Pero este aumento del volumen de basura generada en el año 2021 no ha ido parejo al de la recogida selectiva, que se ha estancado en un 38,1% lo que sitúa la cifra muy lejos de los objetivos marcados por la Unión Europea (UE) y que hablan de reciclar el 55% de los desechos sólidos domésticos en el año 2025.
Podría parecer que el aumento extremo de las medidas de higiene personal de obligado cumplimiento durante los picos de máximo azote del coronavirus iban a trasladarse también al cubo de la basura, pero nada más alejado de la realidad. En lugar de habernos vuelto más responsables y meticulosos con nuestros desechos -como hacíamos no hace tanto con el gel hidroalcóholico de manos, los guantes y las mascarillas- resulta que prolifera cada vez más el abandono de muebles viejos, colchones y trastos en las calles (pese a los esfuerzos de los ayuntamientos por retirarlos de la vía pública lo antes posible) y la conciencia recicladora se ha ido esfumando a cada nueva oleada o cada mutación del SARS CoV-2.
Llegados a este punto cabe plantearse: ¿La ‘nueva normalidad’ nos ha vuelto, contra todo pronóstico, ciudadanos más incívicos con nuestros propios residuos y nos ha alejado de la recogida selectiva y el reciclaje? El debate está servido.