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Capítulo 7 - Desempleo juvenil - Jirones de la Transición, de Javier Pérez Llorca

Por X. Pérez Llorca
miércoles 17 de julio de 2024, 17:38h
El desempleo y su incremento constante en los últimos años se ha convertido en el gran problema que demanda respuestas inmediatas. Si el terrorismo y los brotes golpistas son una amenaza explícita para la democracia, el paro es un elemento capaz de socavar la confianza de la población en el nuevo sistema. Una vez más en nuestra historia, el advenimiento de un régimen democrático se produce en medio de una profunda crisis económica. A los problemas de transformación institucional se le suman los de índole económica.

Hemos sobrepasado la tasa del 13% de parados sobre la población activa (13'93%) en el segundo trimestre de 1981(1). Cifra que dobla la media de los países integrantes de OCDE. La grave situación que denotan estas cifras debiera ser motivo suficiente para que la definición de una política de empleo fuese el objetivo básico del gobierno; la realidad es que esto no es así. No podemos olvidar que, tanto en la discusión de los Presupuestos Generales del Estado como en la Ley Básica de Empleo, las medidas propuestas por los socialistas fueron rechazadas por el gobierno argumentando "que el problema del paro se solucionaría a medio plazo, una vez que se hubiesen sentado las bases de una reactivación económica". Recordemos además los incumplimientos reiterados por el ejecutivo en lo referente a creación de nuevos puestos de trabajo (compromisos contraídos con las centrales sindicales).

Una de las más penosas consecuencias del fenómeno del paro es la particular dureza con que afecta a los sectores sociales con menor capacidad de respuesta social: jóvenes, mujeres, trabajadores próximos a la jubilación. En modo alguno es un tópico decir que en el caso de los jóvenes el desempleo significa la imposibilidad de integrarse como elemento activo de la sociedad, cuando no una puerta abierta al mundo de la delincuencia.

La reafirmación de la personalidad del joven está íntimamente relacionada con la capacidad para independizarse de su familia. No podemos olvidar que en España el 91% de los jóvenes viven con sus familias(2).

Las cotas que ha alcanzado el desempleo juvenil son inadmisibles para cualquier país industrializado: 56,3% del total de la masa de parados, de ellos, el 57,4% buscan su primer empleo. Si bien la falta de trabajo es de por sí un elemento de preocupación para el individuo, cuando no se percibe ningún tipo de subsidio o seguro la situación se hace insostenible. Pues bien, tan solo el 1% de los jóvenes en paro cobran seguro de desempleo(3).

A continuación se reproducen algunos datos que nos permiten observar el progresivo aumento del desempleo juvenil:

3. Parados por grupos de edad, sectores económicos y sexo

Sectores económicos Total parados Grupos de edad (años)
16 a 19 20 a 24 25 a 54 >= 55
3.2. Varones (miles de personas)
TOTAL 1494,5 431 402,1 567,8 93,6
Agricultura 99,2 21,2 18,4 46,4 13,3
Industria 249,4 41,3 62,1 122,9 23,1
Construcción 300,7 21,6 48,7 194,2 36,1
Servicios 294,1 59,2 84,1 134,2 16,5
No clasificable 551,2 287,7 188,8 70,2 4,5
3.3. Mujeres (miles de personas)
TOTAL 1000,3 236,7 225,8 451,8 86
Agricultura 90,6 18,8 14,9 43,8 13,1
Industria 173,9 22,2 34,6 97,9 19,2
Construcción 296,4 21,4 46,3 192,5 36,1
Servicios 171,7 32,4 40,1 85,9 13,3
No clasificable 267,8 142 89,9 31,7 4,2
3.1. Ambos sexos (miles de personas)
TOTAL 494,2 194,3 176,3 116 7,6
Agricultura 8,6 2,4 3,5 2,5 0,1
Industria 75,5 19,1 27,4 25 3,9
Construcción 4,3 0,2 2,4 1,7
Servicios 122,4 26,9 44,1 48,3 3,2
No clasificable 283,5 145,7 98,9 38,5 0,3

NOTA: La rúbrica NO CLASIFICABLE incluye, entre otros, a los parados que buscan una primera colocación y que, por lo tanto, no son clasificables por sectores económicos.

