En 2006, el Área Metropolitana de Barcelona (AMB) decidió clausurar y sellar el Depósito Controlado de la Vall de Joan, en el Parc del Garraf (en los términos municipales de Begues y Gavà). Así se mantuvo durante unos 15 años, en los que se implementaron varias medidas para contrarrestar los efectos de su uso prolongado desde 1974, que dejaron la infraestructura en muy mal estado.
Durante estos años, pues, el AMB impulsó varias actuaciones, como la impermeabilización del terreno, la siembra de hasta 60 hectáreas de prados o la creación de cuatro balsas naturalizadas para recoger agua. Y gracias a ello, pudo volver a funcionar en el año 2021. Casi cuatro años después de su reapertura, estas balsas se han ido convirtiendo en hábitats valiosos para la fauna del parque, especialmente para loa población de anfibios.
De hecho, la Vall de Joan es una zona con unas condiciones ambientales duras que dificultan la presencia de anfibios, debido a su relieve abrupto, una fuerte insolación y su carencia de agua. Sin embargo, este último se ha comenzado a solucionar con la creación de estas cuatro balsas en el Depósito. Así lo ha corroborado la Societat Catalana de Herpetologia, que ha realizado un estudio de seguimiento de la población de anfibios en estas cuatro balsas.
Recuperación natural de la población de anfibios
Según los resultados del análisis, las balsas de la Vall de Joan tienen la mayor diversidad y densidad de población de anfibios de todo el Parc del Garraf. Así pues, la construcción de estas balsas ha sido más que acertada, porque se ha convertido en una herramienta clave para la recuperación de anfibios de manera natural.
El estudio ha revelado que seis de las nueve especies de anfibios del parque se concentran en estas cuatro balsas, que son también el hábitat de reproducción preferido de cinco especies. De todas ellas, la rana verde concentra la mayor densidad de población en las balsas, por encima de todos los otros hábitats del parque.
Salvando una especie amenazada
También tiene especial gusto por estas zonas la rana pintada mediterránea, una especie bastante amenazada que lleva viviendo en el depósito desde 2022. De hecho, estos ejemplares no se encuentran en ninguna otra zona del parque, aunque las previsiones del estudio apuntan a que se irá reproduciendo con los años. Así, las balsas del depósito han sido un ecosistema clave para la conservación de esta especie en el valle.
Ahora bien, también hay algunas especies que no han optado por asentarse en el depósito. Por ejemplo, el sapo común ibérico, que concentra una gran población a escasos metros de la basa más grande; o el sapo de acicates, que casi ha desaparecido del parque; o la salamandra común, que ha preferido otras zonas más lejanas a la balsa, pero sí concentra una amplia población en el resto del parque.