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¡Descubramos el tesoro de la humildad para este 2022!
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¡Descubramos el tesoro de la humildad para este 2022!

Por Mossèn Pere Rovira
domingo 09 de enero de 2022, 19:31h

Durante estas últimas semanas nos hemos deseado los mejores de nuestras buenas intenciones: PAZ, AMOR Y FELICIDAD para este año que iniciamos.

Parece que es más fácil expresar en estos días lo que debería convertirse en normal y cuotidiano a lo largo del año. Los deseos antes expresados deberían construirse y alimentarse cada día, no siendo una fecha de calendario o un reclamo consumismo puntual.
Desprender las fiestas de su genuina identidad, de sus auténticos protagonistas, convierte todas estas fiestas, especialmente la Navidad, en un escaparate comercial.
Al inicio del año hay muy buenos propósitos y motivadores proyectos. Después de las vacaciones de Navidad, ya estamos planificando las vacaciones de Semana Santa y después las del verano, sin olvidarnos de la evasión del fin de semana. El futuro se convierte, de este modo, en la motivación principal de nuestra existencia.
La realidad que vivimos en los últimos años con la “pandemia” ha sido y es un serio aterrizaje al presente, fuera de toda previsión y planificación. Un director de un gran hospital de Madrid dijo textualmente: “Espero que esta pandemia nos haga más humildes”.
La humildad no sólo es una palabra, un concepto moral o una excusa para los tontos y “bobo”; es el principio de toda la sabiduría a la que podemos aspirar en esta vida; es tomar consciencia de nuestra verdad como ser humano, con su fragilidad y limitaciones, expuestos a cualquier eventualidad.
La situación actual es una dura pero necesaria lección que todos deberíamos aprender y conservar en la memoria colectiva para, de esta forma, transmitirla a las futuras generaciones.
¡Ojalá! Aprendamos a valorar, agradecer y subrayar las pequeñas acciones y gestos del día a día: una mirada, una sonrisa, un abrazo, un “gracias”,… El presente tozudamente nos impone su ritmo en nuestras vidas. Cuantos planes se han desbaratado en un instante y cuantos proyectos se han desvanecido sin avisar. Nuestro mundo crece de forma extremadamente prepotente y autosuficiente. Este virus microscópico ha puesto en evidencia nuestra fragilidad y nuestra dependencia de un orden que va más allá de nuestra planificación. Algunos sufrirán sus consecuencias, a otros les permitirá crecer y descubrir riquezas hasta ahora ocultas.
“Tened un mismo sentir los unos para con los otros; sin complaceros en la altivez; atraídos más bien por lo humilde; no os complazcáis en vuestra propia sabiduría.”
(Romanos 12, 16)

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