6. Valores relativos

6.4. Tasas de paro por sexo y grupos de edad

CONCEPTOS TOTAL GRUPOS DE EDAD (años)
TRIMESTRES 16 a 19 20 a 24 25 a 54 >= 55
PRIMER TRIMESTRE DE 1979
TOTAL 8,21 24,71 16,89 5,29 3,23
Varones 7,78 23,06 17,36 5,59 4,06
Mujeres 9,26 26,84 16,28 4,38 0,88
SEGUNDO TRIMESTRE DE 1979
TOTAL 8,25 24,99 17,01 5,24 3,54
Varones 7,9 24,58 17,37 5,54 4,45
Mujeres 9,11 25,52 16,58 4,34 0,9
TERCER TRIMESTRE DE 1979
TOTAL 8,78 27,08 18,5 5,43 3,45
Varones 8,26 25,91 18,73 5,71 4,32
Mujeres 10,06 28,62 18,21 4,58 0,91
CUARTO TRIMESTRE DE 1979
TOTAL 9,55 28,59 19,63 6,14 3,69
Varones 9,03 27,58 19,53 6,44 4,56
Mujeres 10,83 29,96 19,78 5,25 1,12
PRIMER TRIMESTRE DE 1980
TOTAL 10,64 30,98 21,71 7,01 4,25
Varones 10,18 29,11 22,25 7,42 5,28
Mujeres 11,77 33,51 21,01 5,79 1,2
SEGUNDO TRIMESTRE DE 1980
TOTAL 11,22 34,02 23,06 7,19 4,63
Varones 10,8 32,2 24,37 7,61 5,7
Mujeres 12,27 36,5 21,29 5,91 1,42

CUADRO ESTADÍSTICO
PARADOS DE 14 A 24 AÑOS POR SECTORES (cifras absolutas)
Trimestre Año Agricultura Industria Construcción Servicios Sin empleo anterior TOTAL
3er Trimestre 1977 31.800 49.900 35.300 68.500 268.300 453.800
4to Trimestre 1977 32.000 55.400 35.700 74.400 283.400 480.900
1er Trimestre 1978 36.600 72.300 50.400 81.500 294.400 534.900
2do Trimestre 1978 29.700 63.900 47.400 82.600 301.500 525.100
3er Trimestre 1978 31.100 71.700 47.200 93.300 362.800 606.300
4to Trimestre 1978 39.800 78.900 46.700 104.300 370.000 639.700
1er Trimestre 1979 35.400 84.400 54.200 114.500 361.100 649.500
2do Trimestre 1979 41.000 83.600 49.000 105.500 357.500 636.600
3er Trimestre 1979 36.600 84.400 53.500 118.600 421.500 714.800
4to Trimestre 1979 40.400 92.000 59.200 115.700 459.100 766.400
1er Trimestre 1980 44.900 101.700 70.800 142.300 462.700 822.400
2do Trimestre 1980 48.700 102.400 78.200 137.200 493.500 860.000

Descomponiendo el paro juvenil en dos niveles, de catorce a diecinueve años se obtienen los siguientes datos:

A) DE CATORCE A DIECINUEVE AÑOS

Trimestre Año Nº de parados Total paro Variación sobre el 3º Trimestre del 77 % sobre población activa juvenil
3er Trimestre 1977 297.200 38.2 18.1
4to Trimestre 1977 313.200 37.6 5.4 19.2
1er Trimestre 1978 338.800 36.4 14.0 21.3
2do Trimestre 1978 329.900 35.2 11.0 22.0
3er Trimestre 1978 377.000 37.2 26.8 24.3
4to Trimestre 1978 395.700 36.5 33.1 25.9
1er Trimestre 1979 393.600 34.5 32.4 26.5
2do Trimestre 1979 379.800 33.7 27.8 26.4
3er Trimestre 1979 427.300 35.0 43.8 29.1
4to Trimestre 1979 459.500 34.4 55.0 30.9
1er Trimestre 1980 477.500 32.5 60.7 33.2
2do Trimestre 1980 492.700 32.3 65.8 30.9

