se instaló en la segunda planta del Palacio Mercader en 2014 y desde entonces se ha convertido en un referente del ámbito académico. El objetivo es acercar las matemáticas a la población con actividades interactivas que permitan estimular una imagen social positiva de la ciencia. Una batalla contra el miedo que ha permitido tanto a jóvenes como adultos disfrutar nuevamente del ámbito numérico.
La exposición cuenta con 300 m2 distribuidos en siete salas temáticas dedicadas a las principales ramas de las matemáticas. Todas ellas tituladas con el nombre de algunos de los científicos más influyentes a modo de homenaje. La sala Emma Castelnuovo es una de las favoritas de los asistentes. Un módulo repleto de espejos e ilusiones ópticas que dejan al público boquiabierto. De hecho, los trabajadores del museo la llaman “la sala de las emociones” porque es habitual ver a los asistentes impactados con los diferentes elementos.
La mayoría de materiales de la exposición están diseñados y elaborados a mano por el propio museo. La sala Pere Puig Adam cuenta con talleres llenos de piezas dedicados a la geometría, las curvas y las fórmulas inductivas. Uno de los juegos favoritos para el público es el cicloide, un aparato con una pista recta e invertida donde comprueban con el recorrido de dos pelotas cuál es más rápida. Otra de las salas emblemáticas es la del matemático Lluis Santaló, situada en una de las torres octogonales que enmarcan el Palacio dedicada a los módulos de probabilidad y estadística.
Uno de los lemas del museo es “Prohibido NO tocar”, con el que animan a los visitantes a jugar y experimentar con los materiales expuestos. El éxito recae tanto en la variedad de actividades como en la diversión de los asistentes, ya sean niños, adultos o personas mayores. Pura Fornals, presidenta de la Asociación y coordinadora de la exposición de Cornellà, destaca la felicidad radiante de los más pequeños: “Cada fin de semana preguntamos cómo nos han conocido y los niños contestan que ha venido con la escuela y querían volver. Al salir entendemos porque quieren repetir la experiencia, es divertidísimo y hay un montón de cosas por hacer”. No obstante, para los padres, el museo también es una puerta con destino al pasado: ”Hay ciertos elementos que pueden hacerte recordar aspectos de la infancia, otros dicen que si hubiesen explicado las cosas como en la exposición les hubiese ido mejor con las matemáticas”.
El museo también cuenta con un espacio específico para los más pequeños. En la sala Maria Montessori, los primeros cursos de primaria, hasta los 10 años, pueden disfrutar de una sala más “dinamizada y colorida”, añade Pura Fornals. La amplia variedad de actividades dificulta a los asistentes realizar todos los juegos. En esta línea, la coordinadora recuerda alguna anécdota al respecto. “Durante meses tuvimos un señor mayor que venía con la nieta cada semana. Era su tarde de miércoles con el abuelo y ambos disfrutaban”.
La exposición se puede visitar los miércoles por la tarde de 17 a 20 horas y los domingos por la mañana de 10 a 14 horas. El precio de la entrada sin reserva es voluntario y al final de la visita disponen de una urna por si el público quiere dejar “lo que crea conveniente”. El proyecto está formado por profesionales de la educación, principalmente docentes procedentes de institutos y universidades. El museo empezó con la colaboración de un grupo de amigos y ahora tienen 14 personas en plantilla para la exposición permanente. “El éxito estaba garantizado porque somos un colectivo que vamos siempre en equipo, aunque llegar a tantos alumnos no nos lo habíamos planteado”, admite Pura Fornals. La iniciativa es pionera en Cataluña y el prestigio del que goza ha llevado al Museo de las Matemáticas a tener más de 100.000 visitas antes de la pandemia.
Nuevos retos
Ante la incapacidad de poder abrir el museo por el coronavirus, el museo se vio en la obligación de reinventarse. Por ello, decidieron trasladar los talleres a colegios e institutos, ya que los alumnos no podían visitar la exposición de Can Mercader. La gran acogida de las escuelas ha ofrecido a la comunidad matemática una nueva vía para seguir divulgando la ciencia disfrutando de una gran variedad de juegos. Además, este tipo de actividades son complementarias y no sustituyen la posible visita al museo. Sin embargo, la demanda ha incrementado en los últimos meses y la asociación ha abierto un sistema de reservas para el segundo trimestre, que ha colapsado a los pocos minutos: “Tenemos cola. Por una parte sientes satisfacción, pero nos sabe mal, no podemos ofrecer más. Ha sido un cambio muy grande en cuanto a gestión y trato”, añaden. Entre los meses de septiembre y diciembre de 2020 han visitado 50 centros educativos, de 23 poblaciones, con un total de 179 talleres realizados a más de 4.500 alumnos.
El Ayuntamiento de Cornellà cedió a la asociación la segunda planta del histórico Palacio Mercader, ubicado en medio del parque, con zonas verdes, un pequeño lago, mesas para picnic, espacios de juego, bar, etc. La colaboración entre ambas partes va a cumplir ocho años en febrero y han realizado cursos de formación, actividades en la calle, colaboraciones y participaciones en actos. “Todo han sido facilidades y mejora con la colaboración de la ciudad del Baix Llobregat. Ha sido fantástico poder darnos a conocer y visualizarnos mucho más como una cosa estable y fija”, explican agradecidos desde la organización.
El museo también realiza exposiciones itinerantes para acercar la divulgación matemática a todos los rincones de Cataluña. Estas actividades son una acción clave para mantener el contacto con el territorio y las diferentes entidades activas que promueven la difusión de las matemáticas. La red de colaboradores locales les ha permitido programar exposiciones temporales de varias temáticas y envergaduras. Las actividades móviles han contado con la participación de más de 70.000 visitantes en 20 ciudades distintas. En total han realizado 40 proyectos, incluso fuera del ámbito catalán. Es el caso de Menorca, Zaragoza o Palma de Mallorca, este último en una exposición el año pasado. Actualmente, el museo cuenta con dos exposiciones itinerantes hasta final de año en Vilanova i la Geltrú y en Barcelona.
Previsión de futuro
El éxito del museo permanente en Cornellà ha llevado a varias ciudades a realizar peticiones para establecer nuevas sedes estables. Las capitales de Girona y Tarragona son las mejores posicionadas para disponer de un local disponible con material fijo. La intención es poder instalarlas dentro de un año o dos. Hasta que se convierta en una realidad, la asociación repite anualmente exposiciones en estas comarcas.
El boca a boca fue esencial en el inicio del museo y con el tiempo los congresos internacionales les ayudaron a ampliar la red de colaboradores. Han participado en encuentros en Italia, Alemania, Sudáfrica o Irlanda donde han tenido la oportunidad de poner en práctica ideas y materiales didácticos. También han trabajado conjuntamente con otras entidades y en proyectos europeos o extracomunitarios. Uno de los más destacados es la declaración de Dresden, donde los museos de matemáticas se comprometieron a mantener una red de conocimiento y libre circulación de ideas.
Tras una década de constante evolución, el Museo de las Matemáticas de Cataluña es un referente en el ámbito de la divulgación científica y el ámbito académico. Los artífices del proyecto siguen con la misma ilusión que el primer día y prevén realizar cambios en algunos módulos para seguir mejorando la experiencia del espectador. Una renovación que “ven necesaria” con el objetivo de seguir mejorando la imagen y el contenido de la exposición. Cornellà de Llobregat se ha convertido en el epicentro de la ciencia numérica en toda Cataluña y espera que sea así por muchos años más: “Si no hay otro museo y es un referente, entre todos vamos a mantenerlo”. III