En tiempos como estos en los que se habla mucho de desindustralización y de fuga de empresas del entorno metropolitano (y de Cataluña en general) viene como agua de mayo que un grupo automovilístico del potencial de Chery haya apostado por la Zona Franca de Barcelona para poner su primera pica en Europa y montar una cadena de ensamblaje de su modelo Omoda-5, Y lo hace en colaboración con la histórica Ebro, marca con la que ha constituido dos ‘joint ventures’ (empresas conjuntas) que van allanar el desembarco del gigante chino en Barcelona: una para la producción de vehículos y otra para la comercialización de la renacida y mítica insignia española del motor., que operó entre 1954 y 1987.
El aterrizaje del socio chino -que vendió 1,88 millones de vehículos en 2023- llega en el momento oportuno para la comarca, porque el año pasado, el número de empresas y autónomos del Baix cayó el un 7,0% y un 3,6%, respectivamente, respecto a 2019, el año anterior a la pandemia, según datos del Observatori del Consell Comarcal. Así que la llegada de una inversión de 400 millones de euros (sin contar las ayudas públicas tipo PERTE aún desconocidas) y la promesa de creación de 1.250 nuevos puestos de trabajo se recibe con los brazos abiertos, como a los estadounidenses de Bienvenido Míster Marshall, la inmortal película de Luis García Berlanga (1953). Pero, a diferencia del film, esta vez los benefactores de Oriente no van a pasar de largo.
El tándem Chery-Ebro
El tándem Chery-Ebro toma el relevo de otro gran gigante automotriz: los nipones de Nissan, que transformaron la vieja factoría de Motor Ibérica en una planta capaz de producir 200.000 vehículos al año y ,lo más importante, de dar trabajo a 10.000 trabajadores, entre empleos directos, subcontratas y empresas auxiliares, la mayoría de ellos residentes en L’Hospitalet y el Baix Llobregat. El cierre de Nissan, que también tenía un centro de producción en Sant Andreu de la Barca, fue un auténtico mazazo económico y laboral del que el territorio se recupera lentamente, pues todavía quedan integrantes de la antigua plantilla por recolocar. Aunque 150 de ellos están de suerte: estarán presentes como personal laboral en el arranque, a finales de este verano, de la nueva factoría hispano-china, bautizada como Ebro Factory. Que hay brotes verdes lo demuestra que el Baix ha sellado el primer trimestre del 2024 con el mayor número de afiliados a la Seguridad Social desde 2008: 356.970 empleos y 21.038 empresas en marzo de 2024.
Doble interés estratégico
El fichaje de Chery es doblemente vital a nivel estratégico. Para empezar, porque el gigante automotriz chino se convierte así en la primera compañía del país con una fábrica de automóviles propia tanto en España como en Europa. Y segundo, pero no menos relevante: porque puede funcionar como un revulsivo que detenga la hemorragia de fugas de empresas de Cataluña desde el referéndum ilegal del 1 de octubre de 2017. Las cifras en este ámbito son demoledoras: entre 2018 y 2023, la comunidad autónoma ha perdido más de 5.000 sedes de compañías, a las que hay que sumar las operaciones que están todavía en proceso o en trámite y las contabilizadas durante este año.
Asimismo, puede suponer un punto de inflexión en la revalorización de la marca Cataluña (y, por ende, del Baix) y más concretamente del sector automovilístico de la comarca que tiene como puntal la factoría de SEAT en Martorell, un coloso cuyo futuro es incierto, porque está amenazado por el progresivo proceso de electrificación de los vehículos del Grupo Volkswagen. La factoría del Baix Nord aspiraba a hacerse con la planta de baterías del grupo, lo que compensaría la pérdida de empleos de las cadenas de montaje de los vehículos con motor de combustión, pero al final fue Sagunto (Valencia) quien se llevó el gato al agua, seguramente porque los responsables de influir en que la decisión final se decantara del lado catalán no estuvieron a la altura de las circunstancias.
Reinventarse y atraer inversión
No obstante, y pese a lo mal que haya podido hacerse en el pasado, la alianza Chery-Ebro abre una nueva etapa, que invita a no mirar atrás y que augura un viable renacer de la industria en el Baix. Lo ratificó el propio presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, cuando aseguró durante la firma del convenio entre ambas empresas (el pasado 19 de abril) que la llegada de Chery ejemplifica “la capacidad de la industria española de reinventarse y de atraer grandes inversiones extranjeras”.
Aunque no siempre es bueno tender una generosa alfombra roja (y menos un cheque en blanco) a los gigantes recién llegados –con Volkswagen las cosas nunca han sido una completa balsa de aceite- hay que confiar en que el desembarco chino traerá consigo progreso, trabajo y una mejora de la economía del territorio. Por lo tanto: bienvenido Mister Chery.