B) DE VEINTE A VEINTICUATRO AÑOS

Trimestre Año Nº de parados Total paro Variación sobre el 3º Trimestre del 77 % sobre población activa juvenil
3er Trimestre 1977 157.100 20.2 10.9
4to Trimestre 1977 166.800 20.0 6.2 11.4
1er Trimestre 1978 195.500 21.0 24.4 13.2
2do Trimestre 1978 193.700 20.7 23.3 13.1
3er Trimestre 1978 229.000 22.6 45.8 15.1
4to Trimestre 1978 244.000 22.5 55.3 16.2
1er Trimestre 1979 256.000 22.5 62.9 16.9
2do Trimestre 1979 256.700 22.7 63.4 17.0
3er Trimestre 1979 287.500 23.6 83.0 18.5
4to Trimestre 1979 306.900 23.0 95.3 19.6
1er Trimestre 1980 344.900 23.4 119.5 21.7
2do Trimestre 1980 367.300 24.0 133.8 26.8

Es importante reparar en las consecuencias sociales que se derivan del desempleo juvenil. Las tienen por la gravedad del problema en sí y, por el número de jóvenes que se ven afectados. Hablaba al principio de este ensayo sobre la juventud como clase o sector social y me refería a la importancia del factor economía-familia entre los mismos jóvenes. Veamos ahora: el 55% de los individuos con edades comprendidas entre catorce y veinticinco años son obreros y empleados. Estos jóvenes además están rodeados por unas condiciones sociales muy determinadas: el 75% viven en barrios dormitorio. En un 54%, en sus barrios no existe ni una instalación deportiva y en un 47%, tampoco cuentan con ninguna organización cultural. Los jóvenes son conscientes de esta situación: el 97% de ellos opina que el gobierno no se preocupa de su tiempo libre.

Su poder adquisitivo es reducido; el 61% de los jóvenes trabajadores tienen a la semana menos de quinientas pesetas para gastar. En medio de este panorama se produce el fenómeno de la delincuencia juvenil; ¿a quién le puede extrañar?

La presencia de las organizaciones juveniles en los barrios periféricos es escasa. Se produce una disfunción en el movimiento juvenil organizado: las asociaciones de tiempo libre, fundamentalmente de inspiración confesional, que gozan de tradición en los sectores sociales medios y acomodados, no tienen presencia en los barrios obreros.

La afiliación a partidos y sindicatos resulta igualmente débil, aunque no inferior a la participación media de la juventud:

  • El 17% de los chicos trabajadores han estado sindicados.
  • El 18% de las chicas trabajadoras han estado sindicadas.
  • El 6'8% de los chicos están en un grupo político.
  • El 3'3% de las chicas están en un grupo político.

Para reconducir esta situación se necesita una firme voluntad por parte de la administración. En caso contrario el problema se agravará cada vez más. Algunas estimaciones nos hablan de que hasta 1983, cada año llegarán al mercado de trabajo 250.000 jóvenes más. No obstante, el pasado inmediato no nos permite ser muy optimistas, dada la política aplicada por los sucesivos gobiernos monocolores de UCD.

Tras los Pactos de la Moncloa, y entre los diversos incumplimientos que de ellos hizo el gobierno, se desatendió el problema de los aprendices, la Formación Profesional.

