LUIS Landero (Alburquerque, Badajoz, 1948), que antes que narrador fue poeta, guitarrista y profesor, reivindica la importancia de los relatos transmitidos de forma oral por los campesinos, con un lenguaje popular. Para él, el lenguaje literario ideal es el que consigue armonizar el lenguaje oral con el escrito. Y ese objetivo es el que le ha motivado a escribir, a explicar historias desde que en 1989 publica ‘Juegos de la edad tardía’.
‘El balcón en invierno’ (un viaje a su propio pasado), ‘La vida negociable’, ‘Una historia ridícula, ‘Lluvia fina’, son algunas de las obras de este extremeño militante y reivindicativo que a través de una prosa exquisita construye relatos que están impregnados de autenticidad, tanto por las tramas como por lo que sugiere como vivido en primera persona y que comparte con sus personajes.
Premio Nacional de las Letras Españolas 2022, Landero propone a la literatura como “una parte fundamental de nuestra vida, al igual que el oxígeno y la filosofía, sin los cuales no podríamos vivir, aunque nos resistiéramos a negar su existencia”.Hay temas que los autores utilizan para sus argumentos de forma atemporal; sin embargo, la mayoría son casi exclusivos de momentos vitales de los escritores que propician el convertirse en parte sustancial de sus obras. Según Landero, “un escritor no elige los temas, sino que es elegidos por ellos.” Posiblemente su obra más reciente LA ÚLTIMA FUNCIÓN (Tusquets editores, 2024) sea un perfecto ejemplo de lo aseverado anteriormente.
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El escritor nos explica, al modo de los magníficos contadores de historias que había hasta en los más recónditos pueblos de la geografía hispana, como el destino unió las atribuladas existencias de Tito Gil y de Paula, que si algo tenían en común era la incesante búsqueda de una ruta que los llevase a cumplir unos sueños que prácticamente daban ya por inalcanzables por el inexorable trascurrir del tiempo sobre sus anodinas vidas.
Para Tito Gil dos palabras contenían en sí mismas el secreto de la vida: estructura y coyuntura. La estructura es lo fuerte y esencial, el todo; la coyuntura, lo pasajero, circunstancial. Para él toda su existencia vital se volcaba en conseguir la armonía entre ambas palabras.
Paula tenía un lema por el que guiar sus pasos: “Nunca tengas temor”. Tal era el legado que le dejó su padre justo antes de abandonarla a ella y a su madre sin dar más explicaciones por la decisión tomada.
Sin embargo, ninguno de los dos protagonistas conseguía que la vida les concediese los anhelos que buscaban. Pero el destino, sí, ese intangible que controla nuestras vidas, les depara una surrealista ocasión (no podía ser de otra manera) para conocerse y vivir una experiencia que hace que unos caminos hasta entonces paralelos acaben por converger.
Una herencia poco lucrativa, pero que requería ser gestionada por Tito en su pueblo natal; un viaje de vuelta a casa de Paula, después del trabajo, en un tren equivocado que le hace bajarse en una estación en un paraje absolutamente desconocido para ella.
Estas son las dos circunstancias que hacen que Tito y Paula se conozcan y, poco a poco, mediante un disparatado proyecto que los habitantes del pueblo habían puesto en marcha dirigidos por Tito Gil, las hasta entonces rutinarias vidas de ambos protagonistas vislumbren atisbos de esperanza en la consecución de cumplir con sus anhelos vitales que, al fin y al cabo, son los que todos quisiéramos alcanzar…y que tan esquivos son para la mayoría de los mortales: vivir en paz consigo mismo y, en lo posible, con el resto de quienes nos rodean. La España vacía, o vaciada, conforma un escenario desalentador, por lo inevitable de su abandono, por el que discurre una historia contada por un NARRADOR excelso, Luis Landero, del que espero y deseo disfrutemos por mucho tiempo l@s lector@s empedernid@s. III