El pasado mes de enero Donald Trump tomó posesión como presidente de los Estados Unidos para los próximos cuatro años.Todos los tertulianos tienen materia para llenar sus espacios de debate; los detractores y los defensores se posicionan con innumerables adjetivos, sin excesiva objetividad.
Evidentemente, no quiero ser uno de estos tertulianos que hablan de todo, con o sin argumentos, que manifiestan sin rubor sus posicionamientos ideológicos o de partido.
De toda la sesión de investidura que aconteció en el Capitolio quisiera destacar una realidad que aconteció y que pasó desapercibida para mucha gente, que a mi juicio merece una reflexión no política:
El cardenal Timothy Dolan, arzobispo de Nueva York, leyó una parte de la oración de Salomón en el ‘Libro de la Sabiduría del Rey Salomón’: “Dios con la sabiduría has mandado a tus criaturas justicia… Por favor Dios, bendice a los Estados Unidos…”
¿Qué es la sabiduría? ¿Dónde encontrarla? La sabiduría requiere de dos ingredientes imprescindibles: humildad y gratitud. Es reconocerse como criatura y expresarse con la justicia del Amor. Es Dios quien refleja en nosotros semejante atributo, apoyándose en la gran pregunta que ojalá nos acompañe cada día: ¿quién soy yo?
El ‘Libro de la Sabiduría’ es todo un tratado de aquello que el ser humano persigue en el conocimiento externo, sea técnico, sea científico, psicológico, etc, cuando la verdad sólo la podemos encontrar en lo más íntimo y personal. Fuimos creados a imagen y semejanza de Dios-Creador. Él es la existencia. Él es el Ser. Él es la Sabiduría. Él es la Verdad que sostiene todo. Él ha querido acercarla en la Encarnación de su Hijo Jesucristo… III
«Dios de los Padres, Señor de la misericordia, que hiciste el universo con tu palabra, y con tu Sabiduría formaste al hombre para que dominase sobre los seres por ti creados, administrase el mundo con santidad y justicia y juzgase con rectitud de espíritu, dame la Sabiduría, que se sienta junto a tu trono, y no me excluyas del número de tus hijos. Que soy un siervo tuyo, hijo de tu sierva, un hombre débil y de vida efímera, poco apto para entender la justicia y las leyes. Pues, aunque uno sea perfecto entre los hijos de los hombres, si le falta la Sabiduría que de ti procede, en nada será tenido». (Libro de la Sabiduría, 9, 1-67)