  • En las discusiones previas a la promulgación de la Ley Básica de Empleo, los socialistas recogían como un sector social que podía acceder a las prestaciones extra reglamentarias o complementarias a los jóvenes inscritos como parados en demanda del primer empleo y siempre que tuvieran una titulación académica universitaria o de formación profesional de primer, segundo o tercer grado. UCD se opuso (recuérdese aquí que en el momento actual tan solo el 1% de los jóvenes parados cobran seguro de desempleo).
  • Incumplimiento legislativo: otro de los problemas con el que nos encontramos es el incumplimiento de la normativa legal en cuanto a las condiciones del contrato de prácticas y para la formación. Es imprescindible que exista un seguimiento puntual de la administración en esta materia. El mismo Real Decreto-ley de promoción del empleo juvenil ha servido más a la picaresca de las empresas que a la promoción de empleo para jóvenes.
  • Formación Profesional (FP): una adecuada escolarización de la población juvenil es algo que está en relación proporcionalmente inversa con el incremento del desempleo juvenil y los fenómenos de marginación. Por ello, la FP tiene un papel importante a jugar: en primer lugar, han de reestructurarse los planes de estudio intentando lograr una mayor concordancia con la realidad laboral con la que se encontrará el joven tras finalizar sus estudios; en segundo lugar, es preciso buscar salidas profesionales para los jóvenes que concluyen la formación profesional. Es urgente la planificación de la FP dependiente del Instituto Nacional de Empleo.

Llevar adelante una política de empleo que ofrezca soluciones a los jóvenes exige la aplicación de un principio de solidaridad entre los diferentes sectores sociales. Solidaridad que ha de empezar por la propia actitud del gobierno, haciendo esfuerzos importantes por aminorar las dificultades de quienes, encontrándose en paro, tampoco reciben seguro de desempleo alguno.

Ha de ser el Estado quien asegure unas condiciones de vida dignas para todos los sectores que componen la sociedad. De ahí que esperemos de la administración alternativas ante el desempleo juvenil o el incumplimiento de la legislación laboral relativa a la juventud (horas de trabajo, salario, formación, etc).

Sin embargo, siguen subsistiendo actitudes decimonónicas sobre estos puntos. Por ejemplo, las opiniones vertidas por la CEOE tras la promulgación de los decretos ley relativos a contratos de trabajo en prácticas, para la formación y a tiempo parcial. Los representantes de la patronal manifestaron su desagrado por las "limitaciones en la contratación" que contenían los citados decretos y comunicaron su escaso interés por contratar trabajadores jóvenes bajo aquellas condiciones. Está claro que, para estos señores, incremento de contratación juvenil quiere decir "contratar trabajadores más baratos"; en palabras más burdas: mayor explotación.

Opinando sobre la conveniencia o no de la intervención del estado en la regulación de las condiciones de trabajo de los jóvenes, considero que es interesante reproducir aquí los textos de dos reconocidos economistas, Milton Friedman y John Kenneth Galbraith.

Friedman, en su aversión hacia el intervencionismo estatal, intenta demostrar el perjuicio que ha causado este a los propios jóvenes en paro:

"La alta tasa de desempleo juvenil, y especialmente entre los negros, es un escándalo y una seria fuente de desasosiego social. Empero es una consecuencia en su mayor parte de las leyes de salarios mínimos. Cuando acabó la Segunda Guerra Mundial, el salario mínimo era de 40 centavos la hora. La inflación del período de guerra había reducido tanto su valor en términos reales que era prácticamente nulo. El salario mínimo aumentó entonces fuertemente a 75 centavos en 1950 y a un dólar en 1956. Durante los primeros años de la década de los 50, la tasa de desempleo juvenil alcanzó una cifra promedio del 10% comparada con un 4% para todos los trabajadores. La cifra de un 10% era moderadamente mayor que la segunda, algo normal para un grupo que no acaba de entrar a formar parte de la fuerza de trabajo. Las tasas de paro juvenil para blancos y negros eran aproximadamente iguales. Tras los fuertes aumentos de los salarios mínimos, la tasa de desempleo juvenil se disparó, tanto para los blancos como para los negros. Lo que aún es más significativo, se produjo una brecha entre las tasas de desempleo juvenil de los blancos y los negros. En la actualidad, la tasa de desempleo juvenil es del 15 al 20 por ciento para los blancos; del 35 al 40 por ciento para los negros. Consideramos la ley de salarios mínimos una de las más, si no la mayor, "antinegras" de las normas constitucionales. El estado, en primer lugar, construye escuelas en las que muchos jóvenes, negros en su mayoría, reciben una formación tan pobre que no aprenden los conocimientos y las técnicas que les permitirán conseguir buenos salarios. Aquel les penaliza una segunda vez al impedirles que trabajen por salarios bajos como un camino para inducir a los patronos a proporcionarles una formación práctica. Y todo esto en nombre de la ayuda a los pobres"(4).

