Un aliento necesario

En España, el número de nacimientos se redujo otro 2% en el 2023, en un ciclo descendente y continuado desde el 2012. Las causas son de sobra conocidas. La gran crisis económica de 2008 o la pandemia de 2020 han tenido un impacto profundo sobre la fecundidad, que siempre se resiente en los momentos de inestabilidad global e incertidumbre. Pero también han concurrido factores sociológicos y culturales que se remontan a los inicios del siglo XXI, como el retraso de la edad de maternidad por la incorporación masiva de la mujer al mercado de trabajo y la consolidación de nuevos modelos de familia.

Sumada a una mayor esperanza de vida, esta baja natalidad incide en un progresivo envejecimiento de la población. Y ya sabemos lo que ello supone: el incremento del gasto en pensiones y en atención social. Pero también, y ello no es menos importante de cara al futuro, la falta del aliento necesario que las generaciones jóvenes insuflan a cualquier comunidad.

Por todo ello, estamos ante un problema serio que reclama políticas que reviertan la situación. En este sentido, la nueva Ley de Familias aprobada en febrero de este mismo año busca incidir en las causas profundas del problema, reforzando la protección económica y social de todos los modelos familiares y desplegando medidas de apoyo a la conciliación que eviten que la gran mayoría de los cuidados de la crianza recaigan sobre las mujeres.

En paralelo, urge también seguir trabajando para mejorar todo aquello que estimule e impulse los proyectos de maternidad de las personas, como por ejemplo las condiciones de acceso a la vivienda, un factor que se antoja decisivo en estos momentos. Porque en última instancia, lo que subyace en el actual retraimiento de la fecundidad está íntimamente relacionado con la desigualdad y sus brechas sociales. Será en la medida que logremos hacer frente a esa desigualdad que restituyamos el ciclo virtuoso de la vida. III