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Descubre cómo dos viladecanenses transforman su pasión por el cine en un impactante thriller teatral
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Descubre cómo dos viladecanenses transforman su pasión por el cine en un impactante thriller teatral

Por Márjori Andrés
viernes 10 de enero de 2025, 18:00h
Una joven compañía teatral de Viladecans lleva su primera obra, ‘Maleït Mirall’, al Tantarantana de Barcelona del 10 al 26 de enero. “Todo es un producto de consumo hoy, incluso una persona… La modernidad líquida de esta generación”, explican sus integrantes.

Silvia Espín (32 años) y Adri de la Llave (30 años) siempre habían sido vecinos. Pero tardaron décadas en saberlo. Su barrio se llama Eixample-La Montserratina, y está ubicado en el norte de Viladecans. No se conocían hasta que, en 2016, quedaron vinculados por la pasión por el cine y el audiovisual, por el amor por las películas y las series. Ambos eran ya graduados en Comunicación Audiovisual y Silvia estaba cursando el máster de guión. Desde entonces, según explican los dos autores a El Llobregat, están unidos también por la amistad y el deseo de consolidarse como guionistas, pues Silvia tiene créditos profesionales y la pareja comparte una de las becas más importantes de guión de Cataluña: serielizados kick.

Ocho años más tarde, inmersos cada uno de ellos en sus respectivos trabajos (Espín, en el sector del cine; De la Llave, en el de la comunicación), ambos han sumado sus fuerzas para escribir su primer montaje teatral. Maleït Mirall es una obra arriesgada de dos dramaturgos periféricos. La pieza llega en paralelo a la fundación de su propia compañía de teatro: Maldito Espejo.

El embrión de Maldito Espejo es una asociación centrada en el teatro y las artes escénicas. Creada en 2024, tiene el propósito de sacar adelante el montaje de Maleït Mirall. “Pero también queremos amplificar el talento local”, apunta De la Llave. “Es decir, darlo a conocer más allá de Viladecans y el sur del Baix Llobregat. Otro objetivo es dar oportunidades a jóvenes con inquietudes por las artes escénicas”, añade. “Y siempre con la idea de reivindicar el orgullo de ser del Baix. Reivindicar el orgullo de pertenencia a esta comarca, tal y como hizo Alizzz en Que pasa nen”, explica sobre una canción en la que el músico y productor de Castelldefels defiende sus orígenes de extrarradio con frases contundentes como puñetazos: Anem per davant al sud de la ciutat / Vosaltres soneu avorrits i estirats / Portaré a Castefa tres Grammy’s a l’any / Rosalía i Estopa són del Baix Llobregat / Soc un choni, un ignorant / Un xarnego de periferia / Rodalies feta merda / A Enderrock no em poden veure / Què passa nen, estic content / Les elits culturals som nosaltres tamb’. “Fue, y sigue siendo, una canción muy inspiradora para nosotros”, zanja el guionista de Viladecans.

-¿Habéis vivido cierto estigma asociado al Baix?
-En el instituto, hace unos 15 años, en Viladecans, una profesora dijo a los alumnos que nos preparásemos para la universidad porque allí iban a tratarnos prácticamente como a pobrecitos por culpa del estigma relacionado con ser del Baix. Pero no fue así. Aquellos prejuicios son parte del pasado.
-¿Y ahora?
-La mirada sobre el Baix ha cambiado más. Y es en parte gracias al mensaje de aquella canción de Alizzz. Ahora casi nadie tiene miedo de pasear por nuestra comarca. Ese espíritu renovador está integrado en nuestra compañía teatral. También queremos contribuir a ese cambio con nuestra actividad cultural.

