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Steve Bruce Roberts: “Con una prostitución alegal en Sant Boi lo propio son los burdeles camuflados”
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Steve Bruce Roberts: “Con una prostitución alegal en Sant Boi lo propio son los burdeles camuflados”

Por Lluis M Estruch
domingo 15 de diciembre de 2024, 20:00h
Nuestro entrevistado, Steve Bruce Roberts, a sus 66 años y con 35 años de residencia en Cataluña, es desde hace poco ciudadano español. El “Brexit” le decidió a hacer la petición, que el Covid-19 le retrasó en exceso. Está casado en segundas nupcias con una samboyana y tiene un hijo. Después de vivir en la Calle Minería de Barcelona, se trasladó a Sant Boi Siempre ha vivido en el Barrio Centre. Se mantiene como autónomo activo, como profesor y traductor de inglés ,y como líder de diversos grupos musicales. Dada la esmirriada pensión que se otorga, seguirá así por tiempo.
S teve es un hombre delgado, ágil, que practica yoga desde hace años y viste prendas coloridas de tipo informal, con una semi-melena blanca que cubre con gorras. Nació en un pueblo de Dorset, uno de los condados históricos de Inglaterra. Dorset es una región muy bella y valorada para instalarse por muchos ingleses y artistas. Sin embargo, Steve no mira hacia atrás con nostalgias regionales. Y me recuerda la violencia latente británica que puede acabar en un fin de semana con una pelea, de manera sorpresiva. Con el Brexit hay dos bandos, seguro, los pro-europeos y los otros. Y se llevan mal.

¿Cómo fue tu infancia en Dorset?
Éramos dos hermanos, hijos de un matrimonio de profesores de secundaria. Mi hermano ya murió y le he dedicado recientemente una canción. A los 13 años empecé con la música. La Gascuña francesa también cuenta entre mis recuerdos y periplos de expatriado. Viví en Condom. Allá viven muchos ingleses, entre ellos mi madre, que se reconvirtió en agente inmobiliaria.


¿Tus estudios?
Mis estudios, siempre se hicieron en la escuela pública, becado y al llegar a la UCL de Londres, continúe como becario. Vale la pena decir que la UCL –University Colllege London (1826)- es la tercera universidad pública más prestigiosa tras Oxford y Cambridge, situada en el barrio de Bloomsbury y que está considerada como una de las diez mejores universidades del mundo. Estudiar allí ahora puede alcanzar las 9.000 libras por curso de coste. La universidad ha tenido varios Premios Nobel. Allí estudié Filología Inglesa. Todo gracias al Estado de Bienestar británico. Más tarde hice un Máster de Creación literaria en la Universidad de East Anglia (con beca). Inicie los estudios de doctorado sobre el tema “Los escritores proletarios de los años 30”. Era un tema virgen, pero redujeron las becas de doctorado y desistí.

¿Una nueva etapa?
Sí, con mi primera esposa Nickie Roberts, que había trabajado de stripper en el Soho, se me ocurrió pasar a la escritura profesional, tras mis estudios. Utilizamos testimonios y contactos que se nos fueron facilitando para un encargo con la gran editorial Harper Collins. El primer libro The Font line (1986) o En primera línea era donde las experiencias sobre el ambiente del barrio rojo de Londres pretendían explicarse desde dentro. Era un estudio sobre la industria del sexo. Tuvo buena crítica, tanto de la izquierda como de la derecha, pero no se vendió como se esperaba.

¿Se acabó la aventura de la escritura?
No, la misma editorial, me encargó una nuevo libro sobre el tema, pero más amplio Whores in History (Putas en la Historia) de 1992, donde se hacía un recorrido histórico sobre un tema antiguo, condenado en épocas y tolerado casi siempre. Era un libro con un trabajo de investigación considerable. Tampoco consiguió el éxito deseado. Sí buenas críticas, aunque se tradujo al portugués y al coreano

¿Eres partidario de la legalización del considerado por muchos trabajo sexual?
Sí, soy partidario de la legalización de la prostitución. Que en Inglaterra, Alemania, Holanda, Austria y otros muchos países, es legal. De hecho en los años 70 en UK ya hubo hasta la sindicación de las prostitutas, y han pasado más de 50 años. En Junio del 2021 el Supremo ¡autorizaba! la sindicación de las prostitutas en España; el Ministerio de Igualdad (2023) reconoce a Barcelona con sus 34.759 prostitutas como la provincia que cuenta con más.

¿Puntualizar algo más sobre el tema?
No escribí sobre la prostitución en España por desconocer el idioma para investigar sobre los registros sanitario-policiales existentes, dado que en España lo propio son los burdeles camuflados, por la situación de alegalidad del tema. En el mismo Sant Boi los hay. (Aún hoy hay partidos de izquierda, partidarios de la legalización del trabajo sexual, con sus buenas razones).