Galbraith nos aporta una información sobre las condiciones de trabajo de los jóvenes, cuando su contratación dependía de la libertad de las partes:

"En 1815 o 1820 había fábricas, talleres textiles en particular, donde, en principio, podían encontrar trabajo los arrendatarios desahuciados. Pero los "highlanders" varones no se acoplaban fácilmente al ritmo de la máquina. Su instinto más fuerte era emigrar, casi siempre Canadá. Nova Scotia era de hecho, como su nombre, La Nueva Escocia. Las mujeres y los niños eran un material industrial mejor y más maleable, aunque se pensaba que lo más conveniente era que los niños empezaran de muy jóvenes.

New Lanark, a una media hora al sudeste de Glasgow, en un profundo valle junto al Clyde (el agua de una deliciosa cascada hacía funcionar las máquinas), fue el escenario del más famoso experimento sobre el empleo de niños en la industria. Hasta hoy, el nombre de New Lanark va asociado, en la mente de muchos, aunque un poco vagamente, a este experimento humanitario ilustrado. Los talleres, las casas y los dormitorios de los trabajadores permanecen inalterados, firmes y en pie.

El experimento de New Lanark fue iniciado durante los últimos años del siglo XVIII por David Dale, famoso capitalista y filántropo escocés cuya efigie ha sido grabada en años recientes en ciertos billetes del Banco de Escocia. Dos mil obreros de todas las edades trabajaron en ella. Lo que era la ciudad tiene hoy una población de ochenta.

La atmósfera era del tono moral más elevado. Cada huérfano recibía una hora y media de rigurosa instrucción todos los días. Sin embargo, se reconocía que los talleres debían de rendir un beneficio, había que proteger y fomentar lo que hoy se llama ética del trabajo. Por consiguiente, la enseñanza se impartía por la noche, después de una buena y honrada jornada de trece horas en la fábrica.

Nadie debe escandalizarse. Según las normas de la época, New Lanark era un lugar de caridad y de cultura, si no exactamente de reposo. Esto fue aún más cierto después de 1799, cuando asumió la dirección el yerno de Dale, Robert Owen. Owen era filósofo, socialista utópico, escéptico en materia de religión y espiritualista. New Lanark fue visitada por reformadores de toda Europa, que querían ver con sus propios ojos esta prueba de que la industria podía tener un rostro humano. A Owen se debió la creación del Instituto para la Formación del Carácter. Allí se daban conferencias para los adultos, sesiones de canto y otras diversiones para los huérfanos, y había un parvulario para los pequeñines. Se cerraron las tabernas y se prohibió el alcohol. Con el tiempo, se redujo la jornada laboral de los niños a diez horas y media, y nunca se emplearon niños de menos de doce años. El hecho de que este régimen se considerase benigno indica como andaban las cosas en otras partes. Debido a su actitud compasiva, Owen tenía siempre dificultades con sus socios. Estos habrían preferido mucho más un director duro y práctico, que hubiese hecho trabajar toda la jornada a los pequeños bastardos"(5).


(1) Según encuesta Población Activa (EPA 2° trimestre 1981).
(2) Datos extraídos de encuesta de la JOC, "Ocio y vida cotidiana de la Juventud Trabajadora".
(3) Datos extraídos de encuesta de la JOC, "Ocio y vida cotidiana de la Juventud Trabajadora".
(4) Milton y Rose Friedman: Libertad de elegir. Pág. 329 y 330. Editorial Grijalbo.
(5) John Kenneth Galbraith: La era de la incertidumbre. Pág. 29. Editorial Plaza y Janés.


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