-¿Cómo definís el Baix?
-Siempre ha sido el cinturón rojo, el cinturón industrial metropolitano. Vivimos estancados aún en el concepto de ciudad dormitorio, dormitorio para personas que trabajan en Barcelona. Un apéndice de una gran ciudad en la que todo estaba centralizado. Con población eminentemente obrera y de tradición campesina derivada luego en industrial. Un lugar que se ha esforzado en los últimos años en trascender de todo eso, y en tejer actividades culturales. Las nuevas generaciones exigen un mínimo de vida cultural en el Baix: museos, conciertos, teatro, exposiciones… Ese inconsciente germinará en una vida cultural arraigada al territorio. No es casualidad que Estopa y Rosalía sean una mezcla entre la modernidad y las raíces del sur de España. Nosotros, de alguna manera, somos eso también.

-Háblame de vuestro colectivo.
-Silvia Espín y yo somos dos personas del cine. La idea de hacer teatro parecía extraña y ajena a nosotros. Pero decidimos intentarlo y escribir Maleït Mirall. Porque Viladecans, con su teatro Atrium, respira teatro, y había que aprovechar esa ocasión. Así que mantuvimos que queríamos ser guionistas pero probamos en el teatro, y encontramos un aliado en Sergio Rodríguez, que también es del Baix y el productor de la obra.

-¿Qué formación tenéis?
-Silvia Espín y yo, gente de cine, somos ahora dramaturgos. Hemos escrito el texto de la obra. Ella es codirectora junto a Oriol Altimir, alguien del mundo del teatro que se sumó al proyecto para dirigirlo y para interpretar un personaje. Él ha dado un toque importante al montaje… Permitió que viéramos cómo todo podía aguantarse en la escena. La realización de la idea, ésa fue su aportación.
-¿Y cómo vivís el trasvase del cine al teatro?
-Este mundo invita a experimentar pequeñas oportunidades. Lo estamos disfrutando. Otro punto de unión entre Silvia y yo es que nos encanta el cine fantástico y de terror. Así que nos planteamos trasladar esa pasión al mundo del teatro. Y ha sido todo un desafío.
-¿Cómo lo habéis solventado?
-Con soluciones cinematográficas. No es una obra demasiado ortodoxa. A alguno le puede descolocar. Pero eso forma parte del desafío.

El preestreno de la obra fue hace unas semanas. En Atrium Viladecans. Los chicos de Maldito Espejo representaron su ópera prima en el marco de la residencia artística y técnica. “Fue sorprendente en muchos sentidos. Obtuvo buen ‘feedback’. Nos sorprendió agotar todas las entradas. Tenía aroma a estreno. Pero fue un preestreno, y era mostrar tu criatura al mundo”, recuerda De la Llave. “Hubo nervios pero el equipo salió reforzado de aquella actuación. Y con una idea clara de cómo lograr que la obra fuera mejor”, agrega. “La siguiente obra no será tan loca”.

¿Ideas para un segundo proyecto? “Sí, sabemos cómo será pero queda mucho por delante”, indica el joven. Antes, el desembarco en Barcelona para presentar su obra de teatro en un gran escenario: El Teatre Tantarantana. Del 10 al 26 de enero. “Nos hace mucha ilusión llevar Maleït Mirall al corazón de Barcelona. Serán unos 13 pases que afrontamos con nervios, expectación y con todas las ganas de demostrar al público de la capital que en el Baix hay talento de sobra. Hay en el Baix una visión que nos permite hacer cultura desde un punto de vista muy local”, indica De la Llave. “Nuestra comarca es solo el contexto de la obra. Las expresiones de los personajes son muy del Baix, muy reales, pero los temas son universales. Si una historia hecha en Japón funciona igual en Dinamarca es porque los humanos estamos hechos de la misma pasta”, completa. “A todos nos afligen las mismas cosas, solo cambian las circunstancias”, concluye.

-Uno de los temas de la obra son las generaciones Z y Millennial.
-No queremos ser la voz de una generación o dos. No aparecen en la obra por ese motivo. Si aparecen es porque formamos parte de esa Generación Millennial. A todas les pernean varias circunstancias, y a nosotros nos ha marcado bastante. Nos sentimos engañados por las expectativas que se pusieron sobre nosotros. Nuestros padres nos dijeron que el mundo sería nuestro si estudiábamos y que el dinero no daba la felicidad. Pero nos encontramos con que nos cuesta ser adultos porque las aspiraciones que teníamos son mentira. A veces, uno se siente un daño colateral. El millennial se ha dado de bruces con la realidad… Si te fijas, el capitalismo y el clima están a punto de colapsar.

