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Más que un clérigo
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Más que un clérigo

Por Olga Puertas Balcell
lunes 17 de enero de 2022, 09:16h

En 2014 nos llegó un nuevo vecino el Padre Antonio Fernández García, que se hizo cargo de una iglesia en mal estado, una reducida casa parroquial y además del “Centre” un edificio con teatro y dependencias medio restauradas y sobre el que yo y otros habíamos hecho campaña y presión para su venta o arriendo a nuestro Ayto. aún carente de un Teatro o Sala de actos en condiciones

Soy vecina casi inmediata de la Parroquia de S. Baldiri. Sé que se alcanzó un -casi acuerdo- que en el último momento se malogró. Nuestro párroco era tri-licenciado, joven aún y acumulaba una amplia experiencia de gestión en la desaparecida “Caixa Penedés” de tanto arraigo en S. Boi; había padecido la crisis bancaria en propia carne y ahora la revivía atendiendo a los -nuevos pobres-, jóvenes parejas con hijos que sacrifican parte de sus ingresos para no perder su vivienda, lo que les invalida para ayudas sociales y que rozan las carencias alimentarias casi cada mes.

El pronto habló de ello en púlpito y me lo explicó en privado, yo lo he replicado en artículos y Plenos. El concurrido Bco. de alimentos sigue aún hoy en alerta social máxima. D. Antonio un gran corpachón y expresión bondadosa sabía de lo que hablaba. En este periodo afrontó con dificultades burocráticas, créditos y una subvención de la GENCAT, las reformas del tejado y techumbres interiores ya imprescindibles para la seguridad de los feligreses.

Tuvo que abandonar las obras por falta de dinero; ni Ayto. ni próceres locales se brindaron a concluir las obras de la llamada catedral del Baix Llobregat. El dio uso amplio a los locales del Centre anexo; la entidad APADO ocupa buena parte de ellos. Sé, aún siendo agnóstica que revivió la práctica religiosa, en mis encuentros fortuitos siempre nos brindamos un trato de respeto y mutua simpatía; esto era su regla con todos, creyentes o no.

Ahora pienso en su recuerdo en la breve nivola de Unamuno “S. Manuel, mártir” donde se nos sirve un relato de ejemplaridad social y comunitaria,- credos aparte-, que valía para nuestro finado. Para algunos sociólogos la elección era y es -“Iglesia o partido”- en S. Boi mucha vida social aún gira en esta dicotomía. Por todo ello la figura activa y jovial de D. Antonio se afirmó en estos 7 años de dificultades materiales en una ciudad de recursos escasos y creciente necesidad espiritual que el Covid ha disparado en forma de trastornos mentales y latente malestar social.

Creo que su enfoque social cristiano, puede tener continuidad y más aún ser una fuerza de integración social para muchos migrantes desorientados, el mismo hijo de granadinos; y sobre todo paliar la soledad de tantos afectados por perdidas inesperadas, como ha sido la suya. Para mí y muchos, D. Antonio era más que un clérigo, era un activista comunitario. Desearía en su memoria, que todos los lugares de culto locales, tuvieran una mayor utilidad social, como D. Antonio procuró. Descanse en paz.

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