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No te dejes engañar por las falsas apariencias. La sequía podría desatar un nuevo desastre en meses
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No te dejes engañar por las falsas apariencias. La sequía podría desatar un nuevo desastre en meses

viernes 04 de octubre de 2024, 11:14h
.La excepcionalidad de la sequía pone en jaque la explotación del acuífero del Delta. Si no llueve con gran intensidad en los próximos tres o cuatro meses volverán las restricciones de suministro de la primavera. Los agricultores reclaman una mayor utilización de los pozos subterráneos porque el agua regenerada es de menor calidad.

Parece que ya haya pasado el peligro y que los grifos puedan volver a abrirse sin temor alguno porque hay agua de sobras Pero es una falacia, una ilusión seguramente generada artificialmente por intereses políticos. Nada más lejos de la realidad. El Baix Llobregat y L’Hospitalet, igual que el resto de Cataluña, siguen en fase de alerta, según el decreto de Sequía de la Generalitat. Eso significa que se han levantado parte de las medidas restrictivas pero el calvario aún no ha acabado. “Si no llueve de forma muy intensa en los próximos tres o cuatro meses, volveremos a la situación de excepcionalidad anterior al verano”, advierte Jordi Codina, miembro del Consejo Nacional del Agua, un órgano asesor del Gobierno de España. y abogado experto en derecho del agua. En otras palabras, eso significa que el territorio sigue “muy lejos de la normalidad”, asegura Codina.

El verano ha sido seco. Ha llovido de forma copiosa en el litoral y el pre-litoral catalán pero las precipitaciones han sido mínimas en el Pirineo, que es dónde se cargan los embalses. El deshielo finalizó al entrar en verano, así que no se prevén aportaciones extraordinarias en las cabeceras de los ríos hasta que venga el siguiente. Así que los números no invitan al optimismo.

40 hm3 en tres meses

En septiembre del año pasado los embalses vinculados al sistema Ter-Llobregat, del que se abastece mayoritariamente el área metropolitana, acumulaban 152 hm3. Después de un otoño anormalmente seco, el nivel de los pantanos había descendido hasta los 111 hm3, lo que significa que el territorio metropolitano se bebió en esos tres meses 40 hm3. El pasado 23 de septiembre, el volumen de agua de los embalses del sistema Ter-Llobregat alcanzaba los 196 hm3 (un 30%), nueve puntos y 50 hm3 menos que el pasado mes de julio.

Si no hay precipitaciones importantes -y si se sigue la pauta de consumo de 2023- el agua embalsada caerá hasta 156 hm3 a solo 16 hm3 de los 140 hm3 que marcan el inicio de la fase de excepcionalidad. Y no pinta bien porque las previsiones de Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) vaticinan que este otoño recién comenzado va a ser cálido y lluvioso, pero no lo suficiente como para una remontada de los pantanos.

Panorama dramático

El panorama en el conjunto de Cataluña es incluso más dramático. Las cuencas internas vuelven a estar por debajo del 29%, a solo cuatro puntos de que se decrete la situación de excepcionalidad, y por tanto, las restricciones a los grifos de ciudadanos, agricultores y empresas Las últimas lluvias solo han sido una ligera cortina de humo que disimula una contundente realidad: los embalses catalanes han perdido desde que se consiguió el mejor registro (entre finales de junio y principios de julio) el equivalente al consumo de dos meses, pasando de 257 hm3 (el 37%) a 201 hm3 (el 28,9%).

La situación de excepcionalidad será inevitable cuando los embalses bajen hasta el 25%, como sucedió el pasado mes de febrero y volverá a situar el consumo máximo por habitante y día en 230 litros, los agricultores tendrán que reducir el riego en un 40% y las fábricas un 15% el consumo industrial. Además, volverá a prohibirse el llenado de piscinas que no recirculen el agua, el riego de jardines se reducirá a la mera supervivencia de la flora y las fuentes ornamentales dejarán de funcionar. Tampoco se podrán limpiar los coches más que en establecimientos especializados ni podrá emplearse agua potable para la limpieza urbana de calles y mobiliario.

Un 10% del acuífero


Es cierto que el área metropolitana solo se nutre en un 90% aproximadamente de la cuenca Ter-Llobregat, porque cuenta (además de con el agua regenerada de la macro planta depuradora del Baix Llobregat, en El Prat) con el acuífero del Delta del Llobregat, que aporta el 10% del abastecimiento. Las aguas subterráneas metropolitanas disponen de una reserva de 100 hm3 anuales, pero esa cantidad por si sola “no es suficiente para abastecer al territorio. Se necesita otra fuente de aportación externa”, matiza el miembro del Consejo Nacional del Agua, lo que significa que el nivel de los embalses es lo que va a determinar si se retoman las restricciones o no.

Pero la sequía vuelve a pender sobre el acuífero del Delta como una espada de Damocles. Una caída brusca de la capacidad de los embalses es siempre un peligro añadido para las aguas subterráneas deltaicas, porque abre la puerta a la sobre-explotación. Un uso intensivo y prolongado del acuífero podría dañar de forma irreparable está enorme laguna para el lecho del Llobregat si el agua del mar penetrara en la bolsa de agua, salinizándola y haciéndola inservible para el consumo humano, un fenómeno que se conoce como “intrusión salina”.