-¿Y la Generación Z?
-Son diferentes. Ellos, simplemente, saben que no hay futuro. Es una generación más nihilista. Los vemos como personas conscientes de que no hay esperanza. A diferencia de nosotros, no se han dado la hostia. Y paradójicamente, son más desinhibidos: se muestran como son a nivel emocional, sin reprimirse.

La obra plantea una visión sobre las expectativas de la vida adulta. ¿Es tan diferente lo que se espera de lo que se encuentra? “Sí. La realidad, sin saber quién eres, tiene otros planes para ti. No es personal. Tampoco es culpa de uno. Nadie tiene la culpa. El mundo es así. A los de 30 años nos ha costado digerir que haya tantos matices en la vida. Es una sensación de desengaño que nos ha tocado tener muy presente”, concede De la Llave. Y Espín añade: “Depende del entorno en el que crezcas. No puedo hablar por todos, pero somos muchos los que hemos crecido con una especie de ruidito de fondo de todos esos ‘checks’ que se esperaban de nosotros: una buena carrera, estabilidad financiera, pareja, piso e hijos. Y somos muchos los que no estamos cumpliendo. Ese mazazo es todavía peor cuando te quedas a las puertas. Es decir, cuando has construido tu vida entorno al trabajo dejándote la vida a cambio de un sueldo mileurista o, peor, la has construido alrededor de otra persona.

En la trama de Maleït Mirall cobra importancia una ruptura sentimental. “Nos servía para marcar el tema de las situaciones vitales. Nos permite apelar a varias generaciones pero, sobre todo, ver de primera mano la frustración que provoca una ruptura”, apunta el guionista. Y aporta Espín: “Casualmente Uri y yo conectamos a través de una de esas apps que coprotagonizan la obra. Eso derivó en una afinidad creativa que ha permitido un encaje en este proyecto muy fructífero”. De la Llave va un paso más allá: “En nuestra generación ha aparecido la cuestión de la modernidad líquida. Todo es un producto de consumo. Todo. Incluso una persona. Es decir, puedes cansarte de una persona rápidamente y abandonarla. Esto pasa actualmente”. Prosigue: “Además, hemos visto que el amor romántico de las pelis es una realidad edulcorada. Cada vez es más difícil encontrar a alguien con quien pasar el resto de la vida. Todo eso afecta. Y es un elemento que todos hemos vivido en el equipo”. Y remacha: “No podíamos prescindir de esa experiencia para hablar en el teatro de una historia de terror. Silvia tuvo la idea original de querer mezclar el terror y el Tinder. Para quien no lo sepa, Tinder es una manera más de conocer personas, como en un catálogo. A mayor edad, más dificultad para encontrar a alguien. Tinder es algo perverso”.

-También aparece la imagen personal, la identidad, el yo. Las redes sociales, el postureo.
-Es algo aterrador en el sentido de que cualquiera puede ser famoso a cambio de nada. De la televisión masiva a las redes. De los freaks de los 90 de Esta Noche Cruzamos el Mississippi a hacerse popular a través de las redes.

-¿Qué se ofrece?
-Ahí cada uno trata de vender una imagen. Una foto en un concierto puede expresar mucho sobre uno. Más que sobre el concierto. Es algo perverso… La gente usa las redes para autoafirmarse. Hay otro ejemplo: cuando alguien empieza a subir fotos de sí mismo/a, significa que acaba de separarse.

-¿En serio?
-Al fin y al cabo, cuando uno cree que se esconde a plena vista, es cuando la gente más ve de ti. Cuanto más uno se esconde, más al descubierto está, y sin decir nada. Nadie se hace una idea de por lo que estás pasando. Y de eso precisamente es de lo que va la obra.

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