En esta última "Fira de la Purísima" de Sant Boi, se ha debatido sore la preocupación de pequeños agricultores por las reformas en el Parc Agrari del Baix Llobregat. A pesar de las limitaciones legales, se observa un proceso de gentrificación que transforma tierras agrícolas en usos residenciales y turísticos, generando tensiones entre tradición y modernidad.
Uno de los mejores mentideros agrarios de la “Fira de la Purísima” de Sant Boi que acaba de concluir está en la llamada “Carpa fresca”, donde en un rincón de la misma, se venden alcachofas a buen precio, de la Cooperativa local. En las banquetas y en los pasillos de la parada, se producen charlas animadas e intercambios de información puntual, que aunque sesgada y apasionada, pueden tener su interés para los payeses y público en general. Reseñemos las más importantes captadas en estas jornadas.
Los pequeños agricultores, estos que se consideran “microempresarios”, llevaban unos meses recelosos sobre unas reformas, vallados y plantaciones ornamentales en la masía de Can Bonic de Sant Boi, en el Parc Agrari del Baix Llobregat. Allí, tras la compra de la finca de 5 hectáreas y de un arrendamiento anexo cedido de 5 hectáreas adicionales, había comenzado un trasiego de camiones con material de construcción, que provocó denuncias e intentos de impedir el proceso reconstructivo y de mejoramiento ornamental de la finca.
A la espera de decisión
Había Reglamentos, había autoridades fantasmales (Ayuntamiento de Sant Boi, Consorcio del Parque, AMB) que velaban por su cumplimiento ejecutivo; pero el proceso de intervención del nuevo propietario, seguía y sigue al día de hoy, a la espera de una decisión. Una cerca, con un letrero de la seguridad privada, advertía a los curiosos de no entrometerse.
¿Era ésta una anécdota más de piques de vecinos, de envidias al forastero? ¿O simplemente era una vez más la constatación de la progresiva “gentrificación” del Pârc Agrari del Baix Llobregat, hiperprotegido con blindajes y limitaciones de uso (desde el 1998-2002-2004)? Pero, ¡ay! sus 2.938 hectáreas ganadas a las malsanas marismas del Delta del Llobregat, saneadas y puestas en cultivo en el siglo S.XIX y susceptibles de inundación, están incluidas en la lista RAMSAR de la Unión Europea (UE) de humedales a recuperar y por ello afectadas por la ZEPA (reserva aviar). Es decir, más que afectadas por el burocratismo limitativo y las expropiaciones para infraestructuras propias de las zonas periurbanas sin uso edificatorio y por ello susceptibles de intrusiones e interpretaciones legalistas (un día antes, un técnico agrario consultado, se refería al estar “al borde de la ley”) sobre posibles acciones discutidas de iniciativa privada. Y este es el caso, porque aún hay algunas residencias dentro del Parc Agrari que aguantan la inseguridad y falta de confort habitacional (son resistentes de años) y que ansían vender a un cliente mixto de tipo agrario y residencial, “cortijero”. ¿Podemos impedirlo?
Valor reconvertido
En el Parc Agrari hay diversas fincas de valor, convertidas en vertederos, criaderos de caballos, picaderos y escuelas de monta, de tipo privado. Chatarrerías, ruinas fabriles, chabolas, jardinerías con viveros, desaladoras sin uso y huertos ilegales ¿Podemos clausurarlos?
El Consorcio del Parc Agrari, ha recibido un millón de euros para impulsar el Agroturismo, previsto en su ordenamiento ¿Debemos obstaculizarlo? Todos los Ayuntamientos del Parc Agrari prevén rutas pedestres y de cicloturismo en sus demarcaciones, con fondos UE. ¿Debemos dificultarlo?
Una finca con 40 palmeras
Todas estas interrogantes se aclaran no cuando vemos perimetrar una finca con más de 40 palmeras de unos 15 m de altura a tres metros de distancia entre sí, o al ver adecentar caminos rurales o al reformar una vieja masía, sino cuando 40 hectáreas de excelente suelo agrario se ponen en servicio, -a través del grupo Ametller-, invirtiendo en invernáculos y mejorando el regadío sin despilfarro en época de permanentes sequías. Y tal vez ellos se animen más adelante con la agrovoltaica. Innovación, provecho social y económico y creación de empleos e ingresos fiscales. ¿Algo qué decir en contra?
Porque lo contrario, es la guerrilla urbanística, el inútil patrullaje, el enfrentamiento al inevitable proceso de progresiva “gentrificación” de uso residencial que el pequeño cultivador, no puede, ni sabe impedir. Así pues, habrá palmerales, criaderos de caballos y diversas actividades lúdicas y turísticas como el avistamiento de aves; pero también habrá las instalaciones fotovoltaicas y de “agrotech” llevadas con profesionalidad. Porque como se comentaba ya en el mentidero ferial de la alcachofa, el acuerdo del Mercosur pondrá al sector agrario en la máxima competitividad posible y provocará muchos abandonos, como los que ya se producen ahora en el “Parc Agrari”, dando lugar a usos residenciales y de tipo naturalista.