Tras los dos libros, ¿qué haces?
Entendí, que el esfuerzo no me compensaba económicamente, realice el 90% del trabajo de los dos libros, Nickie los firmaba pero ella aportó un escaso 10%. Así que saqué el as de la manga que tenemos muchos ingleses con estudios y a veces sin ellos: el enseñar inglés. Conseguí el título DELTA de profesor de inglés. Y vine a Barcelona en 1994. Recuerdo que paseando por las Ramblas, vimos el incendio del Liceo. Conocía ya Barcelona yo vine en 1976 con manifestaciones y huelgas y volví después de los Juegos Olímpicos del 92 con otra atmósfera más tranquila. Me contrató “Brighton” una cadena de academias de inglés. Tras un tiempo el dueño se fugó con impagos profesionales y estafa de anticipos.

¿Cómo improvisaste ante un nuevo inconveniente?
Me reconvertí en traductor de temas académicos, hay gran demanda de inglés; mis clientes están en las redes digitales. Y ahora debo decirte que me costaría componer en castellano o catalán. Me resulta más fácil pasar del castellano/catalán al inglés que al revés. Pienso que es imposible escribir como un nativo. También recuerdo que muchas academias de idiomas con el Covid-19 cerraron, afectando a centenares de personas.
Con tu larga permanencia entre nosotros, ¿qué te parece, la evolución como ciudad de Barcelona?
La ciudad se ha vendido al turismo, es una gran tienda muy cosmopolita. Hay barrios el Raval, Barceloneta, Gótico…donde aún parece a ratos que estas en Lahore, con sus olores a curry. Entonces sí que me siento expatriado.

¿Qué no te gusta de España, en especial, lo más chocante y molesto?
El ruido atronador de los bares, porque la gente grita y es difícil hablar y escuchar en estos ambientes tan ruidosos. En Sant Boi echo en falta más arbolado y zonas verdes. Por ello no deseo, esa ciudad de 100.000 habitantes que algunos planean.

¿Qué te gusta del país que has adoptado, de la ciudad en la que vives?
El clima y la Seguridad Social, aunque mi centro de Montclar se ha degradado un tanto. La falta de pretenciosidad de los samboyanos

¿Y los problemas más graves, cuáles son para ti?
La carestía de la vivienda -mi hijo vive con su pareja y sus suegros-, los salarios bajos; el coste de vida en subida sin control, la mala calidad del agua (y tengo filtros) y la sensación de que el Mediterráneo Norte puede acabar como el Mediterráneo Sur.

Steve Bruce, me cuenta que le gustaría vivir de la música y que ahora relee a Joyce, Proust pero también a la Roig y a la Rodoreda. También escribe sus memorias o registros de sus diarios. Le comento el ejemplo de Chris Stewart, ex baterista de Génesis, autor de varios libros de éxito y refugiado en las Alpujarras. Toma nota. III

“La música pop en vivo debe hacer bailar”
Hablemos de tu actividad musical, ¿cómo te encuadras?
De adolescente, me gustaba el punk de The Clash y sigue en mi lista con The Velvet underground, The KinKs y, por supuesto, Iggy Pop y el gran David Bowie, al que vi en directo. Pero en mis recuerdos entran también Joni Mitchell, Bob Dylan, Deep Purple. He virado a veces al folk y al género de las baladas, en especial las dedicadas a los fuera de la ley. Hay que tener en cuenta que la música folk británica es única. Desde Irlanda, Escocia, Gales e Inglaterra, porque tiene un sustrato celta. Yo soy músico autodidacta, guitarrista bajo y rítmico a veces. Mi voz es de barítono. Ya a los 47 años compuse temas propios y he cofundado y colaborado en varias discográficas.

¿Es posible vivir de la música?

Los derechos de autor, apenas cuentan, dado que los discos y registros por redes tarifan poco. Quedan las actuaciones en directo -tras el parón del Covid-, pero hoy la competencia es máxima. Por ello, mi propuesta como ocurre en Inglaterra, estaría en facilitar una escalera progresiva para grupos musicales ascendentes. Pasar de un nivel al otro, hasta trascender más allá de lo local y comarcal. Para ello es necesario programar con estímulos y filtros para asegurarse de la progresión cierta de los grupos samboyanos, ya que estamos en Sant Boi con su Escuela de Música y demás profesores.

¿Qué se necesita?

Una buena Sala polivalente con buena acústica y sin quejas vecinales. Por ejemplo Cal Ninyo es pequeña pero con buena acústica. Can Massallera es grande pero con mala acústica. El Ateneu, en ruinas. Hay centros cívicos con una aceptable acústica. Con los recursos existentes hay que programar con justeza, -ateniéndose a la escalera-, a las categorías de calidad musical. Yo pienso en Laura del Pino como ejemplo y su grupo de Ska y en diversos grupos con los que colaboro y alterno; sin dar ahora sus nombres, pero con elementos destacables y semi-profesionales ya. Hay algo destacable: la música pop en vivo, debe hacer bailar. Su raíz africana busca el movimiento, la gestualidad animada. Yo lo veo desde el escenario y esa comunión cantante-público es de lo mejor que te puede pasar en un concierto de música popular. Solo he estado de África en Túnez, pero la música etíope y sus versiones de jazz-étnico son tan notables como los músicos de Ghana, Malí… Ellos sí consiguen esta conexión corporal a la que antes me refería. También me gusta la literatura africana, han ganado dos premios Nobel con razón. ¿Te gusta Rosalía, la grande de nuestra comarca? Tiene un estilo muy meritorio, definido y muy adecuado para su público, y sabe adaptarse.
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