Difícil control de los pozos

Este riesgo no es menor, porque el control de los pozos es más difícil que el de los pantanos. Y, aunque no de forma excesiva, el número de perforaciones ha aumentado con la sequía. Por ejemplo, los últimos pozos excavados en Sant Boi y Santa Coloma de Cervelló para el suministro de agua son de tal dimensión que un mal uso de ellos “puede dejar vacío el acuífero”, advierte Jordi Codina.

Y es que hay centenares de pozos distribuidos a lo largo y ancho del acuífero del Delta, la mayoría del acuífero superficial -para uso agrícola- pero también hay pozos de abastecimiento de mayores proporciones y capacidad de bombeo que se nutren del acuífero profundo y que son utilizados por las compañías de aguas y los ayuntamientos (como el de El Prat). Pero también cohabitan una treintena de pozos de uso industrial, como los de la cervecera Damm (6), Ciments Molins o el Consorci de la Zona Franca, que explota entre 30 y 50 puntos de extracción.

Agua subterránea para la agricultura

A ello hay que sumar que los agricultores del Parc Agrari del Delta reclaman que se les permita utilizar más agua subterránea en caso de que descienda el caudal del Canal de la Dreta y se implante la excepcionalidad de la sequía (que no solo les obliga a reducir el consumo si no a utilizar agua regenerada) . El motivo esgrimido es que el agua regenerada es “de poca calidad” y perjudica a los cultivos. “Necesitamos agua subterránea para mezclarla con el agua regenerada y mejorarla”, explica un portavoz.

Con las restricciones agua de nuevo en el horizonte, Codina propone un paquete de medidas para que la sequía no cause estragos. Entre ellos una gestión conjunta de las aguas superficiales, las subterráneas y las regeneradas: “Debería crearse un organismo en el que estuvieran representados todos los usuarios”, sea cual sea el tipo de agua que utilicen. No puede ser que cada uno actúe por su cuenta” defiende el integrante del Consejo Nacional del Agua. Además, aboga por mejorar la calidad del agua regenerada de uso agrícola, mezclándola antes de su distribución “con agua subterránea de pozos existentes o de pozos nuevos”, Codina También sugiere que se aumente la eficiencia de los regadíos. En este sentido, los regantes del Canal de la Dreta del Llobregat ya están trabajando en un nuevo proyecto de regadío para el Parc Agrícola del Baix Llobregat.

Planes más afinados contra la sequía

A pesar de que se avecinan meses difíciles, Jordi Codina invita a no perder la calma, para que la administración gestione la sequía “con normalidad” y “sin la precipitación que ha llevado a cometer algunos errores”, durante el reciente episodio de excepcionalidad. Pero, sobre todo, si este otoño no llueve, Codina pide que se revisen los planes de sequía y “se afinen más” para evitar “que perjudiquen a unos usuarios, en beneficio de otros”. Y cita el ejemplo de los payeses del Delta, que han sufrido mucho porque se les ha cerrado el grifo del agua de riego y se les ha dado a cambio un agua regenerada “que no tiene la calidad adecuada. Que no funcione la planta desalobradora (como denunció El Llobregat el pasado mes de marzo) es un lujo que no nos podemos permitir”, ha lamentado. Y en el tintero queda poder disponer de forma puntual de la interconexión de cuencas. Tal vez la solución definitiva. III

50 hm³ de dominio público
El acuífero del Delta tiene una capacidad de 100 hm3, de los que se extrae actualmente la mitad: unos 50 hm3. Unos 30 hm3 -más de la mitad- del total bombeada se destina al suministro de agua de boca (uso doméstico), entre 10 y 15 hm3 a uso industrial y solo otros 5 hm3 al riego agrícola. Desde 1985 todas las aguas subterráneas son de dominio público no del titular de los terrenos en las que abre un pozo. Cualquier propietario que acredite una necesidad justificada de agua del acuífero debe solicitar permiso para hacer la perforación Si su petición no excede los 7.000 m3 anuales le basta con una autorización, pero si son más, necesita una concesión. Ambas figuras van asociadas a un canon de extracción. Construir un pozo legal cuesta entre 10.000 y 15.000 euros.

La cervecera Damm, el gran bebedor del subsuelo
La planta cervecera de Damm en El Prat, ubicada cerca del acceso a la terminal T2 del aeropuerto barcelonés, es la factoría que más agua bebe del acuífero del Llobregat. La compañía dispone de seis pozos de extracción de los que obtiene 4,2 hm3 al año, que es la cantidad estipulada en su concesión, lo que supone prácticamente una tercera parte de todo el consumo industrial de agua subterránea. Por el uso del agua del acuífero Damm paga un canon anual que oscila entre los 600.000 euros y el millón de euros. Aunque parezca una cifra elevada, no lo es tanto porque si obtuviera el agua de la red de suministro convencional como la del consumo doméstico, el recibo “se triplicaría”, según Fuentes del sector. “Paga relativamente poco”, añaden las mismas Fuentes, porque este particular recibo del acuífero no incluye, por ejemplo, el recargo metropolitano ni impuestos añadidos.
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