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Capítulo 9 - Ante la situación actual - Jirones de la Transición, de Javier Pérez Llorca

Por X. Pérez Llorca
miércoles 17 de julio de 2024, 17:40h
Resulta difícil apuntar posibles soluciones para revitalizar el Movimiento Juvenil en España cuando el contexto social es tan poco favorable como el actual.

Ya confirmamos antes que el Movimiento Juvenil se ha perdido. La generación que vive su adolescencia en el "interregno" comprendido entre la muerte de Franco y 1980, es una generación sin patrones culturales definidos, que anda a caballo entre la decadencia de la dictadura y el alumbramiento de la democracia. Si esto es cierto, también lo es que los condicionamientos económicos de la crisis inciden sobre el conjunto de la sociedad favoreciendo las tendencias conservadoras de toda la población.

Pensar en un incremento de la participación juvenil en los movimientos asociativos requiere una actitud positiva -militante- en favor de una determinada postura. En nuestro caso, requeriría que la juventud se identificara con la democracia como sistema político o que se enfrentase activamente a ella. Solo partiendo de una identificación ideológica con un sistema se puede pensar en ser activo dentro o frente a él. El caso es que la España democrática no ha sabido hacerse comprender por la juventud. No se debe entender como que la juventud prefiere un régimen totalitario antes que un sistema democrático. Estas constataciones responden a la "transitoriedad ideológica" de la juventud de la transición política y se desprenden de la encuesta realizada por el Ministerio de Cultura (Informe ISAF, 80).

. Nivel alto (%) Media alta (%) Media baja (%) FP (%) M (%)
Sistema totalitario 35.5 6.5 8 4 3
Partidarios Democracia 38 37 27 24.5 21
Sistemas comunistas 5.5 10 8.5 16
Ideas republicanas 3.5 8.5 8.5 7.5 3
Anarquistas 3.5 12.5 10.5 14 9.5
Sin preferencia 15 26 33.5 38.5 44.5
UCD 5.5 6.5 2.5 1.5 11
PSOE 5 15 17.5 13 26
CD 5.5
PCE 1 7 11.5 6.5 11
AP 11.5 1.5 0.5 11
FN 33 5 2 5 3
Ninguno 31 53 56.5 87.5 38.5
FP= Formación Profesional; M=Marginados

Una necesidad previa para hablar de revitalización del movimiento juvenil es que el Estado Democrático articule los medios necesarios para integrar a la juventud. En este sentido, creo que la solución pasa por homologar la política juvenil del Estado Español a la del resto de los países europeos, que el estado reconozca la realidad plural de las organizaciones juveniles (derogación pues del RDL 3481/77 de 16 de diciembre, sobre asociacionismo juvenil), que garantice una política de promoción asociativa, creando un patrimonio de la juventud y subvencionando las actividades asociativas de las entidades, que se articule una estructura de representación juvenil potenciando verdaderamente el Consejo Federal de la Juventud.

En toda Europa aparecen indicios de una posible revitalización del Movimiento Juvenil (movimiento por la paz). En nuestro caso, la necesidad de luchar por un mundo en paz y más justo puede que contribuya a estimular en lo social una postura activa de la juventud. En España hemos de solventar las contradicciones producidas durante la transición política. A la democracia española le falta crear un contexto adecuado para propiciar el impulso del movimiento juvenil.

El gran interrogante por resolver es: ¿en qué condiciones se puede hacer una política de gobierno que contemple un programa para la juventud? Responder a esta pregunta requiere, a mi modo de ver, plantear tres necesidades:

  1. Evitar la improvisación y provisionalidad en materia de política juvenil. Los programas del gobierno han de ser capaces de abordar con rigor aquellos campos que, como el de la juventud, si bien no han de ser prioritarios en la política del Gobierno, no por ello han de ser olvidados. Basta con echar una ojeada al programa del Ministerio de Cultura en el año 81, en lo que a juventud se refiere, para constatar la superficialidad de las escasas propuestas que plantea.
  2. Que la problemática específica de los sectores sociales más deprimidos esté contemplada adecuadamente en un programa de gobierno, presupone la existencia de una voluntad progresista en su elaboración.
  3. En tercer lugar, es necesario una mayoría de gobierno capaz de desarrollar su programa sin estar expuesta a posibles derrotas parlamentarias; una mayoría que evite el coyunturalismo de un gobierno necesitado día a día de "negociar" en la cámara su supervivencia.

Con una acción de gobierno amplia en su temática, rigurosa en los planteamientos, progresista en la orientación y con capacidad de trabajar en todas las áreas a medio y largo plazo, en esta perspectiva se podría empezar a hablar de la viabilidad de una política de promoción juvenil desde la Administración del Estado. Lo que resulta obvio es que los gobiernos de UCD, que se han sucedido en el poder desde el 77, no han estado en condiciones de cumplir ninguna de las tres premisas antes mencionadas.

La inestabilidad de los sucesivos gobiernos formados por Adolfo Suárez comportaba el que a duras penas se abordasen los grandes problemas del gobierno del Estado, menos aún iba a permitir realizar una labor eficaz en las áreas sectorializadas, como la de juventud.

El intento de golpe de estado que se produjo el 23 de febrero de 1981 nos vino a demostrar hasta qué punto nuestra democracia está necesitada de consolidación. El paro, el terrorismo, el reforzamiento de las instituciones, las autonomías, temas que requieren atención preferente pero que deben esperar la solución de un nuevo gobierno monocolor, minoritario, de UCD, esta vez presidido por Leopoldo Calvo-Sotelo. Este será un gobierno incapacitado de raíz para plantearse siquiera qué hacer en cuanto a la juventud. De un lado nace con una voluntad temerariamente conservadora, rechazando la posibilidad de un acuerdo con el PSOE que garantizase una acción eficaz en el reforzamiento de la democracia. De otro, la acumulación de problemas, la coyunturalidad de sus proyectos, les hará postergar "sine die" su atención hacia la juventud.

¿Cuándo se formará en el Estado un gobierno que reúna las premisas anteriormente citadas? Respondernos esta pregunta es algo que escapa del propósito de este ensayo. Me limitaré a aportar algunas consideraciones tomando como hipótesis de trabajo la existencia de un gobierno basado en los principios anteriormente expuestos.

La estructuración y democratización del Estado podría llevarse a término desarrollando los acuerdos del gobierno, lo que redundaría en una mayor capacidad del ejecutivo para afrontar la totalidad de parcelas sociales que requieren su atención.

Si desde el gobierno se asegurase la potenciación del movimiento juvenil en el marco de una correcta política de atención a todos los sectores sociales, ¿cuál tendría que ser la actitud de las organizaciones juveniles progresistas? ¿Por dónde pasarían las actitudes contestarías frente al sistema? En tal situación, más próxima a la realidad de las democracias europeas que no a la nuestra actual, la "dimensión contestataria" de los sectores sociales marginados cobraría un papel fundamental como catalizadores que facilitaran la evolución del sistema en una dirección progresista. Esta es a mi entender la función última de las organizaciones de consumidores, movimientos ecologistas y organizaciones juveniles. Esta actitud "reformista -radical" de los movimientos asociativos no estrictamente políticos es un elemento básico en una estrategia por el cambio social. Por ejemplo, la actitud "reformista de izquierdas" de Jusos (juventudes del SPD) frente a la acción de gobierno de la socialdemocracia alemana tiene un papel importante a jugar en la estrategia de cambio social en Alemania.

Con esta hipótesis, el gobierno es la expresión ampliamente mayoritaria de la población, los movimientos asociativos son el acicate continuo que exige profundizar en las reformas progresistas.

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